Una “autopista” entre Santiago y La Guaira

Una “autopista” entre Santiago y La Guaira
JUAN ANTONIO BORREGO


CARACAS.— Sobre el mapa del mar Caribe, especialistas venezolanos y cubanos han dibujado una "autopista" de 1 550 kilómetros entre la zona de Camurí, cercana al puerto de La Guaira, en el estado de Vargas, y la playa Siboney, en las afueras de Santiago de Cuba, que según afirman, contribuirá de manera perentoria a cambiar la historia de las comunicaciones internacionales de la mayor de las Antillas.

El proyecto, sin embargo, no pretende unir a los dos países por carretera, como pudiera sugerir el enunciado, sino conectarlos por el fondo del mar a través de dos pares de fibras ópticas, que a pesar de tener aproximadamente el grosor de un cabello pudieran multiplicar por 3 000 la capacidad de que dispone Cuba hoy día para sus enlaces con el extranjero.

Para el ingeniero Wilfredo Morales, al frente de la Empresa de Telecomunicaciones Gran Caribe, asociación mixta surgida con el propósito de dar vida a este sueño, el empeño es sumamente estratégico en tanto contribuye a fracturar el muro que durante medio siglo ha levantado EE.UU. contra nuestro país, el cual lo obliga a depender de servicios satelitales para sus conexiones con el exterior —más costosas y vulnerables—, realidad que al parecer olvidó el presidente George W. Bush cuando en su más reciente arenga anticubana, habló del envío de celulares a la ínsula.

Telecomunicaciones Gran Caribe, nacida a inicios del corriente año en virtud de un convenio de asociación entre Telecom Venezuela y la cubana Empresa de Transporte de Señales de Telecomunicaciones (Transbit) avanza en los trabajos de proyectos para la obra y en el proceso de selección de la entidad que asumirá la construcción del sistema.

De tal suerte y de acuerdo con el cronograma pactado —estima Wilfredo—, la selección del suministrador se ha previsto concluya en agosto próximo y la colocación del cable a finales del 2009 o principios del 2010, de manera tal que ya en el primer semestre de ese último año el sistema pudiera iniciar operaciones.

IDEAL INTEGRADOR

La idea de conectar por vía submarina a Cuba y Venezuela va más allá de la simple colocación de un cable que surque las arenas de La Guaira, se zambulla en el Caribe, viaje por un costado del arco de Las Antillas y coquetee con la Fosa de Battle, en el sur del oriente cubano, a más de 5 400 metros de profundidad, tal y como ya ha sido proyectado
"Este es un trabajo muy complejo tanto por la especialización y el nivel técnico que requiere, como por una serie de elementos de orden estratégico y político que confluyen en él, como el tema de las aguas territoriales, el bloqueo y la búsqueda de suministradores que cumplan", ilustra Liliana Rivas, coordinadora por la parte venezolana y enamorada de la obra desde que hace más de un año asumió la responsabilidad.

Es importante comprender —explica ella— que no se trata de de-sarrollar un sistema independiente, la comunicación que entre ambos buscamos no es solo entre Venezuela y Cuba, sino también con el mundo, y nosotros como empresa tenemos que asegurar una solución para la cual trabajamos de manera conjunta en sesiones casi mensuales allá o acá, imprimiéndole todo el cariño que lleva el propósito para que pueda cristalizar.

A ello habría que añadir que si bien el objetivo primario del proyecto, hijo de la integración propugnada por la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), es dar conectividad segura a nuestros respectivos países —abarata y aumenta la capacidad de transmisión de datos, voz y video—, los expertos consideran que no se descarta, en un segundo momento, la incorporación al mismo de otros países de la región como Nicaragua y Haití, para lo cual ha sido diseñada una unidad de bifurcación en un punto intermedio que pudiera facilitar la pretendida expansión.

CABLES A LAS PUERTAS DE LA HABANA

Quien observe un gráfico con la telaraña de cables submarinos que pululan por la región del Caribe y no tenga razones del enfermizo bloqueo impuesto a Cuba por los Estados Unidos en el giro de las telecomunicaciones, difícilmente pueda comprender la necesidad de esta obra.

El ingeniero venezolano Carlos Orfila, asesor del Ministerio de las Telecomunicaciones y la Informática para el proyecto, asegura por ejemplo que uno de estos cables (Cancún-Miami) pasa a no más de 32 kilómetros del malecón habanero.

"Si no existiera el bloqueo, conectar a Cuba costaría unos 500 000 dólares, pero las compañías no pueden hacerlo porque nunca reciben el permiso del Departamento de Estado de EE.UU. por esta circunstancia, o este pretende imponer condiciones inaceptables para Cuba —opina el experto—, ha habido varios intentos, los conozco porque he trabajado durante años en eso, pero los gringos siempre han estado detrás para que ustedes no puedan conectarse."

Orfila tiene a mano otro ejemplo, casi de connotación novelesca, que retrata por sí mismo la magnitud del asedio norteamericano contra Cuba: el trazado inicial del cable entre la Guaira y Santiago, es casi todo por aguas internacionales, atendiendo no solo a aspectos técnicos y de costo de la inversión, sino además a los de las fronteras nacionales y zonas económicas sobre los cuales los Estados Unidos pretenden imponer sus condiciones, lo cual ha significado el alargamiento del trazado del cable en alrededor de 100 kilómetros.

A PRUEBA DE TIBURONES

Con una capacidad total de 640 Gigabytes —320 por cada par de fibras— y tecnología de punta a nivel mundial, el cable Cuba-Venezuela garantizará independencia a las telecomunicaciones de nuestros países, algo imposible cuando estas se encuentran a merced de servicios satelitales, y según refiere el ingeniero Orfila, también ofrecerá seguridad "a prueba de tiburones".

Como estas profundidades no son comunes en tales proyectos —explica el experto— se ha previsto usar la llamada "técnica de arco", que provee al sistema de un revestimiento especial con cuerdas de acero muy finas y de configuración encorvada, el cual asegura mayor resistencia en el fondo del mar, donde la presión pudiera lastimar el cable que, contrario a lo que suele pensarse, en la mayor parte de su trayecto no supera el grosor del dedo pulgar.

La obra ha sido concebida con un par de fibras expresas entre Cuba y Venezuela y un segundo par dotado por una unidad de derivación que permitirá conectar a otros países. Adicionalmente se ha previsto que el sistema posea restauración, ya que contempla dos segmentos: uno entre Cuba y Venezuela y otro entre Cuba y Jamaica.

Entre sus fortalezas el sistema cuenta, asimismo, con la experiencia venezolana en materia de telecomunicaciones, con reconocido desarrollo en la telefonía celular, la fibra óptica y su inminente debut en administración de satélites, y con el Backbone (columna vertebral) desarrollado por Cuba para la expansión de la fibra a lo largo de buena parte de su territorio nacional.

A todo ello el ingeniero Orfila añade un elemento que, no por pintoresco, deja de ser sumamente comprometedor para la inversión: los especialistas que se ocupan en el sistema han determinado que varios tramos de la línea de 1 550 kilómetros entre Siboney y Camurí precisan de una cubierta especial que los proteja ante posibles arremetidas de los tiburones, que según experiencias anteriores, atraídos por los campos electromagnéticos que genera el paso de la corriente por el cable, han provocado no pocos dolores de cabeza en otras latitudes.

También es necesario proteger los cables submarinos de la actividades marítimas en zonas cercanas a las costas como el anclaje de buques y labores pesqueras.

Cable para la integración

Alberto Núñez
alberto.enb@granma.cip.cu

La conexión por medio de dos pares de fibras ópticas significa un paso trascendental en la integración de nuestros pueblos del área del Caribe, pues facilita el intercambio de conocimientos en materia científico-técnica, económica y de diversa índole, y con ello enfrenta la constante intromisión cultural de potencias que como Estados Unidos pretenden imponer su hegemonía.

Así sostiene el ingeniero en Telecomunicaciones Waldo Reboredo Arroyo, vicepresidente de Telecomunicaciones Gran Caribe S.A., al valorar el proyecto de comunicación vía submarina entre Camurí, zona cercana al puerto de La Guaira, Venezuela, y la playa Siboney, en Santiago de Cuba.

El especialista apunta que esta es la primera vez que países de Latinoamérica asumen la dirección y operación de una empresa de tal envergadura, sin la participación de las transnacionales que habitualmente controlan este sistema.

Porque la colaboración conjunta entre profesionales cubanos y venezolanos no se limita solo a la ejecución del proyecto, sino que incluye también la administración de la Empresa una vez en funcionamiento.

Reboredo explica que el empeño se ha asumido con mucho rigor desde el primer momento por parte de ingenieros, economistas y abogados de Cuba y Venezuela, en estrecha unión de suministradores internacionales especializados en este tipo de comunicación.

La obra tendrá utilidad tanto para Cuba y Venezuela como para las naciones de la región. Nuestro país ofrecerá la posibilidad de transmitir consultas médicas con imágenes y teleconferencias a distancia de educación y otros temas. También podrá recibir materiales variados; todo ello en tiempo real.

Así todos estaremos ganando más independencia política y seguridad en las telecomunicaciones, concluye Reboredo.



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About Ricardo Abud (Chamosaurio)

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