Si sólo vemos la economía, Venezuela no es la parte débil
Por: Luis Alberto Matos
“El comercio exterior debe respetar la soberanía nacional, la igualdad plena entre las partes, la ventaja recíproca y la independencia económica.”
Vitali Alekseevich Zhamin
Desde siempre, el intercambio natural fué con el vecino. Entrego voluntariamente el excedente de aquellos saberes, bienes y servicios, donde soy más productivo, por aquellos que en iguales condiciones tiene quien vive al lado. Ambos nos beneficiamos y podemos incluso llegar a especializarnos en lo nuestro y superar los resultados de hoy.
Cuando llega un tercero lejano, con algo que mi vecino y yo adolecemos y necesitamos, quizás podamos negociar en conjunto, para progresar y satisfacer nuestras necesidades con las novedades y adelantos de otras latitudes. Hasta que aparece alguien quien, con poco esfuerzo y mucha picardía, captura para sí lo mejor del trío y se enriquece con el trabajo de todos.
Es la historia del mundo. Lo que vivimos hoy, es una repetición tecnológicamente actualizada de los sucesos en el Alto Egipto, las Cruzadas, el “Descubrimiento de América” y las guerras de la OPEP. Los “impasses” con Colombia son apenas un lance táctico del verdadero plan.
José Vicente Rangel lo estableció con claridad: “El fortalecimiento del dispositivo militar y de inteligencia de Estados Unidos en Colombia tiene en la mira a Venezuela, a su proceso revolucionario, el cual constituye un dolor de cabeza para la derecha latinoamericana y, por supuesto, para Washington”.
El objetivo: 316.000.000.000 barriles de petróleo en nuestro subsuelo. ¿Y el vecino está de acuerdo con el lance táctico? ¡Desearían los atacantes y sus voceros locales!
“Inquietud en exportadores por anuncio de restricciones a productos colombianos en Venezuela” titula un diario bogotano de alta circulación.
Y agregan cifras: “La balanza comercial binacional entre los dos países fue de 7.200 millones de dólares en 2008, favorable a Colombia cuyas exportaciones llegaron a 6.000 millones de dólares. El intercambio se ha multiplicado por tres en el último lustro”.
La Patria GrandeSon 2.219 kilómetros de frontera terrrestre común. Es el espacio sin límites ni separaciones en La Guajira, los llanos del Meta y el Apure. Es idioma, religión, costumbre, historia, música, hombres y mujeres más parecidos entre nosotros que a más nadie en el planeta. Es el mismo Libertador con idénticos ideales y un futuro común.
No deberíamos pelear entre hermanos sólo para que alguien obtenga provecho con esa disputa. El neoliberalismo y las grandes corporaciones serían los únicos beneficiarios. Tenemos los hidrocarburos que necesitan, ya no para desarrollarse, ni siquiera para mantenerse como presuntos líderes del orbe. Ahora los requieren para subsistir.
Balanza de PagosEn Bogotá, un diario señala: “Entre enero y mayo de este año, las ventas a Venezuela totalizaron 2.246 millones de dólares, lo cual representa un descenso de 0,8% frente al mismo lapso del 2008. Pero las exportaciones totales de Colombia caen 17%”. Menos del 5% de su promedio global.
Continúa: “el año pasado las exportaciones a Venezuela crecieron 17% a 6.091 millones de dólares. Los productos con mayor dinamismo fueron animales, leche, minerales, combustibles, papel, manufacturas, textiles y metales”.
¿A quién se los vamos a comprar? ¡A quien venda! Productos de uso cotidiano, competidores del “hermano país”, ya vienen desde Brasil y China.
Juan Francisco Rojas Penzo asegura que “Diversos analistas de los dos países subrayan la significación que tiene para Venezuela mantener a Colombia como proveedor, cuando la realidad ha puesto en evidencia que quienes enfrentan dificultades, para sustituir al mercado venezolano como destino, son los exportadores colombianos”.
Inmigración permanenteSiempre han sido muy bienvenidos. Se han mezclado con nosotros y forman parte activa de nuestra vida diaria. El colombiano, en Venezuela, es otro hermano más.
Lo cual no desmiente que la migración es de allá hacia acá. Son millones, tan bien recibidos, que el Gobierno Revolucionario ha realizado exitosos operativos de identificación para otorgarles cédula. Y nacionalizarse, para ellos, es fácil y rutinario.
Pero, eso tampoco niega que somos una salida para aquella población cuyos ingresos promedio allá es muy inferior. Una verdadera cerrada de la frontera incrementaría el desempleo en Colombia.
Su sistema financiero rebajaría sustancialmente la paga promedio por trabajador, especialmente nó calificados, que son la mayoría de quienes vienen a compartir con nosotros esta Patria de brazos abiertos.
Contrabando de exportaciónSi realmente pudiera cerrarse toda esa frontera, que nada saliera de aquí hacia allá ¿cómo quedaría el negocio de la gasolina? ¿Cuál la reacción de algunos “pesados”? O quizás “duros”, si me permiten la traducción. (Los otros “duros” sí como que tienen poder suficiente hasta para zanjar la situación allá).
Y no nos vamos a engañar: bastante comida, comprada aquí a precios subsidiados, sale por esos caminos “no tan verdes”. Y hasta regresa nuevamente para ser revendida aquí a precios de supermercado. ¡Doble ganancia! que dá para todo y para unos cuántos (en ambos lados).
Con razón allá, quienes manejan la economía privada “recomiendan al Presidente Alvaro Uribe que no le haga el juego al Presidente Chávez; que no lo rete pues su reacción iría en contra del empleo de muchos colombianos”.
jaquematos@cantv.net
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