A Nicolás Maduro: Venezuela sin voz
Por: Franco Munini
Por: Franco Munini
Nicolás Maduro, compañero y compatriota:
te suplico me disculpes por no dirigirme a tí con la pompa que usualmente se emplea en los círculos diplomáticos; te aseguro que no hay de mi parte ninguna intención de disminuir tu rango ni de irrespetar los emblemas que representas como Canciller de la República Bolivariana de Venezuela.
Se trata simplemente de que, cuando nos asfixiamos, no podemos pedir aire con pompa ni refinamientos. Sólo nos queda patalear y lanzar extertores tratando de inhalar una bocanada de aire que nos salve de la muerte inminente.
Se nos va VHeadline. No hay cobre para mantenerla en vida.
Te he debido escribir antes, y con más vehemencia, para ponerte al tanto de la precaria situación de este portal que representa el único vínculo creible para que la población venezolana, tanto la que apoya al proceso revolucionario como la que lo adversa democráticamente, pueda expresarse más allá de las fronteras del idioma... y del país.
Uno de los fines del Ministerio de Relaciones Exteriores es la promoción de la imagen de Venezuela a nivel internacional: ¿Cuál vehículo se utiliza para ello?
Nosotros teníamos uno... y se nos fue. Murió de mengua por falta de fondos: VHeadline y sus 77000 páginas de historia viva de los últimos diez años están enterradas en el sarcófago virtual de un servidor de internet en Vancouver.
En estos días están pasando en VTV unos documentales ("Crónica de un golpe", "La Revolución no será televisada") en La Hojilla. Cuán apropiado el momento para preguntarnos:
¿A cuántas personas llega este reporte de la historia reciente?
Fuera de los televidentes en Venezuela que están pendientes de este programa, son muy pocos los que reciben esta refrescada de memoria. A nivel internacional, ni hablar: seguimos siendo un pequeño país rico en petróleo bajo la bota de un déspota militar a los ojos del mundo, PORQUE ESA ES LA IMAGEN QUE VENDEN LOS MEDIOS CORPORATIVOS CARTELIZADOS.
No me voy a llenar la boca con proyecciones del impacto de un medio como VHeadline.com y su red de emisoras radiales (unas 500 estaciones en los USA) para revertir esa campaña de satanización, pero no puedo evitar recordar que tiene un nicho nada despreciable en la red de
internet. Gústele o no (y parece que NO les gusta), aún los más recalcitrantes opositores reconocen este "rating", y para datos más precisos el editor Roy Carson tiene a disposición las cifras de visitas recogidas por los mecanismos independientes que se dedican a ello.
Tampoco soy tan iluso como para creer que VHeadline abrirá una brecha de luz entre las espesas tinieblas bajo el manto mediático que encubre hoy en día una de las maneras en que se libran las guerras de expansión imperial, invadiendo los espacios sicosociales para moldear en la mente del colectivo la imagen que más le conviene a los intereses corporativos, que son en definitiva los que gobiernan al mundo.
Pero me resisto a que Venezuela quede muda en el escenario internacional.
Nosotros no somos quienes se expresan en el Miami Herald o el New York Sun: allí hablan otras voces que no son ni de lejos venezolanas. No es nuestra Venezuela la que se proyecta en las pantallas de CNN o FoxNews, ni es la voz del ciudadano común la que se expresa en Venezuelanalysis o través del Venezuelan Information Office.
VHeadline puede convertirse en un puente multilingüe para que nuestro país sea conocido en los pàises de habla inglesa, española, alemana, portuguesa, francesa y árabe; puede leerse en Italia, en Suecia y Noruega, en China, en Irán e Irak.
Soy parte de un colectivo de traductores independientes (yo mismo escribo en español, italiano e inglés) que está listo para engranarse a este proyecto comunicacional; de igual manera podemos preparar una infraestructura para completar la formación post-profesional de jóvenes periodistas venezolanos en otros paises, a fin de impregnarlos de los valores éticos necesarios para esa profesión y adiestrarlos en el manejo fluido de diferentes idiomas.
Venezuela no puede resignarse a ser la caricatura de un país. Peor aún, una caricatura satánica que pueda crear en el colectivo internacional una actitud condescendiente con posibles intervenciones de potencias extranjeras dirigidas a asegurarse el control sobre la mayor reserva de hidrocarburos líquidos y gaseosos del hemisferio.
Nadie en Venezuela sale favorecido con un recrudecimiento de las acciones abiertas o encubiertas en contra del gobierno legítimo de Hugo Chávez. Las balas no reconocen entre revolucionarios y opositores, y esa lección tan vieja se nos refresca diariamente con lo que acontece en Irak.
La posibilidad de interactuar en diferentes idiomas con los ciudadanos del mundo es una manera de evitar ser vistos como seres demoníacos obstinados en controlar con fines perversos el flujo de petróleo al mundo. Nos permitirá demostrar que exportamos ejemplos de democracia, como quedó claramente evidenciado (y muy poco publicitado) con el referéndum del 2 de diciembre de este año.
Ahora, ¿qué puede hacer Nicolás Maduro? ¿Qué puede hacer Willian Lara?
No lo sé. Ambos tienen que pelear con sus respectivos aparatos burocráticos, esas chaquetas de fuerza que han logrado inhibir mis esfuerzos por promover esta idea y este anhelo ante el Ministerio del Poder Popular para la Comunicación e Información y otras instancias.
Yo sólo soy un ciudadano más, empeñado en lograr lo que el periodismo formal no ha logrado: romper el cerco mediático que las corporaciones trasnacionales han tendido alrededor de mi país, nuestro país. Pero yo no tengo más recursos que el teclado de mi computadora y mis convicciones. Como Roy. Como tantos nacionales y extranjeros que luchan por la VERDAD y la COMUNICACIÓN.
(*)Ing.
Amuninifranco@gmail.com
te suplico me disculpes por no dirigirme a tí con la pompa que usualmente se emplea en los círculos diplomáticos; te aseguro que no hay de mi parte ninguna intención de disminuir tu rango ni de irrespetar los emblemas que representas como Canciller de la República Bolivariana de Venezuela.
Se trata simplemente de que, cuando nos asfixiamos, no podemos pedir aire con pompa ni refinamientos. Sólo nos queda patalear y lanzar extertores tratando de inhalar una bocanada de aire que nos salve de la muerte inminente.
Se nos va VHeadline. No hay cobre para mantenerla en vida.
Te he debido escribir antes, y con más vehemencia, para ponerte al tanto de la precaria situación de este portal que representa el único vínculo creible para que la población venezolana, tanto la que apoya al proceso revolucionario como la que lo adversa democráticamente, pueda expresarse más allá de las fronteras del idioma... y del país.
Uno de los fines del Ministerio de Relaciones Exteriores es la promoción de la imagen de Venezuela a nivel internacional: ¿Cuál vehículo se utiliza para ello?
Nosotros teníamos uno... y se nos fue. Murió de mengua por falta de fondos: VHeadline y sus 77000 páginas de historia viva de los últimos diez años están enterradas en el sarcófago virtual de un servidor de internet en Vancouver.
En estos días están pasando en VTV unos documentales ("Crónica de un golpe", "La Revolución no será televisada") en La Hojilla. Cuán apropiado el momento para preguntarnos:
¿A cuántas personas llega este reporte de la historia reciente?
Fuera de los televidentes en Venezuela que están pendientes de este programa, son muy pocos los que reciben esta refrescada de memoria. A nivel internacional, ni hablar: seguimos siendo un pequeño país rico en petróleo bajo la bota de un déspota militar a los ojos del mundo, PORQUE ESA ES LA IMAGEN QUE VENDEN LOS MEDIOS CORPORATIVOS CARTELIZADOS.
No me voy a llenar la boca con proyecciones del impacto de un medio como VHeadline.com y su red de emisoras radiales (unas 500 estaciones en los USA) para revertir esa campaña de satanización, pero no puedo evitar recordar que tiene un nicho nada despreciable en la red de
internet. Gústele o no (y parece que NO les gusta), aún los más recalcitrantes opositores reconocen este "rating", y para datos más precisos el editor Roy Carson tiene a disposición las cifras de visitas recogidas por los mecanismos independientes que se dedican a ello.
Tampoco soy tan iluso como para creer que VHeadline abrirá una brecha de luz entre las espesas tinieblas bajo el manto mediático que encubre hoy en día una de las maneras en que se libran las guerras de expansión imperial, invadiendo los espacios sicosociales para moldear en la mente del colectivo la imagen que más le conviene a los intereses corporativos, que son en definitiva los que gobiernan al mundo.
Pero me resisto a que Venezuela quede muda en el escenario internacional.
Nosotros no somos quienes se expresan en el Miami Herald o el New York Sun: allí hablan otras voces que no son ni de lejos venezolanas. No es nuestra Venezuela la que se proyecta en las pantallas de CNN o FoxNews, ni es la voz del ciudadano común la que se expresa en Venezuelanalysis o través del Venezuelan Information Office.
VHeadline puede convertirse en un puente multilingüe para que nuestro país sea conocido en los pàises de habla inglesa, española, alemana, portuguesa, francesa y árabe; puede leerse en Italia, en Suecia y Noruega, en China, en Irán e Irak.
Soy parte de un colectivo de traductores independientes (yo mismo escribo en español, italiano e inglés) que está listo para engranarse a este proyecto comunicacional; de igual manera podemos preparar una infraestructura para completar la formación post-profesional de jóvenes periodistas venezolanos en otros paises, a fin de impregnarlos de los valores éticos necesarios para esa profesión y adiestrarlos en el manejo fluido de diferentes idiomas.
Venezuela no puede resignarse a ser la caricatura de un país. Peor aún, una caricatura satánica que pueda crear en el colectivo internacional una actitud condescendiente con posibles intervenciones de potencias extranjeras dirigidas a asegurarse el control sobre la mayor reserva de hidrocarburos líquidos y gaseosos del hemisferio.
Nadie en Venezuela sale favorecido con un recrudecimiento de las acciones abiertas o encubiertas en contra del gobierno legítimo de Hugo Chávez. Las balas no reconocen entre revolucionarios y opositores, y esa lección tan vieja se nos refresca diariamente con lo que acontece en Irak.
La posibilidad de interactuar en diferentes idiomas con los ciudadanos del mundo es una manera de evitar ser vistos como seres demoníacos obstinados en controlar con fines perversos el flujo de petróleo al mundo. Nos permitirá demostrar que exportamos ejemplos de democracia, como quedó claramente evidenciado (y muy poco publicitado) con el referéndum del 2 de diciembre de este año.
Ahora, ¿qué puede hacer Nicolás Maduro? ¿Qué puede hacer Willian Lara?
No lo sé. Ambos tienen que pelear con sus respectivos aparatos burocráticos, esas chaquetas de fuerza que han logrado inhibir mis esfuerzos por promover esta idea y este anhelo ante el Ministerio del Poder Popular para la Comunicación e Información y otras instancias.
Yo sólo soy un ciudadano más, empeñado en lograr lo que el periodismo formal no ha logrado: romper el cerco mediático que las corporaciones trasnacionales han tendido alrededor de mi país, nuestro país. Pero yo no tengo más recursos que el teclado de mi computadora y mis convicciones. Como Roy. Como tantos nacionales y extranjeros que luchan por la VERDAD y la COMUNICACIÓN.
(*)Ing.
Amuninifranco@gmail.com
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