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15 septiembre 2008
Medios manipuladores, periodistas indignos: La matanza de campesinos en Bolivia según la prensa lacaya española
Medios manipuladores, periodistas indignos: La matanza de campesinos en Bolivia según la prensa lacaya española
Un análisis del tratamiento informativo que la prensa capitalista española ha dado a la matanza de campesinos indefensos en Bolivia.
Por: Pedro Antonio Honrubia Hurtado de Granada, Andalucía
Que los medios de comunicación de masas son un instrumento en manos de la alta burguesía cuya función principal es defender los intereses económicos de sus dueños por vía de la manipulación, el engaño, la mentira y el sesgo informativo, a estas alturas de la película, es algo que nadie en su sano juicio se atreverá a poner en duda. Que en lugar de transmitir de manera objetiva la información que reciben de lo que acontece en el mundo, se dedican a filtrar los contenidos según se ajusten o no a la línea editorial impuesta por los propietarios del medio, a estas alturas de la partida, es algo por todos sabido, a poco que uno tenga una mínima capacidad crítica que le permita analizar la realidad que le rodea. Nada de esto deberá sorprendernos, diría más, por más que nos pese a la gente de izquierdas, al ser estos medios de propiedad privada, sus dueños tienen cierto derecho para hacer y deshacer a su antojo, siempre y cuando no transgredan las leyes del estado. Ahora bien, que los periodistas que trabajan en estos medios privados se presten sin rechistar a jugar con el derecho a la información de la gente de la calle, minimizando actos tan bochornosos como el terrorismo organizado, el asesinato, la barbarie y los ataques sistemáticos a los derechos humanos por grupúsculos fascistas, eso, eso ya resulta bastante más preocupante, por la inmundicia que supone.
¿En qué clase de personas se han convertido, señores “periodistas” de los medios privados?, ¿no les queda lugar en el corazón para un mínimo de humanidad?, ¿tanta importancia tienen para ustedes el puesto que ocupan en su respectivos medios, que no son capaces de sentir el mínimo dolor por la muerte de decenas de personas inocentes?, ¿tan degradada está su escala de valores que anteponen su trabajo servicial y lacayo al derecho a la vida de los seres humanos y la denuncia del fascismo terrorista?, ¿no tienen, aunque sea, un mínimo de consciencia que les impida dormir por las noches por todo lo que están haciendo, todas las mentiras que están soltando y toda la mierda que nos están haciendo llegar cada día a los ciudadanos que sólo queremos saber de aquellas cosas que pasan en el mundo?, ¿tan poco valoran su dignidad que se venden al fascismo por un sueldo de unos pocos miles de euros y algo de prestigio “profesional”?
Digo todo esto, por el bochornoso e inmoral trato informativo que desde los medios de comunicación privados españoles (y públicos, porque aquí, con un estado puesto al servicio del imperialismo, no se salva nadie) nos están haciendo llegar en estos días en relación a los brutales acontecimientos que vienen desarrollándose, para vergüenza de la humanidad, en Bolivia. Para los medios españoles, los verdugos pasan a ser víctimas, y las víctimas verdugos. El fascismo se vende como democrático, y la democracia como totalitarismo. El robo, el escarnio, la avaricia, la insolidaridad y el saqueo de recursos forma parte de una “rebelión cívica”, mientras la verdadera “rebelión”, la del pueblo boliviano en su amplísima mayoría (67% de apoyo según la última consulta popular), que es de naturaleza solidaria, justa y preocupada por el progreso de los más desfavorecidos, pasa a ser un proyecto autoritario que pretende robar a la “Bolivia rica” sus recursos. Pero lo peor de todo, lo más indignante, lo que de verdad debería hacer que se les callera la cara de vergüenza al suelo, si es que tuvieran, a esos trabajadores de los medios privados, es el intento descarado que han venido desarrollando en estos últimos días (aunque no es novedad) de hacer pasar a los muertos causados por la acción del fascismo paramilitar de oposición, como si fuesen efectos colaterales de los “enfrentamientos” entre partidarios del gobierno y opositores ¿No se les mueve ni un hilo de humanidad en esos corazones suyos cuando hablan del asesinato a sangre fría de decenas de personas y lo venden al público, por mandato de sus superiores, como si de algo circunstancial se tratase?, ¿o será acaso que para entrar a trabajar en esos sitios privados vendidos al capital hace falta carecer de toda humanidad?
¿Se imaginan ustedes, señores lectores, cuáles hubieran sido los titulares, subtitulares y editoriales de estos mismos medios de comunicación privados si, por ejemplo, un grupo de partidarios de Evo Morales o de Hugo Chávez hubiesen asesinado a sangre fría a decenas de opositores desarmados?, ¿se lo imaginan? Bueno, no hace falte que lo imaginen, tan sólo debemos echar un vistazo por las hemerotecas de los diferentes diarios españoles tras los acontecimientos del 11 de abril de 2002 en Venezuela, cuando, supuestamente, grupos chavistas habrían atacado a manifestantes indefensos de la oposición, para encontrar la respuesta. En aquel momento, todos los diarios españoles dejaban bien clarito, ya desde el titular o subtitular de la noticia, o por vía de alguno de sus editoriales, la autoría de los hechos, la responsabilidad de los chavistas en el asesinato de inocentes. El diario El País, por ejemplo, en un infame editorial del día 13 de abril que deberá ser recordado en los anales del periodismo democrático como una verdadera afrenta a la profesión, titulado “Golpe a un Caudillo”, y en el cual justificaba el golpe de estado cívico-militar, escribía lo siguiente “La gota que colmó el vaso y levantó a los militares fue la represión protagonizada por la policía y francotiradores adictos a Chávez, que causaron 15 muertos y un centenar de heridos el jueves, en la tercera jornada de una huelga general que unió paradójicamente a sindicatos y empresarios”. En este mismo diario, el día 14 de abril, una vez el presidente Chávez había vuelto al poder, se titulaba otra noticia de esta guisa “Los tiroteos de grupos chavistas causaron hasta 24 muertos”. El diario El Mundo, por su parte, no le iba a la zaga. En una noticia de portada del día 12 de abril que titulaba “11 muertos en Caracas tras una masiva protesta ante la residencia de Chávez”, ya en el subtítulo dejaba claro que “Testigos aseguran que francotiradores de los Círculos Bolivarianos dispararon desde las azoteas contra la manifestación de medio millón de personas”. También el diario ABC, el 12 de abril, en una cronología de los principales hechos acaecidos en Venezuela durante los años de mandato de Hugo Chávez hasta esa fecha nos decía “11 de abril: Una concentración de miles de personas de la oposición frente a PDVSA decide sobre la marcha acudir al palacio presidencial de Miraflores a pedir la renuncia de Chávez y se topa con simpatizantes "chavistas" en un tiroteo que deja al menos 12 muertos y 110 heridos”. Como se ve, para cualquier lector no informado, e incluso diría que poco interesado por el tema, no hubiera sido demasiado difícil conocer que “los grupos chavistas habían disparado contra una manifestación de inocentes opositores causando al menos una decena de muertos”. Y toda esta “claridad informativa” a pesar de que la noticia que estaban dando era completamente falsa, como posteriormente se ha demostrado (véase, por ejemplo, el documental “Puente Llaguno: Claves de una masacre”). Tras esto, veamos ahora el tratamiento que la prensa española ha dado a los sucesos acaecidos en los últimos días en Bolivia, que han dejado ya un total de 15 muertos según las últimas informaciones. Pero antes de nada, para incidir un poco más en el carácter moral que se esconde tras estos “periodistas” que publican y redactan las noticias en los diferentes medios privados españoles (a ver si así logramos remover aunque sea una sola consciencia de alguna de estas personas), recordemos que la excusa que la oposición boliviana viene esgrimiendo para la justificación de estos actos de terrorismo fascista, no es otra que la supuesta reclamación en torno a la devolución de un impuesto sobre los hidrocarburos que el gobierno boliviano habría puesto al servicio del estado para, nada más y nada menos, en un flagrante atentado contra los derechos humanos (como se podrá apreciar), sufragar el gasto público derivado del pago de la denominada “renta dignidad”. La renta dignidad, para quien no lo sepa, consiste en el pago de 320 dólares anuales a personas mayores de 60 años sin jubilación, mientras los jubilados de la misma edad recibirán un mínimo de 240 dólares mensuales. Esta renta, orientada a paliar la pobreza extrema en la que se encontraban millares de ancianos bolivianos, es financiada, según indica la ley que le dio vida, con recursos económicos procedentes del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) que hasta ese momento cobraban y controlaban en su totalidad las prefecturas departamentales. Es decir, en el país más pobre de Sudamérica, resulta que el gobierno del estado ha tenido la bochornosa y humillante idea de dedicar una parte de los ingresos generados por la principal fuente de recursos del país para garantizar una vida digna a aquellas personas con una edad avanzada que ya no les permite trabajar, y que, por un motivo u otro, no tenían hasta ese momento fuente de ingresos alguna. Todo un atentando a la humanidad, sin duda. Es por ello, como ustedes comprenderán, que los opositores bolivianos se han ofendido tanto que han tenido que matar, para vengar tal afrenta, a decenas de partidarios de Evo Morales, y los medios de comunicación españoles, indignados también por la inhumana iniciativa de Morales, se han visto en la tesitura obligada de ponerse de lado de los opositores, manipulando la información, camuflando la verdad, y haciendo pasar, en lo posible, a los verdugos por víctimas y a las víctimas por verdugos, o, lo que viene ser lo mismo, llamando “muertos en enfrentamientos entre opositores y partidarios de Evo Morales” a lo que en realidad es una matanza terrorista y fascista llevada a cabo por las fuerzas de choque de las prefecturas opositoras contra campesinos desarmados que marchaban pacíficamente hacia una reunión en la cual poder dictaminar el modo en cómo debían organizarse para hacer frente a la avalancha reaccionaria de los opositores desarrollada en los últimos días.
Así, la noticia más bochornosa, por descarada, es la que podíamos leer el día 12 de septiembre en la edición virtual de La Razón, que éste diario titulaba con la siguiente frase “Rebelión en la Bolivia rica”, acompañada acto seguido del siguiente subtítulo “Los partidarios de Morales se enfrentan a tiros con grupos opositores. Cuatro muertos y decenas de heridos en Pando”. Es decir, según se desprende de los titulares de este diario, han sido los partidarios del presidente boliviano quienes se han enfrentado a tiros con los sanos muchachotes de la oposición “cívica”, causando cuatro muertos. Para colmo, a pesar de las innumerables fotos e imágenes que podríamos encontrar de la barbarie opositora en estos últimos días, el diario acompaña la información con una foto en la que se puede ver a un reducido grupo de seguidores de Evo Morales atacando a un coche vacío de la oposición, por si acaso al lector le quedaba alguna duda de quiénes son los malos en toda esta movida. Eso sí, ya en el cuerpo de la noticia, pero siempre en palabras de viceministro de interior boliviano, para que quede claro que no es una afirmación objetiva sino un comentario personal de parte interesada, se dice que al menos dos de los muertos eran campesinos afines al gobierno atacados con armas de fuego por seguidores de la oposición (lo de “armas de fuego” bien entrecomillado para que no haya duda alguna de la subjetividad de la información dada por el viceministro). Por su parte, el diario El Pais publicaba también en su edición en papel de este mismo 12 de septiembre la siguiente noticia “La violencia política se cobra ocho muertos en Bolivia”, desarrollada en su edición en internet bajo el titular “La violencia ahonda la crisis boliviana”, y acompañado por el subtítulo “Ocho muertos en enfrentamientos entre autonomistas y seguidores del presidente”. Este diario, bueno, mejor dicho, el periodista servicial, lacayo y sumiso que firma la noticia, un tal M. Á. Bastenier, ni tan siquiera tiene la decencia de aclarar en algo los hechos, limitándose a desarrollar un escueto pero revelador “En Pando hubo ayer un enfrentamiento que se saldó con cuatro muertos y varios heridos” (revelador para nosotros respecto de su condición inmoral, no para los lectores de la noticia en su afán por saber la verdad, claro está). En la misma dinámica, para El Mundo, también en su edición virtual, la noticia merece el siguiente titular “Los disturbios en la región boliviana de Pando se cobran, al menos, ocho muertos”. En este caso, en el cuerpo de la noticia aparece nuevamente la información dada por el viceministro de interior boliviano donde se dice que éste aseguró que lo acontecido se trata de una "masacre perpetrada en contra de campesinos" (el entrecomillado nuevamente es de cosecha propia del diario, dejando claro, al igual que ocurría en el caso de La Razón, que se trata de una información subjetiva de parte interesada, y no una información objetiva del diario). Lo que sí es una información objetiva del diario, a juzgar por la carencia de entrecomillado, es la siguiente afirmación expuesta unos párrafos después “esta madrugada un grupo de campesinos seguidores del Gobierno fue bloqueado por opositores cuando se trasladaba al municipio de Filadelfia. Allí se produjo un enfrentamiento armado entre ambos grupos que se ha causado de momento ocho víctimas, entre ellas un ingeniero de la Prefectura, un concejal de Porvenir y dos campesinos”. Todo esto, a pesar de que ninguna fuente ha podido confirmar que los campesinos estuvieran armados y respondieran con armas de fuego a la agresión recibida, además de que diferentes campesinos y testigos presentes afirman que éstos estaban desarmados ( (1), (2), (3) ). Es sabido, que la información de que los campesinos estaban armados y habrían respondido a los disparos con más disparos proviene de unas declaraciones del prefecto de Pando, señor Leopoldo Fernández, sin embargo, lo que para el caso del viceministro del interior es una información subjetiva de parte interesada que debe ser convenientemente entrecomillada por el redactor de la noticia, en éste otro caso no se menciona en ningún momento al prefecto como causante de la información, siendo presentada, por tanto, como si de una información absolutamente objetiva y veraz se tratase. Incluso para el recientemente creado diario Público, que se auto declara a sí mismo progresista, en una noticia también del 12 de septiembre titulada “Continúa la toma de instituciones en Bolivia”, ya en el subtitular se habla también de que “los enfrentamientos se recrudecen entre oficialistas y autonomistas (…) los choques ya han provocado cuatro muertos”.
Como se puede observar, mientras que en la matanza de Puente Llaguno no hacía falta leer más de unas pocas líneas para hacerse una idea de lo crueles y despiadados que eran los grupos de choque chavistas, responsables con sus actos criminales de la muerte de decenas de opositores indefensos, en el caso de la masacre de Pando la impresión que uno saca a primera vista es bien diferente. En este caso no nos encontraríamos ante unos grupos de choque despiadados y asesinos que la han emprendido a balazos contra una marcha pacífica de campesinos desarmados, sino que, sin ninguna duda, estaríamos ante las consecuencias trágicas de un “enfrentamiento armado” entre ambos bandos, consecuencia de la situación de inestabilidad política en la que se encuentra inmersa el país, y de la cual ambos bandos son por igual víctimas y verdugos, cuando no directamente son los opositores quienes están sufriendo la violencia por parte del gobierno boliviano y sus campesinos afectos. Poco importa que más del 90% de las víctimas de esta matanza sean campesinos oficialistas que marchaban pacíficamente. Poco importa que los actos de violencia vengan sucediéndose regularmente a lo largo y ancho de los departamentos opositores, con ataques sistemáticos contra los oficialistas. Poco importa que en los últimos días diferentes sedes de instituciones estatales en las principales ciudades opositoras hayan sido asaltadas violentamente por grupos de choque opositores, agrediendo y obligando a abandonar las instalaciones a los allí presentes. Poco importa que en los departamentos opositores las agresiones racistas contra los indígenas se hayan venido sucediendo de manera brutal desde que Evo Morales tomase el poder del estado. Poco importa, en definitiva, que el 67% del país esté viendo como, a través del uso de la violencia terrorista-fascista, el 33% restante pretende imponerles un modelo de país que va en contra de los intereses de la inmensa mayoría del pueblo boliviano, y sólo a favor de unas pocas élites terratenientes privilegiadas que desde siempre han tenido bajo su dominio absoluto los recursos del estado. Lo que importa es hacer ver, como no podía ser de otra manera y cuanto más claro mejor, que todos estos movimientos fascistas están legitimados para la acción, y que el uso de la violencia terrorista-fascista no es más que la consecuencia lógica de la tesitura política en la que Evo Morales ha metido al país desde que se hizo cargo de la presidencia. Una violencia que es usada, eso sí, no como un medio para la acción política, no como un instrumento de terror, sino como un mecanismo de defensa frente a los ataques del estado, y, especialmente, como modo de hacer frente a cuantos “enfrentamientos con los partidarios de Morales” se vayan sucediendo en el camino de estos luchadores por la libertad de Bolivia enrolados en las filas de la oposición “democrática”.
Como digo, que los propietarios de los medios de comunicación privados sean partidarios de dar a la situación boliviana este enfoque mediático me parece hasta normal, indignante, pero normal (en virtud de los intereses que tienen en defensa del capitalismo y de los negocios imperialistas de las multinacionales españolas en América Latina). Ahora bien, que periodistas licenciados, supuestamente simples trabajadores asalariados que han estudiado una carrera de este estilo por vocación y con afán verdaderamente informativo, se presten a hacerles el juego a estos señores, es lo que verdaderamente me preocupa. Que aquellos que supuestamente deben ser los adalides de la verdad informativa en el mundo se prostituyan intelectualmente de esta manera ante el poder establecido, que se vendan de tal manera por unos pocos de miles de euros al mes a su amo y señor dejando atrás toda huella de dignidad periodística y de humanidad moral, no es que no me parezca normal, es que, sencillamente, me da ganas de vomitar.
Son ustedes, señores “periodistas”, y no quienes os dominan a su antojo por unas migajas de lo que recaudan en sus negocios, los verdaderos responsables de que la sociedad española cada día que pasa esté más idiotizada, de que cada día que pasa esté más dispuesta a aceptar sin rechistar que para mantener al alza el beneficio de la burguesía oligárquica en sus negocios internacionales, ni tan si quiera el asesinato y la muerte de gente inocente y desarmada es un impedimento moral. Son ustedes, en definitiva, quienes por unos pocos de miles de euros al mes venden la dignidad de más de 40 millones de ciudadanos que para bien o para mal, que sintiéndonos o no españoles, habitamos en este estado neo-imperialista.
Vuestra prostitución intelectual no tiene límites, y que me perdonen las putas y putos, un oficio, cuando es voluntario, tan digno como cualquier otro, donde el 100% de ellas y ellos tienen una calidad moral y humana infinitamente superior a la que ustedes demuestran cada día desde esos teclados de ordenador en que redactan las noticias que luego salen publicadas por los medios imperialistas y pro-golpistas a los que con tanto gusto estáis sirviendo a base de bajarse los pantalones de la dignidad un día tras otro.
Lo diré claro, dais pena, porque una persona que se vende así por unos pocos euros al poder establecido, en contra del progreso y el bienestar de miles de millones de personas en todo el mundo, no puede dar otra cosa. Pobres diablos.
Aunque, pensándolo bien, también dais bastante asco.
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