La hinchazon del presidente
ELN en Boltxe
Los grandes medios de información al servicio incondicional de la élite que tiene el poder y del imperialismo, fabrican encuestas haciendo aparecer un apoyo del 84 por ciento de los colombianos, a la gestión del presidente Uribe.
De ser ciertas las cifras que difunden los medios, de las cuales dudamos, quedan interrogantes sobre cómo preparan y realizan las encuestas, a quiénes consultan y cómo aparece ese resultado, que debería ser otro muy inferior.
Hechos relacionados con la parapolítica, que vinculan al presidente, su gobierno y sus partidos con el narco paramilitarismo, no son cargos leves.
Basta recordar que el Presidente obtuvo el primer mandato con el apoyo electoral del narco paramilitarismo. La reelección la consiguió mediante mecanismos de presión y soborno a parlamentarios que, a última hora, cambiaron su voto a cambio de dádivas para favorecer al presidente, como lo atestigua el escándalo conocido, como Yidis-política.
Entonces es justo preguntar ante los resultados de las encuestas, ¿qué pasó en el país y hasta dónde llegó la degradación ética y moral de la conciencia nacional, que ante hechos tan graves no se inmuta?
Hechos como los anteriores serían más que suficientes, en cualquier país donde impere el Estado de Derecho y se respete la majestad de la patria, para abrir un juicio político por la ilegitimidad del primer mandato de Uribe y un proceso penal por la ilegalidad de su reelección.
Pero en Colombia es distinto. La justicia se compra como mercancía, se aplica por conveniencias y la impunidad campea libremente; los medios de información distraen con cortinas de humo, para que la protesta no trascienda más allá de unas cuantas notas de prensa y no se escuche la solitaria voz de la oposición en el Parlamento.
Si hechos tan graves son insuficientes para afectar la legitimidad presidencial, resulta también incomprensible su popularidad, cuando la política de su gobierno afecta más a la clase media y los sectores populares.
Bajo su administración se enterró la contratación colectiva, la legislación laboral y el movimiento sindical; los empleos dignos se redujeron sustancialmente, dando prioridad al subempleo y al empleo informal, para liberar a los empresarios de las cargas laborales, aumentando los niveles de pobreza y hambruna de millones de hogares colombianos.
La educación y la salud públicas las convirtió en mercancía de acceso reducido, excluyendo a las mayorías de escasos ingresos de estos derechos vitales.
La represión contra la oposición política y social la intensificó, en nombre de la Seguridad Democrática, otra versión de la Doctrina de Seguridad Nacional, que considera enemigos a quienes tienen otra propuesta de país y en consecuencia procede a eliminarlos.
Vista desde estos parámetros la popularidad del presidente, no tiene bases ciertas que la sustenten; sólo el perverso manejo que se viene haciendo de la información y el hechizo de las mentiras repetidas mil veces al estilo de Joseph Goebbels, el ministro de propaganda e información de Hitler, es lo que produce el supuesto 84 por ciento de apoyo al presidente.
Así es la Colombia actual. Contra esta caricatura de nación es que luchamos, para construir un país donde exista la democracia real, la justicia social, la soberanía nacional y el desarrollo en función del bienestar de las mayorías.
El ELN invita a todas las fuerzas que luchan por el cambio a que sumemos esfuerzos, desenmascaremos el embrujo y caminemos hacia un nuevo gobierno de nación, paz y equidad.
ELN
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