Por: Rafael Flores
Los ataques de la jerarquía católica contra la Revolución Bolivariana y los ejecutados desde el Vaticano por el Cardenal Urosa, son partes de la intervención de la organización católica, en la guerra que el imperialismo extiende por el planeta contra los humildes.
Son ataques que expresan la tácita bendición que la organización católica otorga a la acción del imperio estadounidense y sus aliados europeos contra la lucha de los pueblos por un orden de justicia internacional, contra una lucha que demanda el final de la dictadura global y que cese la complicidad con esta dictadura de las oligarquías nacionales, contra una lucha que se propone el final de una dictadura que se expresa de forma grosera y descarada para favorecer a banqueros corruptos y a desalmados fabricantes de armas, que se opone a esa bestia dictatorial que por siglos relegó a la miseria a cientos de millones y a terribles consecuencias de sus guerra al resto de la humanidad, una lucha desesperada de los pueblos, pero llena de fe y de esperanza en la intervención de Dios, contra una bestia imperial, que finalmente abrigó la certeza de su absoluta inmunidad y a sus actos revestidos de total impunidad.
Con estos ataques de la Conferencia Episcopal Venezolana CEV y desde el Vaticano ejecutados por Urosa, la organización católica otorga al imperio su bendición, para que agreda e invada a Venezuela y a otras naciones como Nicaragua, pero fundamentalmente para que inicie una nueva guerra contra dos naciones islámicas más, Siria e Irán. Esta ampliación de la guerra del imperialismo contra el islam exige esa bendición, pues pocas dudas cabe, de que se convertirá en una guerra mundial y, en ese contexto, la disidencia de una nación cristiana, gobernada por un cristiano católico militante, es peligrosa para la credibilidad de los cristianos en esa bendición del Vaticano. La CEV está obligada a desacreditar a la Revolución Bolivariana y a su líder, ferviente creyente en Dios, declarado cristiano y católico además, quien ha demostrado con sus hechos su fidelidad a esa su declaración.
En efecto, el Gobierno que preside Chávez ha convertido en realidad las enseñanzas de Jesús, al favorecer a los más pobres y necesitados de los venezolanos, prueba de ello son misiones como Barrio Adentro, que brinda excelente asistencia de salud gratuita, a quienes no pueden pagarla. Misión Alimentación, que ha hecho accesible los alimentos para los pobres y gratuita la alimentación para los indigentes; misiones educativas que erradicaron el analfabetismo del seno del pueblo venezolano y dan acceso a la educación universitaria a millones de ciudadanos, y también la solidaridad de Venezuela con naciones y pueblos hermanos más necesitados.
El escenario de la fe, de la espiritualidad, de la convicción cristiana que ha hecho realidad esas obras de la Revolución Bolivariana es el terreno más sencillo y elocuente, donde debemos, el Presidente Chávez y los revolucionarios bolivarianos, librar esta batalla contra la mentira, el engaño, la maldad, la perversidad, la pederastia, la complicidad con los terroristas, con los asesinos, con los banqueros corruptos, con los fabricantes de armas, con los gestores de la guerra. En ningún otro escenario la sencillez de la verdad y de los hechos puede ser más elocuente y evidente la falsedad del adversario.
Se trata de una batalla en el terreno de la espiritualidad y de la fe del pueblo venezolano y de su máximo líder, de ninguna manera en los laberintos del terreno de una organización religiosa y milenaria, experta en política de la simulación y del engaño, cuyos actos no obedecen a la fe, sino a la astuta y malvada sabiduría política que la preservó durante 17 siglos en el poder. Contra esa zamarrearía milenaria ninguna arma mejor que la veracidad y sencillez de Hugo Chávez, quien ha cumplido en hechos su fe en Dios y su vocación cristiana.
Venezuela es hoy una amenaza de descrédito para la bendición religiosa que el imperialismo espera del Vaticano para su guerra contra el islam. La arremetida contra la Revolución Bolivariana desde el Vaticano no es casualidad, es expresión del inicio de esa guerra a punto de devenir en guerra total. En el Nombre de Dios, Patria Socialista o Muerte… VENCEREMOS.
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