El Tao de la revolución.

El Tao de la revolución.
Mario Forti


Que no es rojo ni es blanco el color de la unidad. Escuálidos y chavistas como por un arte de magia podremos darnos cuenta que se trata del uno. De la fuerza telúrica que se manifiesta en los tsunamis y desastres ecológicos, políticos, económicos y sociales pero también de la fueraza que producen millones de corazones alineados a una causa justa, millones de almas unificadas en la soberanía popular, en un acuerdo mutuo comprometidos con la única armonía vital, fuerza de toda fuerza fuerte.

Que no es Washington ni es Caracas ni es Teherán. Se trata de administrar equitativamente la energía del mundo para que la mayoría tenga lo necesario tolerando las diferencias en culturas y civilizaciones hoy muchas resucitadas y otras a punto de morir como mueren las civilizaciones, no sin antes dejarse penetrar por el futuro civilización en germen.

Inconscientemente llegaremos al equilibrio tras haber caminado cada uno de nuestros más profundos temores sin alterar al vecino con ello. Fuerte es la fuerza de todas las fuerzas reunidas en un acto de justicia y soberanía cósmica. El alma humana ante la presencia de profundas transformaciones atmosféricas, climáticas, políticas, religiosas, sociales y económicas no siempre puede confrontar la invasión por dentro de las virtuales realidades de los imperios que aún sobreviven con el actual buscando esclavos y mintiendo.

Pueblos enteros cobrarán vida para traernos unos cambios sustantivos en la raíz de nuestras pobres repúblicas instantáneas, como esas mariposas que en unas contadas horas finalizan su existencia en la llama de una vela. Humanidades enteras conviven con esta civilización occidental de aluminio y negro despareciendo. El código binario ha conectado la mentalidad en todas las direcciones y épocas. La digitalización del alma humana consiste en producir el cibernético frenesí de transformar nuestras propias naturalezas. Esta convicción errada por el efecto de la obsesión no deja de existir sin llevarse consigo muchos destinos humanos que pretendieron dar un golpe de Estado socialista cibernético.

La revolución socialista bolivariana que se atrevió a decirle al rey que estaba desnudo puede ser más que una alegoría metapolítica con la potencia de cabalgar cuánticamente un grado mas de ironía llegando al cielo del humor real o soberano. No ese miedo al ridículo ni al chiste que no se desarticula con el chisme chistoso. Ni el miedo a la muerte freudiana, tanatos leído como principio jurídico de muerte. La revolución que lanza una piedra con la única honda que tiene y le pega al gigante en el centro político de su frente amplia y multinacional lleva como pasajero a la revolución mundial. El gigante cae como caen las civilizaciones después de haberse vuelto idólatras, soberbias y autosuficientes.

La revolución que ha vencido al Gigagoliat, hará que todos puedan repartir equitativamente el agua, la tierra, la leche, el azúcar, las caraotas, el gas, el aceite, las harinas y las proteínas acaparadas por el saboteo mundial de las minorías. Desabastecidos y especulando contra nosotros, han impuesto un bloqueo que te corta la luz, te para el transporte, te amotina los taxistas, exaspera estudiantes ricos, desafía a los golpistas disociados a través de los medios privados de comunicación y la prensa y las editoriales, y produce liderazgos mesiánicos instantáneos. Están los que esperan y pescan en turbias aguas tropicales cargadas de rojo corazón exigiendo lo justo con la espada de Bolívar en mano. No pasarán. No volverán.

En la selva se escuchan tiros. Los parisinos reciben el huracán de Venezuela y de noche la paz de la cité amanecerá roja bolivariana. Por estos ríos vienen las repercutidas marchas paralizando las navidades llenas del principio de incertidumbre de Heinsenberg, que no podemos saber ni la posición ni el momento de una partícula subatómica con gran precisión, y serán estas navidades cuánticas que muestran una nación potencia nuclear porque tiene derecho y tiene la materia prima y sólo faltan los hechos y realidades en reactores y toda la tecnología nuclear que somos capaces de asimilar.

Dentro del caos del deber y la autoridad se levanta el de la razón y el derecho, nosotros inconscientemente llegaremos al equilibrio que se nos ha pronosticado cruzando las aguas de este Apocalipsis moral. Después de cinco siglos nosotros los que escuchamos por dentro de la madera y hundidos en el río saludamos al sol y a la luna. Los que sabemos el lenguaje de la piedra y del árbol y hemos construido con fuego templos circulares que ya llevan cinco mil años señalando al solsticio de invierno decimos sí a la reforma. Nosotros los que somos como un tronco no trozado cantamos la canción del poder popular.

¡Sí a la reforma! ¡Viva Chávez!

¡Patria Socialismo o Muerte!

¡Venceremos!


Mforti9@cantv.net

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About Ricardo Abud (Chamosaurio)

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