Recuperar nuestra memoria histórica
Ricardo Abud.
En días pasados, en amena conversación con mi hermano, me refería a un hecho curioso que marcó mis recuerdos en un viaje que realicé a Moscú en el 2006. Dado que viajaba invitado por una organización Rusa que se dedica a monitorear procesos eleccionarios en el mundo, se me invitó a una reunión con un diputado de la DUMA Rusa.
El día de la entrevista este diputado, para mi beneplácito, me informó que era miembro del Partido Comunista Ruso, de inmediato le formulé una pregunta:
- ¿Es usted diputado por el Partido Comunista Ruso?
Me respondió de inmediato:
- Sí
- ¿Cuantos diputados tienen en la DUMA?
- Uno sólo, y ese soy yo.
Mis recuerdos sobre mi época de estudios en la URSS no se hicieron esperar, más aun cuando me informó que ellos hoy tienen sólo 17 mil miembros en el Partido Comunista. Entre los temas abordados más énfasis se le dio a los años gloriosos de la URSS y el Bloque Oriental. Los cambios que hoy viven la República Federativa Rusa y la promoción de valores éticos y morales contrarios al de una sociedad más incluyente. La privatización de los servicios (Salud, Educación, Servicios Básicos, entre otros) y las desmejoras en la seguridad social. La propagación de la delincuencia, las drogas, el incremento en la prostitución y la aparición de la prostitución infantil, entre otros males que promueve el Capitalismo como una forma de dominación colectiva.
Le pregunté: ¿Es posible revertir el nuevo orden imperante?
- Es posible siempre y cuando regrese y se desarrolle la memoria colectiva y la Historia ayude a comparar lo pasado y lo presente. Me refería que hoy la juventud no conoce la Historia de la URSS, los logros en lo político, social, económico y en lo internacional. Hay una juventud que NO VIVIO el período de la URSS, una juventud que hoy ha crecido con un nuevo modelo de sociedad, donde la perversión y el consumismo contagian a toda nuestra juventud como elemento de mayor vulnerabilidad. Una campaña mediática y sistemática que mantiene idiotizados, prisioneros cual zombis de su realidad, a este grupo social de nuestra Rusia.
Debe usted recordar (me decía) que en 1989 se derrumba la Historia, el mundo comenzó el transitar hegemónico de una potencia imperial, de dominación total. Jóvenes que para esa época tenían entre 0 y 15 años (hoy 17 y 32 años de edad) no tienen recuerdos de nuestra sociedad Socialista. Viven inmersos en una loca carrera que les marca el consumismo y las banalidades que en ella van implícitas. La educación se distorsionó y con ella la Historia de la gloriosa URSS que usted conoció. La nueva intelectualidad ha borrado nuestra Historia, nuestros héroes, nuestras luchas, nuestros logros. Vivimos sumergidos en una demencial ignorancia, pero la lucha sigue. Ya vemos cambios en materia internacional, impulsamos romper esa hegemonía, el pueblo siente y padece las necesidades que ayer eran logros, todo tiene su tiempo, regresaremos.
Nos despedimos, se montó en su carro (Volga) y se marchó.
Toda esta conversación que tuve con este diputado Ruso hoy tiene mucha relevancia, ya que de inmediato podemos asociarla con nuestra realidad. Estos últimos años de confrontaciones, de dura e intensa lucha, una guerra mediática desproporcionada, ha tenido como norte borrar nuestros recuerdos, o pretender hacerlo. Campañas sistemáticas que promueven la libertad de expresión, estudiantes que se abanderan de esa consigna y la promueven y distribuyen como una verdad. Un Gobierno más permisivo que represivo, un Gobierno que como principio, privilegia con la impunidad a la disidencia como elemento democrático. Jóvenes “manitos blancas” que nunca vivieron ni han vivido períodos represivos de la democracia representativa que defienden y pregonan, hoy salpican de miserias a la democracia particpativa. Estudiantes que montados en comparsas carnavalescas, con reina incluida, salen a manifestar provistos de medios que nunca, en nuestra época estudiantil, hubiésemos imaginado. Una policía que lejos de ser represiva, es igualmente complaciente como el Gobierno, la misma protege las andanzas de estos jóvenes en su largo peregrinar para desestabilizar al país. Pintan las paredes, destrozan la ornamentación de las avenidas, descalifican al Presidente y a todo el Gobierno, y NADIE los enjuicia, aun a sabiendas que actúan al margen de las leyes que rigen el marco constitucional. Estos imberbes desadaptados son símbolos de la decadencia de la cuarta república (no vivida por ellos, pero anhelada por sus padres), no conocen el pasado, pero lo defienden a ultranza, desconocen que en la cuarta una PINTA, significaba (si te agarraban) días de prisión y tortura, manifestaciones estudiantiles reprimidas brutalmente, asesinatos de jóvenes por el solo hecho de salir a manifestar por mejoras en el comedor universitario, o por la obtención de mejoras en el proceso estudiantil. Hoy Venezuela es al revés. Vemos jóvenes que luchan por los derechos de una televisora privada (golpista), que salen a manifestar porque no hay libertad de expresión y dicen lo que quieren en cualquier escenario, sea la Asamblea Nacional (nunca antes en la cuarta se recibió a representación de estudiantes por el extinto Congreso de la República) o en la sede de un Ministerio. Como espectadores pasivos hemos sido testigos de cómo estos jóvenes, que pregonan la libertad de expresión, agraden con las palabras a un Ministro que accedió a recibirlos y escuchar sus demandas (por cierto ninguna de carácter reivindicatorio para el sector estudiantil). Han sido contrarios a la participación democrática que deben de tener en la Universidad, defienden una autonomía universitaria que sólo pretende mantener la hegemonía excluyente en el sector.
No hay recuerdos, no puede haberlos, son niños y niñas “manitos blancas”, un reducto de las nostalgias y de los privilegios que sus padres detentaban, son un producto de la maldad que han heredado de sus progenitores, nuevos cultivadores del odio, del racismo, que no les permite vivir racionalmente el momento histórico que se les quiere legar. Para ellos no hay pasado, sus padres tampoco tienen pasado histórico, sólo se han dedicado a olvidar y mutar el odio. Sus motivaciones son en extremo virtuales.
El Estado venezolano debe regresar al pasado y rescatarlo, mostrarlo tan crudo como nos tocó vivirlo, no obviar absolutamente NADA, mostrar a estos jóvenes de manos blancas la realidad de la cuarta república, revivir los momentos en que Pedro Pablo Alcántara era sensor del diario El Nacional, por ejemplo. El cierre de la Universidad Central de Venezuela en el primer gobierno de Caldera. La crisis económica en que nos sumergió Luís Herrera Campis y su famoso viernes negro. Como durante el primer gobierno de CAP, y la bonanza petrolera (ta barato dame dos) se acabó al país. Ver cómo, durante el segundo gobierno de CAP, el neoliberalismo se apoderó de la institucionalidad, tarea dignamente continuada en el segundo mandato de Caldera por el brillante e insigne Teodoro Petkoft. Debemos recodar nuestra Histórica como un elemento de estudio y comprensión de una guerra mediática que pretende socavar las bases de la Revolución bolivariana.
NO HAY NADA MÁS EXCLUYENTE QUE SER POBRE.
Pátria, Socialismo o Muerte…
Venceremos.
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