Cuba, los huracanes y la hipocresía de Washington
Cuba, los huracanes y la hipocresía de Washington
Por: Salim Lamrani
El gobierno estadounidense desea una rendición incondicional de pueblo de Cuba y sigue sin perdonarle su desobediencia de 1959...
Los ciclones Gustav e Ike, que golpearon la región caribeña en agosto y septiembre de 2008, resultaron particularmente mortales para ciertas naciones como Haití, Jamaica y República Dominicana, en las que varios cientos de personas perdieron la vida. En Estados Unidos, Gustav causó 26 víctimas e Ike 51.1
Por su parte, Cuba sólo tuvo que lamentar cinco fallecimientos por los dos huracanes, gracias a las evacuaciones preventivas masivas que llevaron a cabo las autoridades y que permitieron proteger a la población. Más de 2,5 millones de personas fueron puestas a salvo y se utilizaron más de 10.000 vehículos para ello. En total se movilizaron 87.000 personas para la protección de las vidas humanas.2
El Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil informó de que «la pérdida de las siete vidas humanas al paso del reciente huracán, en lo esencial, no fueron sólo consecuencia directa de los efectos de Ike, sino de la falta de observancia estricta de las medidas ordenadas por el sistema de la Defensa Civil». En efecto, algunas víctimas regresaron a sus casas antes de que las autoridades diesen luz verde, otras se negaron a evacuar o dieron prueba de una lamentable imprudencia tratando de desmontar una antena de televisión y resultaron electrocutadas.3
En cambio, los daños materiales fueron considerables. El país está devastado. El huracán Gustav destruyó cerca de 125.000 viviendas.4 El paso del ciclón Ike dañó otras 323.800. En total, más de 450.000 viviendas resultaron afectadas en diversos grados, según el Instituto Nacional de la Vivienda.5
La agricultura recibió un golpe terrible. La mayor parte de las cosechas resultaron afectadas y varios cientos de miles de animales de cría perecieron, lo que puede crear una grave crisis alimentaria en la nación. Más de 700.000 toneladas de alimentos se destruyeron. La producción y distribución de alimentos se han convertido en las prioridades absolutas del gobierno cubano. Los supermercados de la Isla padecen un grave problema de abastecimiento.6
Las autoridades cubanas evaluaron las pérdidas en cinco mil millones de dólares. La infraestructura eléctrica está gravemente dañada, llegando al 100% en la Isla de la Juventud. Numerosas reservas de agua potable se han destruido. El gobierno subrayó que «años de trabajo intenso» esperaban a los cubanos.7
Las autoridades se mostraron explícitas con los ciudadanos y anunciaron tiempos difíciles:
«Sería de ilusos o malintencionados pensar que las reservas materiales creadas por un país pequeño como Cuba, con una limitada capacidad financiera y guerra económica en su contra durante más de medio siglo, pueden ser suficientes para solucionar el desastre nacional que acaban de provocar los huracanes Gustav e Ike [...]. Imposible resolver la magnitud de la catástrofe con los recursos disponibles.8
Todas las reservas nacionales, creadas en previsión de una agresión militar estadounidense, se han puesto a disposición de la población: alimentos, combustible, material de construcción, medicinas etc. El General de división Carlos M. Lezcano Pérez, Presidente del Instituto Nacional de Reservas Estatales, subrayó que «todas las reservas, sin excepción, se están empleando para satisfacer las necesidades del pueblo».9
La hipocresía de la Casa Blanca
La solidaridad internacional fue inmediata aunque insuficiente. Varios países como Venezuela, Rusia, España, China, Perú, Bolivia, Argentina y Brasil, entre otros, ofrecieron una ayuda humanitaria de emergencia a Cuba que llegó rápidamente.10 España, Rusia, China y Venezuela fueron los primeros en reaccionar de manera rápida y eficaz11. Desde luego, todas esas naciones ayudaron de manera incondicional a Cuba.
Por parte de Washington, el gobierno propuso una ayuda humanitaria de 100.000 dólares a Cuba. «Estados Unidos informó [...] al gobierno de Cuba de que está preparado para aportar ayuda humanitaria inmediata a los cubanos afectados por el huracán Gustav», declaró Sara Mangiaracina, portavoz del Departamento de Estado.12
Pero la oferta estadounidense era hipócrita. En efecto, se impusieron dos condiciones a Cuba. Por una parte, La Habana tenía que aceptar la inspección de un grupo de expertos estadounidenses para evaluar los daños y las necesidades, como si los cubanos fueran incapaces de proceder a ese tipo de evaluación. Por otra parte, la ayuda sería distribuida, exclusivamente, por medio de organizaciones no gubernamentales, es decir las entidades de extrema derecha de Florida, ferozmente opuestas al gobierno revolucionario.13
En la Isla, el cinismo de Washington y la utilización política de la tragedia natural que golpeó a la población cubana en pleno corazón fueron poco apreciados. En efecto, Washington es la única capital que ha condicionado su ayuda, mientras que los demás países ofrecieron inmediatamente su apoyo sin imponer ninguna exigencia. Cuba es el único país golpeado por los ciclones al que Washington condiciona su oferta. El carácter discriminatorio de la posición estadounidense se percibió en Cuba como una ofensa.
Frank Mora, especialista de Cuba en el National War College de Washington, recordó que:
«En el pasado, Estados Unidos actuó de forma honorable y rápida en respuesta a los huracanes en América Central, a los tsunamis en Indonesia y a los terremotos en Pakistán: eran los primeros en llegar, con los recursos más importantes y sin imponer ninguna condición. No ha sido así para Cuba. Resulta embarazoso y vergonzoso que la política se inmiscuya en un momento en el que el pueblo cubano sufre».14
La oferta estadounidense no puede considerarse con seriedad. Mientras Cuba sufrió daños equivalentes a cinco mil millones de dólares, Washington, la primera potencia mundial, sólo propuso la insignificante suma de 100.000 dólares. Como comparación, Timor Leste, minúsculo archipiélago del Pacífico, con múltiples problemas económicos y sociales, ofreció una ayuda cinco veces más elevada.15
Del mismo modo, la Casa Blanca otorgó una ayuda de 20 millones de dólares a Haití, es decir una suma 200 veces mayor que la propuesta para Cuba, mientras que el país cuenta con una población dos veces inferior a la del archipiélago del Caribe y los daños materiales, aunque considerables, son menores que en Cuba.16
Incluso Jorge Mas Santos, el presidente de la Fundación Nacional Cubano Americana, una organización de extrema derecha basada en Florida y visceralmente opuesta al gobierno de La Habana, calificó la ayuda propuesta por la administración Bush a Cuba «es francamente insultante».17
La respuesta de La Habana
Por su parte, la diplomacia cubana respondió con un comunicado al Departamento de Estado poniendo en evidencia su doble discurso. La Habana recordó, en primer lugar, que el envío de un equipo de especialistas para evaluar los daños no era necesario pues «Cuba cuenta con los especialistas suficientes» para realizar esa labor.18
Luego, el Ministerio de Relaciones Exteriores se mostró bastante explícito : «Si el Gobierno de Estados Unidos tiene una auténtica voluntad de cooperar con el pueblo cubano, se le solicita que permita la venta a Cuba de materiales indispensables, tales como cubiertas para techos y otros para reparar viviendas y para restablecer las redes eléctricas», subrayó el comunicado. Cuba también pidió a Washington que eliminara las restricciones que impiden que las empresas estadounidenses concedan créditos comerciales privados a la Isla para la compra de alimentos. En efecto, las sanciones económicas prohíben a las multinacionales estadounidenses vender alimentos a crédito a Cuba.19
«El Gobierno de los Estados Unidos se comporta cínicamente», afirmó La Habana, que no cree en la voluntad de Washington de cooperar. «¿Por qué el gobierno de Estados Unidos se niega a permitir a Cuba que compre allí materiales para reparar viviendas, cubiertas para techos o componentes para restablecer las redes eléctricas?», preguntó el gobierno de Raúl Castro. «¿Por qué prohíbe a empresas estadounidenses, y a sus filiales en cualquier país, que ofrezcan a Cuba créditos privados para comprar alimentos que actualmente sonimprescindibles para garantizar la alimentación de la población afectada y reponer las reservas del país en previsión de nuevos huracanes?»20.
Cuba recordó que no ha pedido ningún favor a Estados Unidos, «Simplemente, que le permita comprar». «Lo demás, es pura retórica, pretextos y justificaciones que nadie se cree», señaló La Habana21.
Las autoridades cubanas recordaron que las sanciones económicas en vigor desde 1960 tienen para la nación, cada año, un coste superior a los daños causados por el ciclón Gustav. En el año 2007, el bloqueo económico costó la bagatela de 3.700 millones de dólares al país. «Lo único correcto, ético, conforme con el Derecho Internacional y a la voluntad casi unánime de la Asamblea General de las Naciones Unidas, sería eliminar total y definitivamente el férreo y cruel bloqueo económico, comercial y financiero aplicado durante casi medio siglo contra nuestra Patria», concluyeron.22
Una actitud cínica
Cuando los medios occidentales interrogaron al Departamento de Estado sobre el condicionamiento discriminatorio de la ayuda para Cuba, Sean McCormak fue incapaz de responder.23 Del mismo modo, la Secretaria de Estado Condoleezza Rice rechazó terminantemente toda idea de flexibilizar las sanciones drásticas que afectan a la población. «No creo que un levantamiento del embargo en el contexto actual sea inteligente», declaró.24 Incluso se rechazó la idea de una moratoria temporal25.
El New York Times condenó la decisión de la administración Bush en un vibrante editorial:
«El embargo contra Cuba es una de las peores políticas jamás concebidas. Washington no ha aceptado la solicitud de Cuba para comprar material de construcción con el fin de reconstruir las casas y arreglar la red eléctrica devastada. No permitirá que Cuba compre comida en Estados Unidos a crédito y hasta ahora se ha negado a levantar las restricciones sobre el dinero que los cubanos residentes en EEUU pueden mandar a sus familiares».26
En efecto, desde 2004, la Casa Blanca ha limitado de manera drástica la suma que los cubanos de Estados Unidos puede mandar a sus familias, con el objetivo de asfixiar a la población de la Isla. Sólo es de 100 dólares al mes y concierne únicamente a los abuelos, padres, hermanos y hermanas, cónyuge e hijos. Los tíos, tías, primos y sobrinos no pueden ni siquiera recibir un centavo.
El candidato demócrata a la presidencia, Barack Obama, la Iglesia Católica y varios congresistas exhortaron a George W. Bush a que levantara las restricciones monetarias así como las relativas a los viajes. En vano. Actualmente, las estancias de los cubanos en su país de origen se limitan a 14 días cada tres años –en el mejor de los casos–, con la condición de conseguir una autorización del Departamento del Tesoro.27
Otra comparación elocuente: según la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID), Washington dedicó en 2007 cerca de 45 millones de dólares para derrocar al gobierno cubano. A eso se añade el presupuesto de 46 millones de dólares dedicado a la subversión radial y televisiva mediante Radio y TV Martí. Es decir, un total de 91 millones de dólares. Para socorrer a las víctimas de las iras de la naturaleza, sólo ofreció la miserable suma de 100.000 dólares, imponiendo condiciones inaceptables para La Habana.28
Este asunto ilustra hasta qué punto Estados Unidos puede mostrarse despiadado con respecto al pueblo cubano. El cinismo y la hipocresía caracterizaron otra vez a la administración Bush. Mientras la población de la Isla se halla en un profundo caos y hace frente a una seria crisis alimentaria, Washington rechazó de modo categórico cualquier ayuda seria a Cuba.
Por otra parte, ¿cómo sería posible considerar seriamente cualquier propuesta de ayuda de Estados Unidos cuando se sabe que todos los gobiernos desde 1959, especialmente la actual administración Bush, han hecho todo lo que han podido para aniquilar al pueblo de Cuba? ¿Cómo imaginar por un solo instante que los cubanos aceptarían una donación, aunque fuera sustancial, de la nación que los asedia de forma despiadada desde hace medio siglo?
El ex presidente Fidel Castro expresó el sentimiento de los cubanos al respecto tras la última oferta de Estados Unidos de brindar una ayuda de 5 millones de dólares, y explicó que fue rechazada «por dignidad».
«Si en vez de cinco millones fuesen mil millones, se encontrarían con la misma respuesta. El daño en miles de vidas, sufrimientos y más de 200.000 millones de dólares que han costado el bloqueo y las agresiones yanquis, no pueden pagarse con nada».29
Por otra parte, Washington no vaciló en engañar a la opinión pública afirmando que permitiría la venta de madera y productos alimentarios a Cuba por un importe de 250 millones de dólares. Los medios occidentales presentaron eso como una medida excepcional por parte de Estados Unidos en respuesta a la devastación ciclónica. En realidad, nada más lejos de la verdad ya que Cuba puede adquirir madera y productos alimentarios a empresas estadounidenses desde 2002. Así, en 2002 el comercio entre Cuba y Estados Unidos era de 173,6 millones de dólares, 327 millones en 2003, 431,1 millones en 2004, 473 millones en 2005, 483,3 millones en 2006, 515,8 millones en 2007 y 425 millones en el primer semestre 2008. Como se puede comprobar fácilmente, las declaraciones estadounidenses sólo son una cortina de humo.30
Una comparación edificante
Última comparación: tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, Cuba puso todos sus aeropuertos a disposición de Estados Unidos sin imponer ninguna condición. En 2005, después de la tragedia Katrina, que devastó Nueva Orleans, La Habana propuso el envío de 1.500 médicos para atender a las víctimas sin exigir nada a cambio.
Por una parte, el gobierno revolucionario sabe poner a un lado las diferencias para salvar vidas humanas. Por el otro lado, el odio y el rencor prevalecen sobre el resto, incluso ante un cataclismo como el ocasionado por Ike y Gustav.31 El fanatismo de la Casa Blanca parece que no tiene límites.
No obstante, el pueblo de Cuba no siente ninguna animosidad hacia el pueblo estadounidense. El gobierno de La Habana jamás ha fomentado el resentimiento hacia el pueblo vecino del norte. Al contrario, siempre ha especificado que el gobierno de Washington es el único enemigo acérrimo de Cuba.
El equipo estadounidense de fútbol, que jugó su primer partido en Cuba desde 1947 el 6 de septiembre de 2008, fue recibido calurosamente por la población de la Isla. Tim Howard, portero del equipo nacional de Estados Unidos, se quedó deslumbrado durante su estancia: «Un mensaje para nuestros compatriotas que se quedaron en casa. Es un lugar fantástico. Aquí, sólo recibimos demostraciones de amor».32
La Habana ha tendido varios ramos de olivo a Washington, que fueron rechazados con desdén. El gobierno estadounidense desea una rendición incondicional de pueblo de Cuba y sigue sin perdonarle su desobediencia de 1959. Pero los hijos de José Martí ya han demostrado que no están dispuestos a negociar su independencia, cualquiera que fuera el precio a pagar. Es hora de poner fin a sanciones económicas injustas, anacrónicas y sobre todo inhumanas.
Revisado por Caty R.
Notas
1 The Associated Press, «Ike-Related Storm Deaths State by State», 17 de septiembre de 2008.
2 Granma, «Lamentable pérdida de siete vidas humanas al paso de Ike», 12 de septiembre de 2008.
3 Ibid.
4 Ronald Suárez Rivas, «Housing, the Greatest Challenge», Granma, 2 de septiembre de 2008.
5 Le Journal du Dimanche, «Ike a endommagé 200 000 habitations à Cuba», 11 de septiembre de 2008; Marta Hernández, «Más de 320.000 casas dañadas», Granma, 11 de septiembre de 2008. Orfilio Pelaez, «Pérdidas millonarias en la vivienda », Granma, 13 de septiembre de 2008.
6 Granma, «Cuba prioriza alimentación de damnificados por huracán Gustav», 5 de septiembre de 2008, Prensa Latina, «Cuba prosigue evaluación de daños y recuperación tras huracán Ike», 11 de septiembre de 2008; Freddy Pérez Cabrera, «Recuperar todo lo relacionado con la producción de alimentos», Granma, 11 de septiembre de 2008; EFE, «Los supermercados de La Habana presentan problemas de abastecimiento», 16 de septiembre de 2008; Wilfredo Cancio Isla, «Perdidas 700.000 toneladas de alimentos», El Nuevo Herald, 12 de septiembre de 2008.
7 Andrea Rodríguez, «Cuba estima en 5.000 millones de dólares daños dejados por Ike y Gustav», The Associated Press/El Nuevo Herald, 15 de septiembre de 2008; The Associated Press, «Cuba Estimates Gustav, Ike Damages at US$5 Billion», 16 de septiembre de 2008; Granma, «Información oficial de datos preliminares sobre los daños ocasionados por los huracanes Gustav e Ike», 16 de septiembre de 2008.
8 María Julia Mayoral & Raúl Abreu, «Amparan las reservas suministros vitales al pueblo», Granma, 12 de septiembre de 2008.
9 Ibid.
10 Granma, «Numerosas muestras de solidaridad y apoyo a Cuba», 4 de septiembre de 2008;
11 Anneris Ivette Leyva, «Arriban primeros artículos de ayuda humanitaria rusa», Granma, 5 de septiembre de 2008; Granma, «Donación de China a Cuba para resarcir daños por huracán», 5 de septiembre de 2008; Granma, «Agradece Cuba ayuda humanitaria de España», 5 de septiembre de 2008.
12 Juan Carlos Chávez, «EEUU condiciona la ayuda a Cuba», El Nuevo Herald, 6 de septiembre de 2008.
13 Anita Snow, «Cuba Declines U.S. Disaster Assessment After Gustav», The Associated Press, 6 de septiembre de 2008.
14 Frances Robles, «Political Dispute Delaying U.S. Storm Aid to Cuba», The Miami Herald, 13 de septiembre de 2008.
15 Granma, «Acuerda Consejo de Ministros de Timor Leste donación de 500 000 dólares a Cuba para ayudar a restañar daños del huracán Gustav», 5 de septiembre de 2008.
16 Frances Robles, «Political Dispute Delaying U.S. Storm Aid to Cuba», op. cit.
17 Frances Robles, «Oferta de ayuda de EEUU provoca choque político», El Nuevo Herald, 12 de septiembre de 2008.
18 Ministère cubain des Relations extérieures, «Cuba saldrá adelante», Granma, 11 de septiembre de 2008.
19 Ibid.
20 Ibid.
21 Ibid.
22 Prensa Latina, «Cuba reclama a EEUU eliminación definitiva del bloqueo», 7 de septiembre de 2008. Véase también Agence France Presse / El Nuevo Herald, «Cuba pide a EEUU levantar el embargo», 7 de septiembre de 2008; Andrea Rodríguez, «Cuba: embargo causa daños por 95.000 millones de dólares», The Associated Press, 18 de septiembre de 2008.
23Ministère cubain des Relations extérieures, «Cuba saldrá adelante», Granma, op. cit.
24 Matthew Lee, «Rice: Not Wise to End Cuban Economic Embargo Now», The Associated Press, 7 de septiembre de 2008.
25 Frances Robles, «Gobierno cubano rechaza ayuda humanitaria de Estados Unidos», El Nuevo Herald, 16 de septiembre de 2008.
26 The New York Times, «Help for Cuba and Haiti», 11 de septiembre de 2008.
27 Anita Sow, «Cuba Declines U.S. Disaster Assessment After Gustav», 6 de septiembre de 2008; Casey Woods & Lesley Clark, «Ike desata debate sobre las sanciones a Cuba», The Miami Herald, 10 de septiembre de 2008.
28 Granma, «Ayuda para Cuba y Haití», 13 de septiembre de 2008; Andrea Rodríguez, «Cuba : embargo causa daños por 95,000 millones de dólares», The Associated Press, 18 de septiembre de 2008.
29 Fidel Castro, «El papel de bueno, ¿a costa de quién?», Granma, 17 de septiembre de 2008.
30 Fidel Castro, «Dos veces la misma mentira», Cuba Debate, 18 septiembre 2008.
31 Maurice Lemoine, «Cuba dans l’œil du cyclone», Le Monde diplomatique, 11 de septiembre de 2008.
32 Will Weissert, «US Tops Cuba 1-0 in 1st Trip to Island in 61 Years», 7 de septiembre de 2008.
Salim Lamrani es profesor y periodista francés especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Ha publicado los libros: Washington contre Cuba (Pantin: Le Temps des Cerises, 2005), Cuba face à l’Empire (Genève: Timeli, 2006) y Fidel Castro, Cuba et les Etats-Unis (Pantin: Le Temps des Cerises, 2006). Acaba de publicar Double Morale. Cuba, l’Union européenne et les droits de l’homme (Paris: Editions Estrella, 2008).
Contacto: lamranisalim@yahoo.fr
Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Este artículo se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la revisora y la fuente.
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