Legado de Putin contra orden unipolar
Moscú, PL, para RIA Novosti. Jorge Petinaud. La recuperación del estatus de gran potencia para Rusia y de contrapeso al modelo unipolar que Washington trata de imponer constituyen hoy el mayor aporte internacional del presidente, Vladimir Putin, al final de su mandato.
Innovador en la táctica para negociar antagonismos con Occidente, pero intransigente en la estrategia geopolítica, el Kremlin lanzó sobre todo a partir de 2007 una estocada a fondo contra el hegemonismo de Estados Unidos y sus aliados en el planeta.
Respaldado por una bonanza económica sin precedentes, Putin trazó en febrero de ese año la pauta de esa política durante la Conferencia Internacional de Seguridad en Munich, Alemania, donde aseguró que ese modelo es inadmisible e imposible.
Consecuente con esa posición, la Federación rusa discrepó de quienes tratan de equiparar el papel de la Unión Europea (UE) y la OTAN con Naciones Unidas para justificar el uso de la fuerza en las relaciones internacionales.
La Carta de la ONU es la única posibilidad legítima de empleo de la fuerza militar, ha reiterado enfática la diplomacia rusa.
Esta postura fue ratificada en diversos foros y en particular en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde Moscú frustró proyectos de resoluciones unilaterales sobre Irán, el Líbano y el Medio Oriente.
En referencia a los cambios que hoy se operan a favor de la multipolaridad, Putin destacó el crecimiento del potencial económico de nuevos centros mundiales como China e India.
La suma del Producto Interno Bruto (PIB) de estos dos países ya supera en capacidad adquisitiva del de Estados Unidos, y por ese mismo principio el del grupo BRIC (Brasil, Rusia, India y China) rebasa al conjunto de la UE.
En consonancia con esta idea, los cancilleres y los embajadores de estos países en la sede de Naciones Unidas en Nueva York y Ginebra realizan sistemáticas coordinaciones políticas.
Putin advirtió en Munich que los planes de militarización del cosmos pueden provocar a la comunidad internacional consecuencias no menos peligrosas que la era nuclear, y anunció que Rusia propondría un proyecto de convención global al respecto.
Con el auspicio de China, el texto fue presentado en la Conferencia Internacional de Desarme de Ginebra y contó con el respaldo de todos los países asistentes, menos de Estados Unidos, que nuevamente quedó aislado.
En relación con la expansión de la OTAN hacia el este, Moscú no dejó lugar a dudas al establecer una moratoria sobre el Tratado de Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE), vigente hasta que se fije un tope a los arsenales de los países del pacto noratlántico.
Esa proporción debe ser respetada aún en posibles ampliaciones del bloque europeo-estadounidense.
Mientras esté vigente esta medida, Moscú no se verá obligada a respetar las limitaciones, incluidas las de flanco, impuestas a la cantidad de armas convencionales, señala el decreto firmado por Putin.
Rusia mantendrá vigente esta medida hasta que los países de la OTAN ratifiquen el acuerdo adaptado y comiencen a cumplirlo cabalmente, agrega el texto rubricado por el estadista.
Los planes estadounidenses de emplazar elementos de su sistema de defensa antimisiles (DAM) en Polonia y la República Checa ocuparon el primer plano de la confrontación bilateral en el último bienio de Putin al frente del Kremlin.
Ante este reto, el líder ruso propuso explotar de manera conjunta la base de radiolocalización de Gabala, arrendada por Rusia en Azerbaiyán, y otra ubicada en el sur del país eurasiático, a cambio de que el Pentágono desista de su proyecto.
A pesar de esa y otras ofertas, Washington insiste en sus planes de desplegar una tercera región de la DAM en las proximidades de las fronteras de la Federación rusa.
Para esa opción, líderes políticos y militares del país más extenso del planeta han reiterado la advertencia de que las Tropas Coheteriles Estratégicas del Kremlin considerarán blancos potenciales de esas armas a los países que ofrezcan su territorio como sede de la DAM.
Toda esta actuación y una activa presencia política, económica y comercial en Asia, Europa, América, África, Medio Oriente y en foros multilaterales devolvieron a Rusia su papel de contrapeso de poder mundial al final del mandato de Vladimir Putin.
En este contexto, el actual líder del partido gobernante, Rusia Unida, y próximo primer ministro según todos los pronósticos, concluye ocho años de mandato con una credibilidad de 84,7 por ciento entre los sectores nacionales y la simpatía de muchos países.
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