La banca infernal: la esclavitud histórica de los Rothschild
Por: Alfredo Jalife-Rahme
Algo muy serio debió haber ocurrido tras bambalinas en los repartos de dividendos bursátiles en la cúpula del poder anglosajón para que The Financial Times, portavoz de la plutocracia neoliberal global (26/6/09), haya divulgado los vínculos de la célebre familia de banqueros, los Rothschild, con el comercio de esclavos.
Carola Hoyos tuvo acceso a documentos que revelan que dos de los principales nombres de la City de Londres, los Rothschild y los Freshfield, tuvieron vínculos previamente sin revelar con la esclavitud (¡extra súper sic!) en las colonias británicas.
Nathan Mayer Rothschild, patriarca de la familia de banqueros del siglo XIX, y James William Freshfield, fundador de Freshfields, principal firma legal (¡súper sic!) de la City, se beneficiaron financieramente con la esclavitud, según documentos de los Archivos Nacionales, pese a que ambos habían sido descritos como opositores (sic) a la esclavitud.
El problema de la verdad histórica es que no afecta a los criminales primigenios, sino a sus herederos: daño al que contribuyen los comentaristas y los medios de la época al obsequiar laxamente el epíteto de filántropos a cierto tipo de banqueros felones (válgase la tautología), quienes luego resultan unos crápulas execrables. Como en una ocasión expectoró el gran filósofo universal Baby Bush: para qué sirve el juicio de la historia, si para entonces ya estaré muerto.
Y en cierto sentido le asiste la razón inmediata, porque dos siglos resultan una eternidad para excavar en los archivos criminales de banqueros como los Rothschild, quienes han deambulado hipócritamente como benefactores del género humano, por lo que resulta imperativo en una verdadera democracia civilizada exponer en un máximo de 10 años todas las evidencias sobre todos los ciudadanos sin excepción, en especial los vínculos entre los banqueros y los políticos para que no sigan flagelando a la humanidad.
Lo ideal es que no existan archivos voluminosamente regazados que, por el contrario, deban ser instantáneamente consultables por los ciudadanos, lo cual ahorraría muchas transgresiones universales. Los archivos secretos, concepto anacrónico para la posmodernidad democrática transparente, alientan la perpetuación del crimen.
Viene una pista invaluable de Carola Hoyos sobre los Rothschild, quienes –también es justo desarchivar– contribuyeron en forma determinante a la creación del Estado de Israel: lejos de ser un asunto de historia distante, la esclavitud permanece como un tema altamente contencioso en Estados Unidos (sic), donde están muy activos (sic) los Rothschild y los Freshfield.
¿Se piensa desactivar los negocios lucrativos de ambos en Estados Unidos? ¿Se trata de una advertencia triangulada, mediante el gobierno desfalleciente de Gordon Brown, en Gran Bretaña, tan generoso en procurar sus archivos con dos siglos de atraso, cuando Obama, estigmatizado como antisemita (¡extra súper sic!) por los halcones israelíes, apenas empieza a apretar las tuercas al gobierno fundamentalista de la dupla Netanyahu-Lieberman?
La excavación en los archivos del poder, como hubiera proferido el filósofo galo Michel Foucault, no es un asunto menor y eviscera las entrañas financieras de los Rothschild desde las guerras napoleónicas, es decir, desde hace más de dos siglos de su reinado ininterrumpido en la banca occidental.
Hoyos comenta que los bancos que tuvieron en el pasado vínculos con las injusticias de la esclavitud se encuentran bajo presión para realizar compensaciones, como ha sido el caso de JP Morgan-Chase (nota: conectado con la familia Rockefeller y a Henry Kissinger) y Royal Bank of Scotland (nota: presuntamente propiedad de la familia real británica y controladora de banco Santander).
El quebrado banco Lehman Brothers y el insolvente Wachovia, las aseguradoras New York Life y Aetna (aseguradora del ramo médico), la Universidad Yale (donde colabora Zedillo), han confesado su culpabilidad en la trata de esclavos.
¿Cuál será la motivación para que tantos financieros (sean banqueros y/o aseguradores) se hayan involucrado en el comercio pasado y presente de esclavos? ¿Constituye la mentalidad bancaria una actividad consustancialmente esclavista?
Carola Hoyos juzga que probablemente la divulgación sobre los Rothschild y los Freshfield provoque el mayor revuelo. ¡No es para menos!
En el caso del señor (sic) Rothschild, los documentos revelan por primera vez que obtuvo ganancias personales (sic) al usar a los esclavos como colateral (¡extra súper sic!) en sus transacciones bancarias con un propietario de esclavos. ¡De náuseas!
Los banqueros Rothschild, otrora impolutos, organizaron el préstamo que financió el rescate por el gobierno de Gran Bretaña de los propietarios ingleses de esclavos cuando la esclavitud fue abolida en la década de 1830. Hoyos afirma que se trató del mayor rescate de la industria (sic) como porcentaje del gasto anual gubernamental, que empequeñece (sic) el rescate del sector bancario del año pasado. ¡Uf!
Melanie Aspey, archivista en jefe de los documentos de la familia Rothschild, reaccionó con incredulidad(sic) cuando fue alertada sobre el contenido de los documentos y alegó que nunca había sabido de tales vínculos. ¡Para eso la colocaron como archivista, encubridora de la famiglia!
En forma ligera para los tamaños de un pretendido historiador de Harvard y biógrafo exclusivo de los banqueros Rothschild, Niall Ferguson culpó a toda la industria (sic) de la esclavitud que había penetrado la estructura de la riqueza británica en la década de 1830, es decir, justifica que los célebres banqueros no eran excepción.
La odisea de la firma legal de Freshfield no es tan diferente en su calidad de defensora de los propietarios de esclavos en el Caribe, llegando a participar como fideicomisarios (sic) en el rescate del gobierno para compensar la abolición. ¡Con razón era la principal firma legal en Londres!
Los herederos del indiciado con dos siglos de atraso, James William Freshfield, protestan que su antecesor “fue un miembro activo de la Sociedad de la Iglesia Misionaria (Nota: cercana a los anglicanos y otras denominaciones protestantes) que estaba comprometida (sic) con… la abolición del comercio de esclavos”. ¡Ésos son los peores: los simuladores farisaicos!
¿Fue Gran Bretaña enteramente (sic) construida con sangre (sic) de esclavos?, indaga crudamente Nick Draper, académico del University College of London, quien ha recabado una base de datos sobre la esclavitud en Gran Bretaña. ¿Cuál es la diferencia entre los Rothschild de 1830 y sus herederos banqueros, quienes 179 años más tarde, bajo el depredador modelo neoliberal global han ejercido imperturbablemente la invisible esclavitud financiera del género humano en la City, Wall Street y Tel Aviv, al unísono de sus sucursales tropicales?
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