La Unasur se arma

La Unasur se arma
Por: Jorge Altamira


Al final no resultó muy complicado saber por qué los Lula, Kirchner y compañía le entregaron la reunión de la Unasur, en Bariloche, al paramilitar Uribe y a su nuevo socio, Obama. Apenas unos días más tarde, el gobierno brasileño anunciaba una monumental compra de aviones militares a Francia y suscribía con Sarkozy un acuerdo para instalar empresas conjuntas en Brasil.

Este negocio hubiera quedado comprometido en el caso de un repudio a la instalación de las bases norteamericanas en Colombia, pues habría sido denunciado por el Pentágono como ‘un acto hostil’ al sistema panamericano. “Vos podés instalar tus bases y patrullar y vigilar los dos océanos, así yo puedo avanzar, con tu autorización, con la industria militar”. Lejos de inquietarse, los yanquis retrucaron con el reclamo de que se permita a la Boeing participar en la licitación de la compra de los aviones. ¡Qué mayor ‘seguridad democrática y continental’ que tener al Pentágono de los dos lados de la frontera!

Suponemos que nadie se habrá sorprendido al leer al día siguiente que Lula acababa de dar otra muestra de su autonomía e independencia. Es el verso inamovible de los nac & pop y, por supuesto, de los progresistas. Lula estaría cuidando de este modo sus nuevas reservas de petróleo en el mar continental y, ni qué decir, la codiciada soberanía sobre la Amazonía.

Enseguida, sin embargo, la flamante candidata del Partido Verde, recién salida como pan caliente del PT y del gobierno de Lula, arruinó la fiesta con la denuncia de la entrega sin fin de las mejores tierras de la Amazonía a los pulpos internacionales (y, ni qué decir, brasileños). En cuanto a los yacimientos pre-sal, deberán esperar un tiempo para ser explotados, por lo menos hasta que lo justifique un costo de extracción que supera los 35 dólares el barril. En cualquier caso, incluso con el reconocido avance tecnológico de Petrobras, Brasil deberá recurrir a los servicios de tecnología de los grandes pulpos para encarar la hazaña de perforar dos mil metros bajo el mar en una línea que no es recta.

El nordestino Lula ha decidido rifar 20 mil millones de dólares en armas, en un país muerto de hambre. El que una parte sea dedicada a la industria nacional no cambia mucho el asunto: si comprar armas es un despilfarro, desviar el ahorro nacional o contraer deuda extranjera para montar una industria militar es un despilfarro al cuadrado. El ejército brasileño es un cliente menor en este negocio, lo que significa que apuntan a exportar para disputar ese comercio a Corea del Norte, Rusia, Israel, China y otros tantos, entre los que no se cuenta Argentina, que se vio obligada a abandonar su proyecto de industria militar cuando los militares tuvieron que salir de Malvinas con la cola entre las patas. Pero conociendo al matrimonio oficial, imaginamos sin esfuerzo que ya habrá conseguido alguna tercerización, como ocurre con la adopción, a instancias de Brasil, de la norma japonesa de televisión digital, en la que viajaremos en los estribos (será una tercerización al cubo: Japón, Brasil, Argentina). Después de este acuerdo, el Amado Boudou espera que Japón tercie a favor de Argentina en el Club de París (y que lo mismo haga Sarkozy, a cuenta de un socio de Brasil). Al final de cuentas, los países que formaron la Unasur sabían de antemano que se estaban integrando a un proyecto militar brasileño.

Las compras de armas por parte de Chávez son más parasitarias, si cabe, porque drenan lo que reputan como un proceso popular, es decir que lo socavan. No se ve cómo este procedimiento puede servir a la defensa de la llamada revolución bolivariana. El socialista del siglo XXI no aprendió nada de los que dice renegar, pues es incuestionable que el armamentismo fue una de las causas principales que minó a la Unión Soviética. Los enemigos externos son peligrosos, pero más aún las contradicciones internas, que no pueden ser resueltas, sin embargo, con cohetes tierra-aire. Lo curioso del caso venezolano es que, en 2004, Chávez había comenzado a diseñar una llamada milicia popular que debía defender el territorio nacional mediante métodos guerrilleros. No es lo que pretende venderle Putin. El combate contra los Uribe lo deben decidir las masas de Colombia, que para ello necesitan, por sobre todo, de una orientación política. Lo ocurrido en Honduras debería servir de lección: la revolución no será improvisada.

América del sur no se encuentra embarcada en una carrera armamentista, pero ha duplicado el gasto en armamentos desde 2002 –casualmente desde que comenzó el boom de las exportaciones de materias primas. Es decir que el gasto no responde a la necesidad de la defensa nacional sino de gastar el dinero antes de que se lo lleve otro. Toda la miseria de la burguesía nacional y del nacionalismo se encuentra retratada en este derroche. De todos modos, es aleccionador que las noticias recientes se produzcan en el marco de una crisis mundial: ¡es que la promoción de la industria militar es lo que se llama una medida ‘anticíclica’: son una oportunidad de inversión, ¡lo que no significa que mejore la vida de las masas o la industrialización de los países atrasados!

Entretanto, la ‘comunidad suramericana’ ha dejado en el olvido a Honduras. Obama le quitó la visa al presidente de facto, pero el Comando sur de Estados Unidos invitó a las fuerzas armadas golpistas a maniobras militares, en las que también participa el gobierno de la redención nacional kirchnerista, junto al lulista y el frenteamplista, entre otros. Goriletti le dijo que podía meterse la visa donde quisiera, mientras arregló con el Pentágono que desista de esas maniobras. Al parecer, Zelaya se prepara, como lo hiciera Perón, para un retorno distante, cuando el movimiento popular alcance un desarrollo que haga temer por la supervivencia de la oligarquía. Zelaya se priva así de un 17 de octubre para protagonizar sin mediaciones la vuelta por Ezeiza y la degradación de los imberbes. El movimiento popular y los sindicatos deberían advertir esta situación a tiempo y preparar en forma sistemática una salida independiente. Las ONG de Europa y de Brasil, que merodean por Honduras, no están buscando una salida revolucionaria sino valerse de la crisis para montar un gran Forum social que prepare el retorno de Zelaya, “en su medida y armoniosamente”, o sea cuando no joda al poder constituido. Zelaya, mientras tanto, volvió a aceptar los términos de la mediación del ‘tico’ Arias. La Unasur nacional y popular es cómplice de todas las maniobras perversas que buscan asegurar que los golpistas pasen a mejor vida con el cumplimiento del cronograma electoral.

Que la generación del 2000 saque las conclusiones adecuadas, para no repetir el seguidismo de la derrota de la generación de los ’70.

Jorge Altamira
PRENSA OBRERA


Share on Google Plus

About Ricardo Abud (Chamosaurio)

This is a short description in the author block about the author. You edit it by entering text in the "Biographical Info" field in the user admin panel.
    Blogger Comment
    Facebook Comment

0 comentarios:

Publicar un comentario