El enemigo
Texto: YLDEFONSO FINOL
La oposición venezolana ya sabe que el terreno de combate no es sólo el electoral. Hace rato vienen combinando diferentes formas de lucha que pasan por la conspiración, el sabotaje, el terrorismo y la guerra psicológica, con la que acaban de lograr su primer triunfo.
En el referéndum de la reforma Constitucional ganó la mentira. La mentira que impuso el fascismo mediático y las mentiras sobre las que los chavistas basamos nuestra campaña. El enemigo hizo su trabajo. La derecha tiene que mentir para manipular la conciencia de los ciudadanos. No pueden hacer otra cosa, ya que, decir la verdad sobre el capitalismo es abrir los ojos al pueblo sobre un incorregible sistema opresor. Eso sólo puede y debe hacerse desde el campo de la revolución. Esa es la tarea de los socialistas y comunistas.
El domingo 2 de diciembre ganó el asesino de José Aníbal Oliveros Yépez. Ganaron los piromaníacos que intentaron quemar a decenas de estudiantes en la Escuela de Trabajo Social, y que quemaron al hijo del fotógrafo Francisco Solórzano. Ganaron algunos medios. Ganaron los golpistas del 2002 que andan por ahí muy tranquilos conspirando. Ganaron los traidores. Los acaparadores de leche. Ganaron Aznar y Uribe. Ganó la Casa Blanca.
No debemos cometer el gravísimo error de minimizar los hechos adversos. Nos creíamos ganadores y perdimos. Esa es la realidad. Decíamos que ellos no tenían maquinaria, que estaban desmovilizados, que estaban divididos, entre otras leyendas. Pero la verdad es que se unieron y se movilizaron. Las llamadas maquinarias, término muy adeco por cierto, ya sabemos que son susceptibles de ser derrotadas cuando se tiene la fuerza determinante de la mayoría. ¿Quién podía tener el poder de convocatoria para unirlos y movilizarlos? Sólo un factor muy poderoso pudo lograr eso. Yo no tengo ninguna duda sobre la autoría del plan opositor y sobre el factor de poder que logró hacerlo exitoso: el imperialismo, en este caso a través del Gobierno de George Bush, el gran ganador.
En estos días he observado diversas actitudes entre el chavismo con quien comparto y me reúno. Hay perplejidad entre quienes no se imaginaban la posibilidad de una derrota. Hay rabia en el chavismo de corazón. Hay tristeza más allá de las consignas. Hay despecho. Hay muchas ganas de reflexionar y de ser escuchados. Nuestra gente quiere ser escuchada. Quiere gritar sus rabias. Quiere que la discusión sea horizontal. Quiere asistir a asambleas de iguales. Quiere derribar los presidios. La gente quiere hablar con Chávez.
Debemos descifrar exactamente cuál fue la táctica de la oposición. El enemigo fue más astuto y más efectivo. Nos aplicó una de “vuelvan caras”. Simularon hasta última hora estar en desbandada, dispersos, con varios mandos. Fingieron incluso una retirada. Pero cuando nos vieron confiados, triunfalistas, viraron con fuerza y nos derrotaron.
Entre los cientos de balances que he escuchado, los más sinceros sin duda son los del chavismo de base. En la llamada “dirigencia” y entre burócratas, se cocinan muchos pretextos y saludos a la bandera. Pero ¡ojo!, que en todos observo un peligroso sesgo electoralista. Se cree que la recuperación vendrá de prepararnos para ganar las elecciones de gobernadores y alcaldes a finales del próximo año. Para esa fecha se está dejando el desquite. Muy peligrosa actitud, insisto. La derecha no esperará hasta allá para golpear de nuevo.
Texto: YLDEFONSO FINOL
La oposición venezolana ya sabe que el terreno de combate no es sólo el electoral. Hace rato vienen combinando diferentes formas de lucha que pasan por la conspiración, el sabotaje, el terrorismo y la guerra psicológica, con la que acaban de lograr su primer triunfo.
En el referéndum de la reforma Constitucional ganó la mentira. La mentira que impuso el fascismo mediático y las mentiras sobre las que los chavistas basamos nuestra campaña. El enemigo hizo su trabajo. La derecha tiene que mentir para manipular la conciencia de los ciudadanos. No pueden hacer otra cosa, ya que, decir la verdad sobre el capitalismo es abrir los ojos al pueblo sobre un incorregible sistema opresor. Eso sólo puede y debe hacerse desde el campo de la revolución. Esa es la tarea de los socialistas y comunistas.
El domingo 2 de diciembre ganó el asesino de José Aníbal Oliveros Yépez. Ganaron los piromaníacos que intentaron quemar a decenas de estudiantes en la Escuela de Trabajo Social, y que quemaron al hijo del fotógrafo Francisco Solórzano. Ganaron algunos medios. Ganaron los golpistas del 2002 que andan por ahí muy tranquilos conspirando. Ganaron los traidores. Los acaparadores de leche. Ganaron Aznar y Uribe. Ganó la Casa Blanca.
No debemos cometer el gravísimo error de minimizar los hechos adversos. Nos creíamos ganadores y perdimos. Esa es la realidad. Decíamos que ellos no tenían maquinaria, que estaban desmovilizados, que estaban divididos, entre otras leyendas. Pero la verdad es que se unieron y se movilizaron. Las llamadas maquinarias, término muy adeco por cierto, ya sabemos que son susceptibles de ser derrotadas cuando se tiene la fuerza determinante de la mayoría. ¿Quién podía tener el poder de convocatoria para unirlos y movilizarlos? Sólo un factor muy poderoso pudo lograr eso. Yo no tengo ninguna duda sobre la autoría del plan opositor y sobre el factor de poder que logró hacerlo exitoso: el imperialismo, en este caso a través del Gobierno de George Bush, el gran ganador.
En estos días he observado diversas actitudes entre el chavismo con quien comparto y me reúno. Hay perplejidad entre quienes no se imaginaban la posibilidad de una derrota. Hay rabia en el chavismo de corazón. Hay tristeza más allá de las consignas. Hay despecho. Hay muchas ganas de reflexionar y de ser escuchados. Nuestra gente quiere ser escuchada. Quiere gritar sus rabias. Quiere que la discusión sea horizontal. Quiere asistir a asambleas de iguales. Quiere derribar los presidios. La gente quiere hablar con Chávez.
Debemos descifrar exactamente cuál fue la táctica de la oposición. El enemigo fue más astuto y más efectivo. Nos aplicó una de “vuelvan caras”. Simularon hasta última hora estar en desbandada, dispersos, con varios mandos. Fingieron incluso una retirada. Pero cuando nos vieron confiados, triunfalistas, viraron con fuerza y nos derrotaron.
Entre los cientos de balances que he escuchado, los más sinceros sin duda son los del chavismo de base. En la llamada “dirigencia” y entre burócratas, se cocinan muchos pretextos y saludos a la bandera. Pero ¡ojo!, que en todos observo un peligroso sesgo electoralista. Se cree que la recuperación vendrá de prepararnos para ganar las elecciones de gobernadores y alcaldes a finales del próximo año. Para esa fecha se está dejando el desquite. Muy peligrosa actitud, insisto. La derecha no esperará hasta allá para golpear de nuevo.
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