El bloqueo y el ocaso yanqui
Por: Ángel Guerra Cabrera
La Jornada
La Asamblea General de la ONU aprobó el martes, otra vez por mayoría aplastante, la Resolución “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”.
Con esta van diecinueve resoluciones, desde la primera (1992) con votación de 59 a favor, 3 en contra y 71 abstenciones hasta la decimonovena de este 26 de octubre con 187 votos a favor, 2 en contra y 3 abstenciones, sobre 192 integrantes de la ONU. Esta vez sólo Israel sufragó junto a Estados Unidos, otra forma de retribuir a su socio incondicional el veto que impone sistemáticamente contra toda resolución del Consejo de Seguridad que censure cualquiera de los innumerables crímenes del Estado sionista, principalmente aunque no sólo, contra el pueblo de Palestina. Tres virtuales colonias yanquis del Pacífico -Palau, Islas Marshall y Micronesia- se refugiaron en la abstención, la primera rompiendo con su trayectoria anterior; de esta forma intentan marcar alguna distancia del voto de la infamia.
Esta casi unanimidad contra el cerco demuestra en qué grado tan alto no se trata de una medida bilateral, como arguye Washington. Por más que signifique una violación masiva de los derechos humanos del pueblo cubano, de carácter genocida por su escala y naturaleza, afecta también derechos de terceros, incluso de los aliados más cercanos de Estados Unidos que no pueden apoyar un instrumento flagrantemente violatorio del derecho internacional a la libertad de comercio y navegación y cuyas compañías y bancos se ven sometidas cada vez con más frecuencia a sanciones, multas millonarias y prohibición de comerciar con Cuba en medio de la mayor crisis económica desde 1929.
No obstante, en 1996 y tratando de quedar bien con Dios y con el Diablo, la Unión Europea se dejó arrastrar por José María Aznar, de quien todos sabían que actuaba por cuenta de Estados Unidos y la contrarrevolución de Miami, cuando propuso implantar la llamada Posición Común (PC) sobre Cuba, ese farisaico engendro colonialista e injerencista, suerte de guiño al cerco anticubano. Tomaré en versión libre algunas ideas y datos expuestos por Bruno Rodríguez, el canciller isleño, en el reciente debate de la ONU sobre el bloqueo, puesto que dan una idea muy clara sobre las posiciones cubanas en ése y otros temas actuales.
La Unión Europea (UE) sueña si cree que va a normalizar las relaciones con La Habana mientras mantenga la PC. Cuba no le reconoce a la UE ninguna autoridad moral ni política en materia de derechos humanos. La invitó a ocuparse de su brutal política antiinmigrante, de la deportación de minorías, de la violenta represión contra los manifestantes y la creciente exclusión social de sus desempleados y sectores de bajos ingresos. El Parlamento Europeo, con toda desvergüenza se dedica a premiar a agentes pagados por Estados Unidos en Cuba (Obviamente se refiere a la concesión del Premio Sajarov al huelguista de hambre profesional Guillermo Fariñas).
El tema de los cambios en Cuba es asunto de los cubanos y no le pedimos opiniones al gobierno de Estados Unidos. Cambiaremos todo lo que deba ser cambiado pero sin pedir su opinión. Serán cambios soberanos, no “gestos”. Para Estados Unidos lo único suficiente sería instaurar en Cuba un gobierno pro yanqui, pero eso no va a ocurrir.
Washington no ha dado respuesta a las propuestas cubanas de colaboración en la lucha contra el narcotráfico, el terrorismo, el tráfico de personas, los desastres naturales así como respecto al correo postal ni eliminado las medidas que restringen el acceso de los cubanos a Internet y al intercambio cultural, académico y científico (Hasta aquí mi versión de las posiciones expuestas por Rodríguez). Añado que desvergonzadamente Estados Unidos acusa a Cuba de no facilitar a sus ciudadanos el acceso a la red.
El gobierno cambió en Washington pero nada sustantivo ha cambiado en su política hacia Cuba incluyendo las mesadas de dinero para sus agentes “en el terreno” dentro de la isla que según un vocero de la Agencia para el Desarrollo Internacional (AID), conocida pantalla de la CIA, este año ascenderán a 15,6 millones de dólares. Nadie lo ha dicho de forma más gráfica que DDT, semanario humorístico del diario cubano Juventud Rebelde: el único cambio con Obama ha sido el climático. Pero el bloqueo está moral y políticamente derrotado y anuncia desde su inicio el ocaso del imperio yanqui.
http://www.jornada.unam.mx/2010/10/28/index.php?section=opinion&article=028a1mun
No hay comentarios.:
Publicar un comentario