Por: José A. Rangel A,
La revolución en la naturaleza puede tener dos significados: para evolución o involución de una especie. No hay término medio. En la sociedad ocurre igual. Las categorías y las leyes del materialismo dialéctico así lo indican. Gracias a los clásicos marxistas-leninistas podemos hacer uso de la ideología para el análisis de las circunstancias sociales y naturales, porque es una metodología científica.
Eso está fuera de duda. Pero la realidad práctica que intentamos cambiar no tiene piedad con los buenos propósitos. El ser humano hasta ahora no ha reconocido que en la realidad social, al igual que en las ciencias naturales, no hay verdades eternas.
La vida es mucho más avanzada que cualquier buena intención que podamos tener. No es de extrañar que el mismo Comandante Fidel Castro opine que “el hombre todavía no está evolucionado” (1). Que además de las preocupaciones de orden práctico como el sostenimiento del socialismo, hay otras que pronto deberemos enfrentar como lo es el crecimiento de la población. Dice que ella “crece cien millones por año” (1) y agrega que tiene “tres relojes que marcan más o menos lo que crece a diario la población” (1). Además afirma que en la creación del socialismo en Cuba ha visto errores y enfatiza que “sino se observan a tiempo… Hay que estar en una guardia permanente con los riesgos. Hay que ser casi clarividente, pensar y pensar, pero pensar en alternativas (…) Esta Revolución puede destruirse. Nosotros sí, nosotros podemos destruirla y sería culpa nuestra. Si no somos capaces de corregir nuestros errores. Si no conseguimos poner fin a muchos vicios: mucho robo, muchos desvíos de suministro de dinero de los nuevos ricos” (2)
Si para los compañeros cubanos mantener el socialismo es una lucha, que quedará para nosotros. Debemos comenzar de inmediato estando pendiente en la práctica lo que nos dicta la realidad y la vida. Debemos ser osados en la práctica pero debemos ver qué nos impulsa a transformarla. Porque si lo hacemos pensando en los demás, es el sentimiento más sublime que puede abrigar el ser humano. Y estos nunca vencen y son acertados. No debemos temer equivocarnos si estamos motivados por ese humanismo sencillo y sin dobleces. Y repetimos, la realidad de la práctica es materia viva y en activo movimiento y debemos enfrentarla con humanismo. Los esquemas mentales, las etiquetas que nos formamos de las cosas y de los hechos se encuentran permanentemente haciéndose añicos contra la realidad que nos muestra la práctica diaria. No basta con decir que somos revolucionarios, demostrémoslo en la práctica humanista sin falsedad.
No podemos amordazar a la realidad con sólo buenas ideas y malas prácticas. Debemos saber cabalgarla. Si pensamos en la revolución socialista estaremos de acuerdo que nuestro país debe equipararse al país capitalista más avanzado del mundo y luego superarlo, transformándose así en un ejemplo para la humanidad. Si en la casa tenemos una nevera, no vamos a salir de ella para adquirir una peor. Indudable que optaríamos por una mucho mejor. Volvamos nuestros ojos a los hospitales. Hay todavía mucha gente sufriendo. Miremos los hechos tan simples de la práctica que pueden mantener o derribar un sistema. Apartemos tanto discurso. Miremos los detalles que sólo se resuelven con pensar en los demás. Aprendamos a poner nuestras intenciones y nuestros intereses bajo la guía de un humanismo sencillo y humilde como el corazón de nuestro pueblo, que nos es otra cosa que el humanismo socialista en las Tres R²
(1) “Cien horas con Fidel” Ignacio Ramonet. Editorial Debate. 1ra. Edición. 2006. P. 354
(2) Idem. P. 567
José A. Rangel – josearach@hotmail.com - 10102010
0 comentarios:
Publicar un comentario