La Flota del Mar Negro afronta una renovación clave e imprescindible para su futuro
Por: Ilya Krámnik,
RIA Novosti.
La necesidad de modernizar la Flota rusa del Mar Negro es un tema de la máxima actualidad. Lo confirma el reciente anuncio, realizado por el Comandante en Jefe de la Armada de Rusia, el almirante Vladimir Vysotski, sobre la incorporación a la Flota, en el período que irá hasta 2020, de 15 unidades de combate que incluirán submarinos, fragatas y otras embarcaciones portamisiles más pequeñas.
Teniendo en cuenta el enorme coste y la complejidad que conlleva el diseño de nuevos conceptos, se ha optado por modernizar y perfeccionar los modelos de las embarcaciones que ya están en servicio.
De hecho, esta decisión evidencia dos puntos importantes: primero, que los dirigentes de Rusia y de sus Fuerzas Armadas no están satisfechos con los costes y los plazos de construcción de los nuevos proyectos estudiados. Y segundo, que la Flota del Mar Negro necesita perentoriamente ser modernizada ya que es, hoy por hoy, la más obsoleta de todas las flotas rusas.
Los expertos coinciden en que es la primera vez desde la época de la perestroika en que se toma la decisión de proceder a un completo rearme de una unidad entera de la Armada rusa. En estos momentos la flota del Mar negro cuenta con más de 40 embarcaciones de combate de diferentes clases, la mayor parte de las cuales deberán ser dadas de baja no más tarde del año 2020, así como varias decenas de barcos auxiliares que también precisan ser sustituidos. Sólo la mitad de las embarcaciones es operativa a medio y largo plazo.
Todavía no está totalmente decidido el tipo de barcos se van a construir, no obstante, es muy posible que entre ellos haya tres submarinos modelo 636M, 3 o 4 fragatas modelo 11356 y seis corbetas modelo 21632 (clase "Tornado"). Las fragatas 11356 y los submarinos 636 son modelos habituales en nuestros astilleros, por lo que podrían ser construidos rápidamente y en importantes cantidades. Las corbetas clase "Tornado", por el contrario, son proyectos nuevos y, por lo tanto, su ensamblaje final podría presentar algún tipo de problemas. No obstante, se considera que estas corbetas no son demasiado complejas y, además, son modelos evolucionados a partir de un proyecto más antiguo y bien conocido por nuestra industria naval.
Este plan de renovación de la Flota permite acelerar los ritmos de la modernización y contar con unos gastos moderados: estaríamos hablando de unos 100.000 millones de rublos hasta 2020. Los buques que se pondrán en funcionamiento en los próximos diez años han de constituir la base de la Flota del Mar Negro, que deberá ser reforzada posteriormente por la puesta en servicio de una cantidad semejante de buques de nuevos proyectos. Ello permitiría conseguir para 2025-2030 un número de entre 35 y 40 unidades de combate modernas y plenamente operativas con una edad de 10-12 años (tomando los 30 años como período vida operativa máxima para los buques actuales).
Los objetivos principales de esta renovada Flota del Mar Negro probablemente serán los siguientes: el control del espacio marítimo del Mar Negro, la seguridad en las fronteras meridionales del país, así como la presencia y despliegue rápido de la flota rusa en el Mar Mediterráneo y el Océano Índico. Para cumplir con el primer objetivo la Flota precisa de buques ligeros (corbetas, embarcaciones lanzamisiles, submarinos pequeños), unidades de aviación y fuerzas de desembarco. Para el segundo objetivo se requieren buques de larga distancia, del tipo oceánico, capaces de actuar lejos de nuestras costas; es decir, fragatas y otras embarcaciones de transporte y apoyo.
Rusia nunca ha ocultado su interés por el Mar Mediterráneo ni por el Océano Índico, por lo que la Flota del Mar Negro podría asumir también el papel de flota transoceánica. Las fragatas de la Flota del Mar Negro serían capaces de cumplir misiones militares en el Mar Mediterráneo y en el Océano Índico con mucha mayor celeridad que las unidades de las Flotas del Mar Báltico y del Mar del Norte. Una renovación de la Flota del Mar Negro y, posteriormente de las otras flotas rusas, permitiría formar en algunas zonas clave, unidades operativas encargadas de cumplir las más variadas tareas, desde las de paz y humanitarias hasta las militares.
Para poder llevar a cabo estos planes, aparte de voluntad política y los correspondientes recursos financieros, se necesitaría un acuerdo con Ucrania para la renovación de las unidades de combate y la modernización de los servicios costeros, tal y como estipulan los documentos que especifican el estatus de la Flota del Mar Negro. Dada la mejora de las relaciones entre Rusia y Ucrania, es de suponer que llegar al mencionado acuerdo no representaría ningún problema. No obstante, las relaciones entre los dos países pueden cambiar en cualquier momento, por lo que no estaría de más aprovechar la ocasión y modificar ya el estatus de la Flota del Mar Negro en el sentido que amplíe los derechos de Rusia.
Está previsto financiar esta renovación con los fondos del Programa Nacional de Armamento para los años 2010-2020 que se está elaborando actualmente. Al mismo tiempo, según nos comentaron fuentes del Ministerio de Defensa, el presupuesto mínimo del Programa, de unos 13 billones de rublos, sería insuficiente para una completa modernización de la Armada de Rusia, sobre todo, de sus divisiones más grandes, como la Flota del Mar del Norte y la del Océano Pacífico, que precisarían de un número mayor de unidades de combate potentes y costosas, que las necesarias para las Flotas del Mar Negro o del Mar Báltico.
Merece la pena recordar, que no sólo se trata de renovar las unidades de combate, sino también de llevar a cabo una completa modernización de la infraestructura de la Armada, los buques de desembarco y auxiliares, así como la aviación, junto con los servicios de apoyo técnico, lo que supondría unos gastos más que significativos. Sin embargo, estos gastos también habrá que hacerlos ya que son imprescindibles.
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