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18 septiembre 2008

Desestabilización en Bolivia: el legado que faltaba en la administración de George W. Bush

Desestabilización en Bolivia: el legado que faltaba en la administración de George W. Bush

La gravedad de esta crisis boliviana no lo es por las implicancias de desestabilización regional que podrían, hasta el momento, ser mínimas. La gravedad está en la prerrogativa que se arroga EEUU, en intervenir en los asuntos políticos internos de un país con la posibilidad de provocar un quiebre institucional

La probable crisis regional que algunos atisban no es en la región en sí misma, sino en la continua ascendencia y en algunos casos más extremos en el intervencionismo de la política exterior de EEUU en los estados en América Latina contando con el apoyo de aliados internos en los países.

EEUU y la alianza transatlántica, considerando la asonada rusa en el Cáucaso y otros movimientos en Asia, entra en la fase más radical de reorganizar el actual orden político internacional con la confirmación de ciertos "alineamientos duros" basados en coordenadas de proximidad geográfica. Bolivia, como Venezuela, o cualquier país de esta parte del hemisferio occidental debe alinearse. La oligarquía boliviana estará defendiendo las prerrogativas de su riqueza, sin embargo para EEUU el alcance es mayor y más estratégico.

La práctica de formar alianzas entre un poder externo y otro interno para desestabilizar un gobierno y con ello amenazar la integridad de un estado, está más vigente que nunca. EEUU regresa a operaciones que se pensaban erradicadas. Sin embargo era un espejismo, porque al pensar que la invasión a Irak quedó atrás, por lo observado en Bolivia, queda claro que la actual administración republicana debe finalizar su mandato con una línea de continuidad en su política exterior, es decir, intervención de los estados renuentes a encuadrarse en la única óptica o matriz posible: adopción irrestricta con los principios de la alianza occidental, preservar la privatización, la desregulación, y apertura de mercados.

Flagrante

Si bien la actual crisis política en Bolivia responde a fenómenos intrínsecos al proceso de reformas impulsado por el Presidente Evo Morales, la agudización de la situación - con enfrentamientos que han dejado varias víctimas fatales- ha sido estimulada por la intervención estadounidense.

Una copiosa información -fundamentalmente divulgada por ARGENPRESS desde hace varios meses-, revela el montaje de la administración republicana para desestabilizar al Gobierno de Evo Morales. El anuncio del fin de este gobierno, es como el cuento del lobo. Que viene y no aparece. Finalmente Bolivia está en un tris de convertirse en el polvorín político que ya venía desarrollándose con las sucesivas propuestas para reformar el estado del gobierno de Morales y la convencional alianza de un poder externo con un poder interno en función de ruptura política.

Fiel al legado republicano, y particularmente de la era inaugurada en los años 70 por Richard Nixon con todo el catálogo de la guerra fría clásica, EEUU no redime. Es protagonista una vez más en la desestabilización de una nación inamistosa e imprevisible (para EEUU y la Alianza Transatlántica), usando el término de una columna de opinión de un matutino nacional favorable a esta intervención extranjera en Bolivia.

Bolivia pareciera hacer estallar una bomba de tiempo en la región que se estaba acumulando por ocho años de frustraciones en la administración liderada por el presidente George W. Bus h. para mantener la supremacía en el control de los estados. El capital transnacional está con todo su poderío, pero este debe funcionar en estados que le respondan a sus claves directas. Con el surgimiento de políticos más autónomos respecto a estas claves, asumiendo roles de jefes de estado, esta administración sumaba el tiempo perdido. El argumento cliché de que Irak absorbió toda la energía y la inteligencia política no bastaba. Había que hacer algo certero en la región, al menos para colaborar con un logro internacional en la campaña de John MacCain. Allí estaba Evo Morales a tiro de cañón, con sus propias batallas internas y esa oligarquía boliviana monstruosamente incansable y dispuesta a todo.

Para la actual administración, debería existir una obrita mayor, en el contexto de una región marcadamente proclive a EEUU. Con Hugo Chávez Frías, George W, Bus h finalmente no pudo y menos con Fidel Castro Ruz. Kirchner y Fernández con el justicialismo argentino son inmanejables, el viejo feudo centroamericano se disgrega en unidades más autónomas, hay antagonismos nuevos como el de Honduras, y Nicaragua otra vez queriendo ocupar su propia trinchera. Pero sí podía ser con el eslabón más delgado de la cadena de estados propensos a la desestabilización en medio de la crisis del estado liberal, que pocos admiten. Ese estado es el más frágil de todos por estar montado sobre una de las estructuras sociales más desiguales del planeta. Bolivia, el Nepal de América Latina, sin monarquía, pero con una oligarquía económica y política que se ha creído tal.

Aquella frase

Con el calor, empieza la expulsión de embajadores en Bolivia, Venezuela, y un escenario de fuego cruzado. De pronto el golpe publicitario de la frase de Chávez, desafortunada para algunos; emblemática para otros: "Váyanse al carajo yanquis de mierda, tenemos dignidad". La historia política de América Latina, retratada en la retórica de un militar político de tomo y lomo. Ronald Reagan el epítome del republicanismo moderno en EEUU, también la retrató con otra frase legendaria: De la única forma que los latinoamericanos responden es con la patada en el traste.

Al mismo tiempo, está la frase: Países (en América Latina), creados como estados de guerra; (Góngora, Mario). Los militares que dieron golpes de estado en América Latina apoyados por administraciones republicanas en la Casa Blanca, y que después se sintieron usados y traicionados, pueden ser interpretados por aquella frase de Hugo Chávez, aunque discrepen de sus ideas.

EEUU especialmente con la influencia del neoconservadurismo, apertrechados por interpretaciones superficiales de las tesis de Leo Strauss, en hacer renacer a los estados para encontrar el ideal político, se ha encaminado en una trayectoria de refundación de los estados sin consultar a nadie. Se comenzó con Irak a través de una operación encubierta usando el expediente de un fraude en la información y la operación permanece aún impune. El tema es que EEUU no está solo. Para que actúe con esa impunidad hay aliados poderosos, y uno de esos aliados importantes es la Comunidad Europea que tiene vastos intereses en la región, vía compañías en las áreas de la energía, comunicaciones y servicios.

La reunión de este lunes en Santiago de Chile, con motivo de la UNASUR es oficiosa en la intermediación para detener más daño cívico, pero es demasiado tarde para impedir la decisión ya tomada entre el poder corporativo de las regiones antagónicas al Gobierno de Evo Morales y el gobierno estadounidense de la actual administración republicana para derrocar al gobierno boliviano. Esto es grave, porque demuestra que el sistema internacional de relaciones políticas no se recupera y no existe el mecanismo para prevenir la intervención extranjera unilateral en los países.


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