Cuba hoy
Federico Picado
Informa-tico.com
Cuba transita por coyunturas complejas y solo el tiempo dirá, si estamos en presencia de concesiones tácticas para insertarse en el mundo de hoy, sin alterar sus objetivos políticos.
El rumbo de Cuba preocupa a muchos. Unos sueñan con que la distancia entre La Florida y La Habana se pueda estrechar y otros, porque se mantenga. La apertura que se manifiesta en la isla puede resultar en un salto al vacío, que solo podrá evitarse si la dirigencia cubana ha definido el puerto hacia el cual orienta su rumbo.
Los proyectos socialistas que nacieron luego de la segunda guerra mundial, y los que emergieron durante la segunda mitad del siglo XX, como producto de luchas contra regímenes coloniales, lucha armada contra gobiernos despóticos, como el caso de Cuba y Nicaragua, y triunfos electorales como en Chile, tuvieron que hacer frente, bajo diversas circunstancias, a los embates de acciones externas. Las consecuencias de ese enfrentamiento son conocidas y lograron su máxima expresión al final de los años 80 e inicios de los 90, cuando el socialismo arrió sus banderas en muchas regiones del mundo. Un desigual enfrentamiento entre la URSS y EE.UU., expuso en el primero las debilidades estructurales y políticas sobre las cuales se había asentado el régimen socialista y en consecuencia, como un efecto de cascada, todo el resto de países alineados alrededor del Pacto de Varsovia hicieron aguas, quedando al desnudo una realidad, que el nuevo orden giraba más alrededor del estado que de la sociedad, más alrededor del partido que del ciudadano, mostrando que los mecanismos de transmisión de la sociedad hacia los organismos de poder no funcionaban. Cuba soportó, en condiciones de riesgo extremo, el haber perdido más del 80% de su intercambio comercial. Al bloqueo impuesto por los Estados Unidos, como reacción a las medidas revolucionarias de los años 60, se agregó además, a comienzos de los años 90, la pérdida de su principal mercado.
Detener la caída en picada de la economía y la búsqueda de nuevos rumbos para un sistema productivo en crisis, se convirtieron en temas prioritarios de la agenda cubana. Iniciar un proceso de renovación de sus capacidades productivas tenía que darse bajo condiciones de apertura en lo externo y reformas en lo interno, sin poner en riesgo el sistema político. La colaboración que se estableció con el campo socialista, se constituyó en la plataforma para la transformación de la nación cubana en los primeros años de la década de los 60 y tres décadas después, en un corto período de tiempo, el escenario internacional se modificó de manera radical, hacia un mundo unipolar, en el cual las opciones cubanas para insertarse en la economía global, eran mínimas.
En este contexto, EE.UU. recrudece las condiciones del bloqueo con la aprobación de las leyes, Torricelli en el 92, y Helms-Burton en el 96, con el propósito de radicalizar el aislamiento que soportaba Cuba, estrangular el flujo comercial, estimular las dificultades internas, propiciar el descontento popular y acelerar el colapso del sistema. El deterioro de la situación interna, en consecuencia de las crecientes dificultades en el plano externo, obligó a la dirigencia cubana en 1993, a implementar medidas para atraer inversión extranjera directa y estimular la producción agrícola, las cuales han tocado aspectos relativos a criterios de propiedad y formas de producción, con la intención de impulsar la economía.
Una radiografía de la Cuba que emerge de la crisis, nos muestra un país complejo, con manifestaciones de elementos que no forman parte del proyecto original. Desigualdades evidentes, graves carencias materiales en amplios sectores, corrupción por debilidades en los mecanismos de control, y además una baja sensible de la eficiencia del modelo productivo dominante. La doble moral en amplios sectores de la sociedad, las prohibiciones sin sentido, medios de comunicación que no reflejan la realidad del país, y una infraestructura deteriorada, dan la impresión que Cuba viene saliendo de una guerra que arrancó, no solo a partir del desplome del socialismo europeo, sino que hizo crisis mucho antes, no solo por factores externos, sino además porque la organización productiva, la traslación mecánica de modos de producir, provenientes de otras realidades, había fracasado.
La radicalización del bloqueo y la implementación de medidas novedosas, transcurren en una encrucijada peligrosa, en medio del relevo forzado del mando del estado y de las luchas sordas hacia su interior, sobre el camino a seguir. Hay una fractura generacional que debe ser conciliada, entre los que impulsaron las reformas iniciales y encadenaron el desarrollo de Cuba a las demandas del CAME y los que crecieron y subieron peldaños en la estructura de poder.
Los cambios que requiere Cuba son de naturaleza profunda y van más allá de la posibilidad de adquirir bienes y medios de consumo. La isla sale de un "período especial", con un ideal de justicia que ya no era posible sostener en términos materiales, más allá de las consecuencias del bloqueo, y que además está perdiendo credibilidad en el seno de la población. Cuba transita por coyunturas complejas y solo el tiempo dirá, si estamos en presencia de concesiones tácticas para insertarse en el mundo de hoy, sin alterar sus objetivos políticos.
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