CHAMOSAURIO

PROPUESTAS PARA LA CONSTRUCCIÓN DEL PSUV

PROPUESTAS PARA LA CONSTRUCCIÓN DEL PSUV

Presentación

La revolución bolivariana se encuentra en la actualidad en una situación de definiciones históricas. Es bastante lo que hemos avanzado, pero mucho más y, sobre todo, infinitamente más complejo lo que tendremos que recorrer. A partir de este momento, la revolución exige de los revolucionarios un elevado grado de organización y claridad política. Cada uno de nosotros debe realizar un significativo aporte a la profundización de transformaciones sociales que, claramente, apuntan al socialismo. Es esta la meta histórica por la que decenas de miles lucharon toda una vida y que bien merece el mayor esfuerzo, la mayor abnegación y entrega de nuestra parte.

En este sentido, la Cátedra del Pensamiento Bolivariano y Marxista presenta estas tesis como un modesto aporte a la intensa discusión que desarrollaremos de cara a la construcción del PSUV, instrumento indispensable para la organización, unidad, orientación política-ideológica y la dirección del las masas revolucionarias en la lucha antiimperialista y la transición al socialismo. No pretendemos imponer nuestros puntos de vista. Sencillamente incorporamos nuestra opinión a las numerosas posiciones que aflorarán en la fecunda discusión que tendrá lugar en el marco de la construcción del PSUV, deseando, igualmente, aprender de la extraordinaria sabiduría que desarrolla un pueblo en medio de una revolución tan original como la bolivariana.


I) Situación Internacional:

El contexto internacional de la revolución bolivariana está determinado fundamentalmente por tres factores. Por una parte, tenemos que el imperialismo estadounidense despliega todo su poderío con el propósito de expandir y consolidar sus áreas de dominación, para lo cual se vale de su superioridad bélica y su condición de principal potencia económica del mundo. La política de dominio imperial se instrumenta mediante guerras de agresión, saqueo de las riquezas naturales del mundo, supeditación económica del planeta a los intereses del capital, dictadura mediática y cultural, prácticas de presiones y chantajes directos o a través de instancias y organismos internacionales como el G-8, FMI, OMC, BM, sobre las naciones del mundo.

Por otra parte, la economía se mundializa como resultado natural del desarrollo de las fuerzas productivas, se estrecha la interdependencia de las diferentes economías nacionales, lo que en condiciones de dominación imperialista significa la expansión de las compañías transnacionales apuntaladas por los estados imperialistas y los organismos internacionales. Así es como las grandes corporaciones transnacionales prácticamente se han adueñado del mundo, controlan las principales riquezas del planeta, explotan a los trabajadores del mundo y subordinan nuestras economías subdesarrolladas a sus dictados y necesidades.

Pero existen también fuerzas que se oponen a este desarrollo y resisten a los embates del imperialismo cada vez con mayor fuerza y coordinación a nivel mundial y, especialmente, continental. Además de su lucha en contra de los flagelos de la globalización, presentan propuestas alternativas al capitalismo salvaje. Dentro de estas fuerzas, la revolución bolivariana ocupa un lugar de primer orden, irradiando su influencia a través de la orientación de nuestra política exterior hacia el establecimiento de un sistema mundial basado en la multipolaridad, las alianzas estratégicas con importantes naciones el mundo, la integración latinoamericana, el impulso del ALBA, la solidaridad con los pueblos que luchan contra el imperialismo, etc.


II) Situación Nacional

En este escenario encontramos una sociedad venezolana que atraviesa profundas transformaciones en todos los ámbitos de la vida, como resultado del colapso de un modelo de desarrollo perverso, que tantos daños y atraso le ocasionaron a nuestro pueblo.

Efectivamente, la dependencia implantada en nuestro país como resultado de siglos de explotación colonial e imperialista impidió el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad. El rol de proveedor de petróleo a los centros desarrollados del mundo que se le impuso a nuestra nación imposibilitó el desarrollo diversificado y armónico de nuestra economía. A partir de ello, se cimentó un modelo rentista, adicto a los ingresos petroleros, y, por lo tanto, altamente voluble, que frenó el verdadero desarrollo productivo y estrechó al máximo la vinculación parasitaria del capital local, el foráneo y el Estado burgués. Este último administró por décadas los ingresos petroleros para el provecho casi exclusivo del capital local y extranjero.

En lo social, las perversiones inherentes al capitalismo florecieron plenamente. Desigualdad, pobreza, miseria, desempleo, analfabetismo, desnutrición, enfermedades, etc., dibujaron un panorama social aterrador. A pesar de las ingentes riquezas, la descomposición social se agudizaba al extremo, mientas que la burguesía local y los capitales transnacionales acumulaban fantásticas fortunas.

Por su parte, en lo político se exacerbó la crisis de legitimidad de un sistema manejado a su antojo por elites entronadas en el bipartidismo adeco-copeyano. Sobre la base del consenso de esas elites se pretendió construir un modelo político y jurídico inexpugnable al descontento popular. Dicho modelo funcionó por décadas con una notable eficiencia, sustentado en la fórmula reformista. Sin embargo, en su ocaso (en los 90) se profundizó el descrédito y rechazo de las masas como resultado de la corrupción galopante, el burocratismo y el abuso del poder. Las instituciones agotaron su capacidad de atenuar las graves contradicciones de clases en el seno de la sociedad venezolana.

Este cuadro conformó un escenario altamente explosivo. Se conjugaron condiciones objetivas y subjetivas que no sólo entrabaron la funcionalidad mínima del sistema imperante, denominado puntofijista, sino que hicieron impostergable su supresión.


III) La Revolución Bolivariana

Aunque la salida revolucionaria a la crisis sistémica del capitalismo venezolano no estaba garantizada, la incapacidad de las clases dominantes para preservar sus posiciones y la determinación de los oprimidos de cambiar su situación social le dieron un giro revolucionario a su desenlace.

Décadas de lucha en contra de la dominación imperialistas y sus lacayos criollos permitieron acumular las fuerzas suficientes para un cambio radical en la correlación de fuerzas políticas del país. Un recuento histórico del siglo pasado tendría que recoger los combates librados por los más fieles exponentes de las luchas revolucionarias en el seno del movimiento obrero clasista, de las ligas campesinas, del movimiento estudiantil y la intelectualidad revolucionaria, en las filas del Partido Comunista y organizaciones socialistas en contra de la tiranía de Gómez, la dictadura de Pérez Jiménez, los regímenes represivos adeco-copeyanos de los años 60 y los gobiernos entreguistas de los 70-80 y 90.

Estos periodos de duras pruebas para las fuerzas revolucionarias del país no estuvieron exentos de dolorosas derrotas, como la sufrida en el campo militar y político en los años 60 durante la lucha armada encabezada por comunistas y socialistas, quienes a pesar del valor y la entrega a la causa de la libertad, no supieron valorar la situación emergida del 23 de enero como resultado de una extraordinaria victoria popular en contra de la dictadura perezjimenista.

Igualmente negativo para el movimiento revolucionario venezolano, resultó el derrumbe del experimento socialista en Europa del este, a partir de lo cual se desató una ofensiva generalizada de la reacción a nivel mundial.

Sin embargo, las tendencias a la desintegración del sistema imperante en Venezuela habían madurado a tal grado, que en 1989 se produce un histórico estallido social, conocido como el “caracazo”, como consecuencia de la aplicación de políticas neoliberales destinadas a satisfacer las insaciables pretensiones de los grupos económicos más poderosos del país y del capital transnacional.

Posteriormente, en febrero de 1992, se produciría la rebelión de los militares bolivarianos encabezados por el Comandante Chávez en contra del régimen hambreador y represivo de CAP, como exponente del puntofijismo decadente. Este levantamiento inicia una nueva fase de nuestras luchas por la transformación revolucionaria de nuestra patria, que tendrá en la llegada de Chávez al poder en 1998 uno de sus puntos de mayor relevancia. En la actualidad, su proyecto se ha extendido con extraordinario apoyo popular

Si tuviéramos que caracterizar brevemente el carácter de nuestra revolución, tendríamos que resaltar que se trata de una revolución de liberación nacional, antiimperialista y democrática, que se orienta cada vez más claramente al socialismo. La duración, la intensidad de las luchas, la complejidad de las contradicciones de esta transición dependerán de una serie de condiciones, dentro de las cuales destaca, claramente, la presencia de un verdadero partido revolucionario.


IV) El Partido Socialista Unido de Venezuela

En pocas palabras podemos decir que un partido político es una expresión organizativa, ideológica y política de los intereses de una determinada clase social, en el cual se enrolan los exponentes más conscientes de los intereses de dichas clases. Podemos agregar que son organizaciones creadas para la toma del poder político y defensa de las posiciones conquistadas. Partiendo de la realidad venezolana, donde aún predomina el capitalismo, existe la posibilidad de construir partidos políticos que respondan a los intereses de las clases sociales que integran dicho sistema: la burguesía, la pequeña burguesía, el campesinado y la clase obrera conjuntamente con los demás trabajadores.

En el marco de la revolución bolivariana, requerimos de un partido político que exprese los intereses de la clase social que está históricamente interesada y capacitada para construir el socialismo. La única clase social en condición de ello es la clase obrera y demás sectores de trabajadores, en razón de que se trata de una clase social explotada por el capitalismo que, además, no posee medios de producción para explotar a otros. Es por ello que al erradicar el fundamento de la explotación capitalista, cual es, la propiedad privada sobre los medios de producción, la clase obrera no reeditará la explotación del hombre por el hombre, sino que la abolirá para siempre.

Una revolución que tiene un enemigo tan poderoso como el imperialismo y una tarea histórica tan compleja como la construcción del socialismo, requiere de una organización que se encuentre en capacidad de organizar a las masas revolucionarias y orientarlas política e ideológicamente. Pues, si partimos de que la revolución es una obra de las masas revolucionarias y para su accionar exitoso éstas requieren de un elevado grado de conciencia, claridad y organización, lo más lógico es dotarlas de esa vanguardia que las guíe y organice. No las sustituye, sino que las dirige y organiza, ya que las masas no se organizan por si mismas.

Sin una organización de vanguardia, como lo demuestra la historia, el accionar de las masas se pierde en la espontaneidad. La presencia de un destacamento organizado y consciente del bloque histórico antiimperialista de fuerzas sociales bajo la dirección de la clase obrera es una necesidad histórica.

Sin temor a exagerar, se puede afirmar que, bajo las actuales circunstancias, la solución de cada uno de los grandes problemas de esta revolución pasa por la creación de ese instrumento de la revolución. En ese sentido, no podemos ser indiferentes en relación, como lo dijimos, a su composición social, así como tampoco en relación a su programa, ideología, línea política y forma de organización. De estas características dependerá la verdadera capacidad de este nuevo partido de poder cumplir con su tarea histórica.


i) El fundamento ideológico del PSUV

El PSUV estará fundamentado en una ideología revolucionaria. En ese sentido, y siguiendo las brillantes tradiciones de lucha de nuestros próceres, especialmente del Libertador, la ideología del partido se inspirará en el pensamiento bolivariano. Aquí destacan, principalmente, sus postulados antiimperialistas, su visión republicana y sus enunciados de justicia social. Estos postulados deberán ser enriquecidos con el aporte de otros pensadores y luchadores venezolanos y latinoamericanos, dentro de los cuales vale destacar a Simón Rodríguez, José Martí y a Mariategui. Asimismo, los valores morales del cristianismo originario formarán parte del fundamento ideológico.

De la misma manera, tendremos que incorporar la doctrina científica marxista-leninista al acervo ideológico del PSUV. A partir de una descarnada crítica al capitalismo, esta doctrina explica la necesidad histórica de abolir ese régimen de explotación del hombre por el hombre y, con ello, abrirle paso al socialismo, la sociedad sin clases sociales antagónicas. El marxismo-leninismo plantea que el capitalismo, a pesar de generar enormes potencialidades productivas, provoca, además de terribles daños ambientales, crecientes inequidades sociales, polariza la sociedad, por un lado, en una reducida élite de ricos que dispone de inmensas fortunas producto de la apropiación de la riqueza creada por la sociedad y, por otro lado, enormes masas de pobres excluidos del disfrute de dicha riqueza. La lucha de clases que se desprende de esta constelación es el motor fundamental de la historia, el factor que impulsa los saltos históricos de la sociedad. Y dentro de estas luchas sociales, la clase obrera y los trabajadores en general se convierten en los sepultureros del capitalismo.

Asimismo, en la época actual son de gran actualidad tanto las experiencias de la lucha por la independencia nacional en contra del colonialismo español encabezadas por El Libertador Simón Bolívar, como los aportes al análisis del imperialismo como fase superior y última del capitalismo por parte de Lenin, los cuales dan respuesta a la lucha práctica que llevamos a cabo en contra del imperialismo estadounidense.

La ideología de nuestra organización debe ser totalmente impermeable a las corrientes ideológicas reformistas y contrarrevolucionarias, a todas aquellas propuestas que tratan de justificar la existencia del capitalismo y/o a explicar la posibilidad de su reforma para el bienestar de la sociedad. La historia se ha encargado de demostrar que eso no es posible y que cualquier intento de disfrazar la esencia explotadora del capitalismo está destinado a embaucar a los trabajadores en las luchas revolucionarias por su liberación.

La elaboración y desarrollo de nuestra ideología será de fundamental importancia para garantizar la actuación realmente revolucionaria de nuestra organización, pues a partir de ella elaboraremos nuestro programa de acción, diseñaremos nuestra línea política, y, por ende, orientaremos a nuestros militantes y a las masas revolucionarias. Obviamente, una ideología revolucionaria no es garantía de una actuación de esa naturaleza, pero si se convierte en una premisa indispensable para ello.


ii) El Programa, la línea política y la táctica del PSUV

Todo partido debe disponer de un programa, es decir, de una propuesta estratégica de su política. En ese sentido, el programa del PSUV establecerá los objetivos que nos orientarán en la creación de las bases del socialismo en Venezuela y comprenderá las líneas estratégicas para alcanzar esa meta histórica. El fundamento para la definición del contenido del programa se lo proporciona la ideología del partido, por lo que ésta debe ser, como lo afirmamos anteriormente, una doctrina científica, que garantice la viabilidad del programa.

Entre tanto, la línea de acción política, es decir, la táctica revolucionaria, debe responder plenamente al programa, a una estrategia realista, formulada sobre sólidos cimientos revolucionarios. La táctica será una fusión de flexibilidad –necesaria para adecuarse a las circunstancias del momento- y firmeza en los principios, que le garantice al partido un indiscutible perfil revolucionario.

Esto le permitirá al partido actuar guiado por los postulados establecidos, predicar con el ejemplo. Una táctica que difiera de la estrategia programática sería un engaño al pueblo. Un programa ambiguo e incoherente nos desviará de nuestras metas históricas.

Como lo definimos anteriormente, en su fase actual es ésta una revolución democrática, antiimperialista y de liberación nacional, que cuenta entre sus principales objetivos:

a) La conquista del poder político por parte de las fuerzas revolucionarias, lo cual pasa por la creación del nuevo Estado popular-revolucionario con sus correspondientes instituciones;

b) El desarrollo productivo que incluya la industrialización del país y la erradicación del latifundio;

c) La creación de una nueva institucionalidad, que permita desplazar las instituciones del viejo estado capitalista;

c) El mejoramiento sustancial de las condiciones de vida de la población y los niveles de equidad social;

d) El desarrollo del poder popular y de una verdadera democracia participativa;

e) La instrumentación de una profunda revolución cultural que permita el desarrollo de las potencialidades individuales y colectivas, apuntalada por una ideología revolucionaria de la transformación social;

f) Estímulo de conductas y valores que contribuyan a la conformación de la ética socialista;

f) Creación de condiciones para el despliegue de formas de propiedad socialistas y colectivistas.

g) La construcción de un sistema de defensa que vincule estrechamente las potencialidades militares de la nación con la capacidad organizativa y de combate del pueblo.

h) La creación de un partido de vanguardia capaz de organizar y guiar a las fuerzas revolucionarias.


Estos son objetivos indispensables para lograr la independencia económica, política y cultural de la dominación imperialista, los cuales, a su vez, nos permitirán enlazar con las metas estratégicas del socialismo.

Consideramos que la definición del socialismo, la cual deberá estar claramente contenida en la propuesta programática, deberá arrojar las siguientes características estructurales:

a) La propiedad sobre los medios de producción, relación fundamental en el ámbito social y, en última instancia, determinante del resto de relaciones económicas, sociales, políticas, culturales y éticas, debe tener un carácter socialista. Esto significa que las fuentes de la riqueza social como la tecnología, las empresas, la infraestructura productiva, la tierra, etc., deben ser propiedad del pueblo. Esto será indispensable para darle vida a las condiciones que enumeramos seguidamente. Es preciso decir que durante la transición al socialismo y en buena parte de la existencia de éste, habrán dos sectores, uno socialista y otro capitalista, que tendrán que convivir, pero con la predominancia del primero, lo cual significa que los medios de producción estratégicos estarán en manos de la sociedad a través del Estado socialista.

b) El régimen político del socialismo será la democracia socialista. En abierta contradicción con el liberalismo burgués, donde las libertades existentes sirven de pantalla a la concentración del poder en manos del capital, en el socialismo el poder descansará directamente en el pueblo, quien lo ejercerá sobre la base de las más amplias libertades políticas y civiles a todos los niveles. El poder económico de la sociedad, basado en la propiedad socialista sobre los medios de producción, se tiene que reflejar plenamente en el sistema político, para lo cual se requiere un elevado grado de organización y conciencia del pueblo a los fines de que el ejercicio del poder sea efectivamente el resultado de la voluntad popular y, por otra parte, dicha voluntad coincida con el interés de desarrollo integral de la sociedad.

c) La revolución socialista tiene entre sus principales tareas la creación del Estado socialista. Esto significa destruir la vieja maquinaria estatal y crear una nueva institucionalidad que se encuentre al servicio del pueblo organizado. Esto no es otra cosa que cambiar radicalmente el carácter y función de un Estado, que somete a la sociedad a los dictámenes de una élite dominante, por uno que sirva de plataforma para el ejercicio del poder popular.

d) El socialismo se tiene que caracterizar por la existencia práctica de una moral y ética socialista. El principal protagonista del socialismo, el pueblo, debe desplegar ese protagonismo sobre la base de un conjunto de valores basados en la solidaridad, la cooperación, la fraternidad, la emulación, la igualdad y la equidad. Sin esto, nuestro socialismo estaría mutilado y, además, serviría de caldo de cultivo para la reproducción de las relaciones capitalistas.

e) A partir de una profunda revolución de carácter político-cultural se deberá crear un elevado nivel de la conciencia revolucionaria, que se conjugue con importantes capacidades técnicas de la población. No sólo se deberá garantizar un significativo ritmo de desarrollo económico, para lo cual la fuerza de trabajo deberá estar debidamente capacitada, sino también un notable conocimiento de los aspectos fundamentales del manejo de las instituciones, de la dirección de los procesos económico y sociales por parte del pueblo.


iii) La estructura y los principios organizativos del PSUV

En este aspecto, la nueva organización debe garantizar la unidad orgánica, política e ideológica, la disciplina y la democracia interna, como parte de los más relevantes principios de organización. Para ello se propone la aplicación del centralismo democrático como eje organizativo del PSUV. Esto significa que la democracia será un elemento determinante del PSUV. Habrá un amplio espacio para la discusión y mecanismos de elección y consulta que permitan la participación de cada uno de los militantes y organismos que componen al partido. Antes de tomar decisiones estratégicas -siempre que el factor tiempo lo permita- la problemática en cuestión se tendrá que someter a la consulta de los organismos del partido. En cualquier caso, las decisiones responderán a una línea política previamente diseñada y aprobada, así como a la consulta de la base.

En virtud de que una discusión democrática puede darse sólo sobre la base de una información suficiente y oportuna, se deberán establecer canales de comunicación eficientes que permitan el flujo de información.

El principio democrático no sólo es aplicable a la discusión y toma de decisiones, sino también a la elección de los organismos de dirección y de los candidatos a las instancias de elección popular en las que participe el partido. En cada una de ellas se deberá respetar la voluntad mayoritaria del Partido.

Otros aspectos fundamentales de la vida interna consisten en la dirección colectiva, la cual deberá aplicarse en cada una de las instancias de dirección; la crítica, la cual deberá practicarse en forma constructiva y fraterna; la autocrítica, que deberá ejercerse sin ningún tipo de prejuicios y en forma honesta; y la ética revolucionaria, que deberá ser expresión de la más alta moral y desprendimiento revolucionario.

Junto al principio democrático, el nuevo Partido deberá garantizar la unidad de mando y de acción sobre la base de la unidad política. Esto significa que una vez agotada la discusión, la decisión adoptada deberá ser asumida por la minoría con la misma determinación que lo hará la mayoría. Los organismos inferiores seguirán la línea diseñada por los organismos superiores (cuyos miembros son electos por las bases), una vez discutida y aprobada la línea política.

Esta es la síntesis de democracia con centralismo, la única formula de garantizar participación y unidad. Ello, obviamente, implica una elevada disciplina que, a su vez, obedecerá al grado de conciencia política del militante en cuestión. Esta premisa indica que no podrán ser militantes solo quienes expresen su voluntad, sino quienes, a su vez, dispongan de la madurez política para ello.

Por lo demás, la estructura organizativa del PSUV deberá asemejarse a una pirámide (con las características anteriormente expuestas), cuyas decisiones y actuación se encuentren en sintonía con la estrategia elaborada por la máxima autoridad de la organización (llamada Asamblea Nacional o Congreso), que será de obligatorio cumplimiento por todos los miembros y organismos. Esta instancia se reunirá periódicamente y deberá estar conformada por militantes electos democráticamente en los organismos del Partido.


iv) La relación del PSUV con las clases sociales, las masas e instituciones del Estado.

Dentro del complejo y multifacético conjunto de relaciones que involucran al partido, las clases sociales, las masas y las instituciones, vamos a resaltar algunas que consideramos de especial significado.

Para comenzar, es preciso ratificar que este partido tiene que ser un partido de las masas explotadas, de los desposeídos, de los trabajadores en general y de la clase obrera en particular. Por la composición social de sus militantes, el PSUV será, sin duda, un partido con un carácter clasista como el descrito anteriormente. Ahora bien, eso no es suficiente. Para constituirse en un partido de esa característica, el partido deberá estar dotado de una ideología que exprese claramente el interés histórico de los trabajadores de abolir al capitalismo. Asimismo, ese partido deberá exhibir una actuación cónsona con sus postulados teóricos. Estos tres elementos (composición social, ideología y acción) tienen que estar presentes para imprimirle un carácter inequívocamente clasista y, por consiguiente, para poder convertirse en la vanguardia de lucha del pueblo venezolano por el socialismo.

En ese orden de ideas, el PSUV tiene una tarea de vital importancia para nuestra revolución: lograr la unidad de la clase obrera y crear una verdadera conciencia revolucionaria en su seno. Esto constituirá una garantía para la profundización de la revolución, así como para el fortalecimiento del partido. Sin la unidad y el despertar político de la clase obrera, nuestra revolución se estancará. Esto no significa que el partido se limitará al accionar en este sector de la sociedad. Su alcance se debe extender a todos los sectores, pero la prioridad inconfundible deben ser los obreros y las masas trabajadoras en general.

Decíamos también que el partido debe mantener un estrecho nexo con las masas populares. Sólo así podrá interpretarlas correctamente, sólo así tendrá el prestigio, la autoridad y la vinculación orgánica para dirigirlas. Un partido alejado de las masas pierde su carácter revolucionario.

Aquí surge una interrogante asociada a la estructura del partido. ¿Se trata de un partido de “masas” o de “cuadros”? Es evidente que una revolución con un elevado contenido popular no se puede desarrollar sin un partido de masas, de numerosos militantes con formación suficiente para orientar y dirigir al pueblo. ¿Masas o cuadros?, en época de revolución éste constituye un falso dilema, pues la conformación de un partido revolucionario de masas nutrido de cuadros solidamente formados es una necesidad ineludible, además de ser un resultado natural de la lucha de clases, cuya intensidad aumenta con la profundización de la revolución y, con ella, la madurez política del pueblo. De tal manera que entre las tareas más importantes del partido se encuentra la formación masiva de cuadros del seno del pueblo. Podrán ser miembros del partido los que se destaquen por su honestidad, por su elevada moral y transparentes valores éticos, los más abnegados, los que sirven de ejemplo por su consecuencia y constancia, los más activos en la organización del pueblo, los más claros en lo político e ideológico. Por lo demás, la depuración de las fuerzas revolucionarias debe convertirse en una práctica cotidiana.

Otra de las tareas fundamentales de este partido es la construcción de un nuevo Estado y, en general, de una nueva institucionalidad. La toma del poder político es la tarea principal de cualquier revolución y uno de los vehículos fundamentales que emplean las clases sociales para ello son los partidos. Es por ello que el PSUV debe asumir un especial protagonismo en la abolición del Estado actual y la construcción de uno que se encuentre en sintonía con los postulados de la revolución. Esta tarea es de tal trascendencia, que si no logramos erradicar los flagelos de la burocracia y el burocratismo, derivados del funcionamiento del Estado burgués, la revolución implosionará.

Por último, aunque no menos importante, este partido debe poseer un muy claro carácter internacionalista, donde destaque la solidaridad y la creación de plataformas unitarias de lucha con los revolucionarios del mundo, con los pueblos que construyen alternativas al capitalismo, con todos aquellos que se rebelan al sistema de dominación imperialista. Debemos estar conscientes de que no será posible la liberación definitiva del yugo capitalista en nuestra patria, si no se produce la liberación de los trabajadores y pueblos del mundo y que, por otra parte, este objetivo se encuentra condicionado a la unidad de las fuerzas progresistas y revolucionarias del mundo. En estos momentos nuestra revolución es la expresión más clara de la confrontación mundial del progreso y el imperialismo, lo cual ubica nuestra lucha en una indiscutible dimensión internacional y eleva nuestro compromiso ante los pueblos del mundo.


¡¡¡PATRIA, SOCIALISMO O MUERTE!!!


Cátedra del Pensamiento Bolivariano y Marxista
Share on Google Plus

About Ricardo Abud (Chamosaurio)

This is a short description in the author block about the author. You edit it by entering text in the "Biographical Info" field in the user admin panel.
    Blogger Comment
    Facebook Comment

0 $type={blogger}:

Publicar un comentario

Soratemplates is a blogger resources site is a provider of high quality blogger template with premium looking layout and robust design