Café imperial.

Café imperial.
El imperio en un café.
Mario Forti


Las redondas mesas del café tenían puesto para cuatro pero dos entraban cómodos. Eran como las diez de la mañana. El sol de la parte oriental hacía más extrovertida la entrevista. Un aire, aura, aurora boreal caribeña resultaba casi explosiva. Los dos pedimos café y agua mineral, inoportuno fue fumar, por lo que no hubo humo en esa mesa caraqueña. El diálogo fue planificado. No nos conocíamos muy bien, y mejor dicho casi nada sabíamos de nosotros. La idea era entrevistar, y tomarnos un café, bajo la luz de las diez y pasando por alto el factor de género (de quien era hombre o mujer).

El agua se bebió, se bebió también el café, y las ideas incendiaban ya la hora de comer. El sol del estómago mandó y comimos. Mientras adquiríamos el fuego para poder funcionar, alimento a base de trigo, vegetales, carne roja, vino tinto y papas, estudiábamos las ideas que surgieron y los gestos que están detrás de las ideas expresadas como oyendo y leyendo un lenguaje puramente corporal del intelecto humano.

Verbal y no verbalmente hablamos del poder. Mi cuestionamiento se orientó hacia el concepto poder en un mundo globalizado. Un único poder global capaz de darle paz a ciudades como Caracas, New York, Buenos Aires, México City, San Pablo, Lima, Santiago, Quito, o Bogotá, ciudades donde el poder cada día está más claro que va a los que son mayoría en acuerdo a lo que se ha dado en llamar poder popular de las multitudes.

Naciones enteras han surgido desde las cenizas en este período de reorientación energético mundial. Venezuela es una de ellas. ¿Cómo se digiere el concepto poder en Venezuela de hoy? ¿Podríamos, esta persona y yo, llegar a alguna orilla de lo humano en un mundo donde el peligro causado por la energía nuclear es evidentemente alarmante? ¿Cabría la pregunta sobre socialismo bolivariano frente al caos globalizado por un ataque inminente a Irán en menos de tres meses por ejemplo? El giro de las relaciones internacionales frente a esta ola de terror que habrá de invadir al planeta entero como el choque de un meteorito o la manifestación de un tsunami será súbito, impredecible, inesperado como el grito revolucionario despertando multitudes.

Mientras el imperio se consolida más y más ante la debilidad de las naciones fragmentadas y decadentes ante la soberanía transnacional que sufrimos. El sistema se consolida y se justifica a sí mismo creando un nuevo sistema jurídico internacional imperial que servirá para poner orden a la borrachera global, es decir en todas partes y al mismo tiempo, o sea simultáneamente, la policía universal administrará el escándalo, siempre que esté escrito el nombre de rebeldía, insurgencia, subversión, y ahora poder popular para ellos causa de un malestar general individualizado en Chávez.

Venezuela es un Estado Nación en una fase de disidencia imperial generando un discurso político anti-imperialista y a la vez ofreciendo la voluntad de mantener el suministro de energía. Un lenguaje táctico, como la naturaleza de la luz lo ilumina todo: se sabe que el haz de luz es un compuesto de partículas ondulares y corpusculares. Negociar con el monstruo y sostener una resistencia anti imperio. El sistema registra esta disidencia por el orden de recursos naturales no renovables que tenga el territorio.

Venezuela es fundamentalmente clave geoestratégicamente y geopolíticamente determinante en todo el continente americano. La transformación de una Venezuela potencia es la anti imperialista fuerza que aumenta la identidad nacional produciendo un incremento de las fuerzas creativas de un pueblo o nación o como lo quería Bolívar una república de naciones. Ese minuto de gloria, cada Estado Nación lo administra como puede y quiere nosotros lo hemos invertido en la destrucción de un imperio asesino.

El momento venezolano es de generar un debate colectivo afín de determinar si no es justa la administración de los recursos vitales de los cuales es responsable. Tanto la cuenca petrolífera del golfo, como la región que bordea al Orinoco, sin olvidar toda la costa de oriente a occidente del país rica en petróleo y gas, minerales, oro, diamantes, hierro, aluminio uranio. El agua que se concentra entre el Orinoco y el Caroní, ilustran la idea de poder natural ¿no está arquetípicamente retratado en el Salto Angel? Venezuela cruza velozmente por las etapas de formación de un Estado Nación cuando el tiempo impone el fin de la historia de las naciones y de su soberanía. El inicio de una soberanía imperial transnacional y postimperialita, el imperio mundial.


Para nadie es un secreto que los EEUU se han convertido en el Ministerio de Defensa del Gobierno Mundial ejercido por el imperio. Es el ministerio de la Inteligencia y desde donde se imparten los castigos. EEUU se rigen con otro código de leyes universales no necesariamente aprobadas en Ginebra. Más allá de la sociedad de naciones el nuevo código universal lo escriben los nuevos abogados imperiales arquitectos de las guerras preventivas. El fin del derecho internacional y el inicio del derecho imperial o de las transnacionales.

El orden de conceptos como el de soberanía enfrenta a bloques de países como los sudamericanos, a doscientos años de sus debidas fundaciones como Estados Naciones, contra un imperio mundial y ven en sus fronteras las imágenes inexorables de su propio fin como nacionalidades globalizadas. En virtud de este eje mundial de someterse inexorablemente al único poder posible bajo una legislación multinacional que somete con su soberanía imperial a los fragmentos de su regencia nuestra nación se resiste valientemente.

De ahí que los EEUU imponen la doble política de siempre al intervenir a través de bases militares todo el territorio geoestratégico del continente, sus embajadas fomenten la administración gubernamental más proclive a entregar los recursos que la nación tenga como pago tributario al formar parte de nuevos tratados bilaterales cuyas finanzas efectivamente favorece al pobre país emergente. Todos los recursos del continente están vigilados por los policías del imperio de ninguna manera disimulando este control de las fuentes de energías vitales para la supervivencia humana. Como para nada disimulando el control de cada individuo en el planeta.

La charla no pedía tregua, y el verbo analítico enfocaba la problemática revolucionaria en Venezuela y el continente entero frente a una Europa debilitada y a un resurgimiento de poderes nacionales proponiendo un mundo con reglas alternativas a las del imperio. Este bloque de pueblos diseminados en todas partes y en ninguna, va paralelamente debatiendo las políticas que afectan al ecosistema y causa un peso más a la desequilibrada situación ecológica en el mundo actual. Hay una fuerza colectiva anti imperio formada en la lucha anti-imperialista pero que sabe que vivimos la post-imperialista fase de gobierno mundial.

El ejercicio mental de estar encerrando en círculos de conocimiento, ideas y aproximaciones intelectuales al curso de los hechos que superan el análisis sólo histórico y no comparte parcelas con lo antropológico, lo económico, lo cibernético, lo político, lo social, lo filológico necesariamente dará con un muro filosófico. No hay caso. Hasta la filosofía habrá de mudar porque hace mucho tiempo dejó de ser amor por la sabiduría, hoy sólo se habla de utilidad.

Aire de final iba teniendo la hora que como a las 15 ofreció una simple excusa para evadirnos en la insondable calle de cualquier ciudad. El café imperial que cerró la conversación como el que la inició fue la alfombra del verbo cuya fragancia a café dejó el vuelo intelectual abordando al poder en este momento histórico político donde lo económico impone nuevas reglas por encima de los hechos y por encima del poder fragmentado. Un poder que organizado a través de las creaciones populares se orienta hacia su primer Estado encuentra en el socialismo su estructura de gobierno y en el pensamiento de Bolívar su apoyo moral y estratégico.

La guerra contra el imperio la empezó Bolívar sin saberlo, para él era contra la institución monárquica, que luego se convirtió en una oligarquía posrevolucionaria que daría a luz una burguesía capaz de gobernar 100 años sosteniendo al imperio mundial a costa de la muerte, del genocidio en el país. A partir de 1989 surge en Venezuela un grito revolucionario que pudo pasar desapercibido en el resto del mundo pero no aquí. Desde ese día el pueblo salió a la calle y todavía no ha regresado.

Como alguien que está listo para viajar y aún no lo sabe, todo a su alrededor le orienta a un desplazamiento, grande o pequeño, pero desplazamiento físico, este movimiento trae a su vez una visión que permite comprender un problema suscitado en el lugar desde donde viajamos. El pueblo venezolano salió a la calle a reclamar justicia y se encontró con la historia cuando arremetió la casta militar a reprimir la manifestación popular incrementándose en todo el país como en efecto dominó. El sistema colapsó, el ejército no sólo salió a la calle a intentar poner orden, se halló inmerso en una matanza inolvidable. El plomo desencarnando al pecho venezolano, la sangre en el piso de nuestros abuelos, y el deseo ardiente de llevar el agua al seco labio del pobre niño hambriento bajo el electrizante rayo del frío sol de la indiferencia humana.

En el café imperial surgían entre nosotros, mediante el intercambio de ideas-pensamientos que ordenan el caos político que vivimos, dos ideas sobre el tema del poder en tiempos del postimperialismo. Mi entrevista, no era casual, giraba en torno a la idea que emanaba de las palabras, conceptos y programas ideológicos salidos de la voz del que hablaba representando a la razón de un sistema, a su ontología, cuando yo escuchaba, reteniendo en frases enigmáticas escritas en el cuaderno de notas sobre la mesa redonda. Mi posición no iba a opacar, ni siquiera oprimir la espontánea visión de mi interlocutora, independiente de una posición política determinada.

Esta persona veía propicio tener que justificar el orden y de este al derecho imperial en tiempos del postimperialismo, fijándose en la nueva transformación geométrica del poder en el mundo, apareciendo una nueva cartografía jerarquizada a la que nadie o pocos hacen referencia. Regiones enteras distribuidas en el mundo. El centro de este poder se halla en todas y en ninguna parte. Sin identificación local todo se vuelca hacia lo cósmico o universal. El imperio universal da a luz instituciones que venían preparándose ante los siglos madurando la nueva administración global del sistema único y universal o católico como lo quiere el cristianismo vaticano. Pero esta alianza entre la casta sacerdotal y política como casta jurídica de la humanidad, con la mercantilista, la que cuenta y produce ganancias, más ligada a la cultura de la belleza, y el erotismo in extremis, mezcla la producción de placer como la del sustento para la supervivencia en la tierra con la producción de destrucción masiva. El sistema no funciona porque nadie hace lo que sabe hacer y está en el lugar oportuno. Es decir porque nadie funciona. El sistema colapsa porque existe una creencia ficticia de poder.

Alianza entre funciones que ameritan ser investigadas a la luz de un pensamiento interdisciplinario, pero no por ello no menos político y guerrero, militar y estratégico. Los judeocristianos se ven emplazados entre el Vaticano y Jerusalén. Hay sionistas y antisionistas frente al conflicto con Palestina y El Líbano; Siria y Egipto, Turquía, Irak, Irán y Arabia Saudita. Todo este eje energético medio-oriental, explosivo desde hace ya más de una década sólo es un termómetro de las guerras que se nos vienen. Se ven mezcladas religiones nacidas de una misma raíz semítica y luego judaizada, mahometizada y otra cristianizada. He aquí la casta guerrera por naturaleza (religión musulmana) luchando contra las fuerzas oscuras de la herejía (judíos y cristianos de cualquier índole) la persa contra la medioriental. Musulmanes y judíos sionistas enfrentan una guerra a muerte. Ambos descendientes de Abraham.

Soberanía imperial mercantilista contra la soberanía popular militarizada e aquí el orden de la lucha por el poder global. Mientras que la primera sostiene sus instituciones a costa del genocidio globalizado, la otra propone la justa administración de los recursos vitales. La primera no contempla lo humano sólo administra el control de la naturaleza humana y se concentra en el adiestramiento y capacitación cada vez más efectiva del control de las multitudes. Se sirve para ello de todo el arsenal técnico y científico destinado a producir más ganancia y más control del material humano.

El sistema de control imperial ocupa físicamente el espacio galáctico y desde ese cuadro cósmico vigila por rayos los movimientos de individuos y naciones. No hay ninguna esquina que se le escape a los ojos siderales. Precisas imágenes llegan al aparato pro imperial anunciando la intimidad de un personaje. No hay secretos para el imperio dueño del clima y de los virus para someter mercados y esclavizar naciones.

Quien quiera oír la conversación de seguro le resultará un tanto fastidiosa porque lo aquí narrado no puede juntar piezas del rompecabezas multidimensional de la relación humana dentro de la realidad de hablar de las personas. Limitados como estamos por un lenguaje emitido desde la región analítica del cerebro, no pinta bien la imagen de lo conversado nunca. Por ello a quien quiera oírnos hablar sólo hace falta sintonizarse con el ambiente aquí descrito someramente. Todos los aromas que puede una ciudad producir en tres horas conversando bajo la luz del mediodía de América. Insisto, mi interlocutor más allá del género humano, estaba hablando por todos los que someten sus conciencias a niveles de interpretación limitados por el entendimiento. El paisaje del cristalino azul que emana de El Ávila, y fluye Guaire abajo, sólo es posible en Caracas en ninguna otra parte. Y no hay sonrisa más sincera que a la hora de comer, también en cualquier parte.

El poder bajo las nuevas reglas imperiales de un régimen global que se impone en nuestras narices, fue el tema de un diálogo entre cenizas de civilizaciones, el inicio del imperio siempre es igual a su final, por ello asistimos nosotros a las horas primeras del final imperial. Quizá sea para este su minuto de gloria. El grito popular rompe el aire y penetra en los oídos despiertos al agua celestial. Un solo movimiento hacia arriba caracteriza a quien busca la gloria y la victoria. Por sobre los escombros de una ciudad sangrienta emerge un espíritu de gloria y de victoria. Eleva su luz por encima de todos nosotros y el cuerpo de una nacionalidad se vuelve piel y alma, se vuelve canción. Late en el corazón amado y vuelve a latir en el nuestro. Un sonido crepuscular que dará nacimiento a uno del alba. Los pueblos están organizando estrategias colectivas y muchas de ellas serán victoriosas mientras que otras de desintegrarán como nacieron.

Poder popular que no es lo mismo que comunal. Redefinición de los poderes que involucran a la clase trabajadora heredera de la guerra y del hambre, casta de campesinos que fueron obligados a luchar y a fundar un Estado Nación con la sangre de sus abuelos heroicos. Hoy la soberanía nacional se ve aplastada por la soberanía imperial. Las transnacionales marcan las pautas de mercado, las reglas las emiten las instituciones multinacionales, y supranacionales, siempre favoreciendo a las corporaciones multinacionales. Así se han privatizado los servicios públicos y los recursos vitales para la especie humana y para el sistema mercantilista basado en el petróleo.

Poder comunal que emerge tras la organización político territorial designado por el destino como arquitecto de un poder colectivo que incluye las etnias, las religiones, los derechos y deberes, de los ciudadanos de la nueva república socialista bolivariana. Ciudades comunales mancomunadas en distritos y territorios federales fortalecidos por una misma orientación productiva y estratégicamente estructurada en misiones. Funcionales porque tendrán una dirección estratégica las nuevas realidades geohumanas dentro de una reterritorialización política administrativa más acorde con un Estado Comunal cuya ideología se resume en lo que estamos llamando socialismo bolivariano.

No sé cómo registrar el final de esta charla intelectual dirigida a las mayorías, para las mayorías. El interpelado personaje nunca identificó su género, pero hizo énfasis en el erotismo perseguido por el imperio como instrumento de manipulación ideológica de las multitudes. Mi responderle hubiera sido para otras rondas de café. Pobre y gris pudieron ser las objeciones mutuas, prevaleciendo humilde y siempre presente el intercambio gnoseológico escogido para pensar en el poder en tiempos del fin de un imperio satánico occidental globalizado.

Mforti9@cantv.net
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About Ricardo Abud (Chamosaurio)

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