Uroboros
J. Kalvellido y Michel Balivo
(Guapos y dinosaurios pasaron de moda)
Desde hace ocho años, con la llegada del gobierno bolivariano en Venezuela nos ha tocado vivir un escenario de paradojas. No porque sea diferente del resto de los escenarios, sino porque al abrirse una nueva y esperanzadora dirección que ya parecía sepultada por los acontecimientos de las dos últimas décadas, toda acción y reacción social se ha intensificado y puesto en mayor evidencia sus actores ante la mirada colectiva.
Pero esa dirección esperanzadora va acompañada de una inquebrantable voluntad de transformarla en hechos. No voy a enumerar la interminable lista de obras sociales emprendidas porque lo vengo haciendo a través de cada artículo semanal. Baste con resaltar lo anunciado y ya en marcha en el Aló Presidente de este fin de semana.
Allí se presentó el Proyecto Socialista Orinoco, se mostró en el mapa que el río Apure que empalma con el Orinoco dibuja un eje que atraviesa de este a oeste a Venezuela. Con ello ya se establecen enormes aunque sutiles diferencias con la visión heredada. En primer lugar se habla de una geografía dinámica que según se la conciba y organice libera o encadena al ser humano.
Con ello nos diferenciamos ya de una visión geográfica dogmática, determinista, estática, chata, lineal. El presidente Chávez lo encuadra bajo la denominación “geometría del poder”, aludiendo siempre a la distribución popular de poder económico, social, político, cultural, etc. En segundo lugar él mismo se encargó de presentar el mapa orientado de este a oeste en lugar de norte-sur.
Con lo cual puso en evidencia y resaltó un hábito heredado al igual que el de escribir de derecha a izquierda por ejemplo, todo ello implica caer en cuenta, ejercicio crítico del pensamiento y toma de conciencia. A lo largo de ese eje están sino todas, la mayoría de las reservas que se están cuantificando y certificando convirtiendo a Venezuela en el mayor depósito de petróleo del mundo.
Allí fueron invitadas y están presentes la mayoría de las compañías estatales y privadas petroleras del mundo en asociación con PEDEVESA, recuperando el Estado el control estratégico de las mismas. Muy pronto por primera vez en 125 años de historia petrolera del país se iniciará la extracción mar adentro, inaugurando una nueva era de sofisticada tecnología y apropiación de las extensas fronteras marítimas caribeñas, que hasta entonces solo eran un dibujo en el mapa.
Parece un diseño sensato el que en un país petrolero, con la creciente demanda, precios y agotamiento de tal energía que dinamiza a la presente sociedad, se construya un modelo de crecimiento apoyado en el desarrollo de esa actividad. Y en efecto en torno a tal eje este-oeste se han sembrado miles de hectáreas de algodón de fibras largas, de excelente calidad.
Este fin de semana se puso la piedra fundamental para la construcción de la industria procesadora de toda esa materia prima, de propiedad, producción y distribución social, que incluye lo textil, diseño y producción de ropa, pero no se detiene allí. Pues complementándose con la petroquímica producirá zapatos y toda una serie de bienes destinados prioritariamente a las necesidades de la gente.
También vimos emprendimientos de limpieza, dragado y desarrollo de transporte fluvial y terrestre a lo largo del río Orinoco, en particular en el delta de su desembocadura, donde todas las etnias indígenas estaban totalmente aisladas y abandonadas a su suerte, ya en vías de extinción por enfermedades. Ahora esa tendencia comienza a revertir.
El proyecto abarca por supuesto la construcción de poblados y ciudades socialistas completamente nuevas a lo largo de todo ese eje, así como ferrocarriles y carreteras que lo comuniquen, tanto a través de la faja petrolífera como bordeando el Orinoco. Y es en esta visión y hechos en pleno acontecimiento que abandonamos y dejamos atrás la larga etapa de ideologías e inercias paralizantes.
Porque a fuerza de educación intelectual que tenía por base el memorizar y repetir datos abstractos, por no decir reflexiones y pensamientos ajenos, habíamos perdido de vista que todo aquello se gestó en relación con y ante la resistencia del mundo natural a las intenciones humanas. Es decir no fueron pensamientos enajenados del mundo y sus objetos, de las sensaciones que percibirlos movilizaban en la conciencia humana, sino acción estructural con el pensamiento, pensamiento que direccionaba hacia la acción corrigiendo o afirmando la intención inicial.
Lo más destacado de reconocer esta estructuralidad acción-pensamiento-acción, es que posibilita nuevamente la activa participación de la conciencia que recrea sus contenidos en cada operación. Que se sabe presente actora y creadora de su economía y cultura.
Por eso comenzamos destacando la dinámica que le da a la geografía, pero más aún a la mirada que la percibe, concibe y organiza, el tomar por referencia un fluyente río y todo lo que en torno a sus riberas nace, se desarrolla y crece. Si ampliamos un poco más esa mirada deberíamos llegar a la conclusión de que ya hemos superado la etapa de las fronteras fijas, estáticas, que se han convertido en límites esclavizantes.
Hoy en día a la vista de los acelerados acontecimientos, deberíamos redefinir las naciones y aquello que les dio cohesión desde los intereses de los grupos humanos, culturales, desde las crecientes migraciones y mezclas genéticas, desde la dinámica de los intercambios informativos y económicos que trascienden todo límite geográfico e influyen poderosamente en todas las formas de vida.
Algo de ello está ya incluído en la visión que plantea Venezuela ante todos los organismos internacionales, para asegurar la provisión de energía a nivel continental y planetario. Porque en un mundo de intercambios estructurales, simultáneos en todos los ámbitos de humana expresión, es ridículo e infantil continuar con el viejo sueño y pretensión de los “lonely cowboys hollywoodenses”, cuyas miradas se pierden en las ilimitadas llanuras de aquel oeste por colonizar.
La época de lo guapos está tan pasada de moda como la de los dinosaurios. Hoy nos dicen que como países aislados no podemos aspirar crecer ni salir de nuestro atraso. Pero no agregan que eso también vale para EEUU, Europa, China o Japón. Cualquier paso que hoy intentas dar choca con millones de intereses y propietarios al punto de que estamos casi paralizados e histéricos.
No podemos hacernos los desentendidos ante el viejo tropismo depredador heredado donde cada cual se las arregla como puede y triunfa el más fuerte o astuto. Esa es solo una visión biológica de la intencionalidad humana, en la cual se pretende disfrazar y atrapar la dirección y el impulso evolutivo que nos empuja desde siempre hacia un mundo mejor, libre, solidario, pacífico, justo.
Más allá de los disfraces ideológicos de los intereses simplemente se trata de que es inevitable, impostergable e imprescindible sentarnos a la mesa y debatir “una nueva visión del ser humano en el mundo”, en la que el desarrollo sea posible para todos. Esa no es una súplica que le hacemos los infradesarrollados a los seres superiores, sino la condición que hemos de hacer conciente para que no nos matemos y canibalicemos unos a otros.
Porque solo hay dos direcciones posibles y operantes, no más. Y si por ignorancia y pasividad de la conciencia ante los tropismos heredados tomamos la del conflicto y la competencia, pues no terminará mientras queden dos seres humanos sobre la tierra. Eso es solo un eufemismo, porque mucho antes el ecosistema habría colapsado.
Así que la dirección de liberarnos y/o esclavizarnos es a breve plazo una condición colectiva abarcante, incluyente y sin posible escapatoria, que implica el tomar conciencia de los tropismos heredados y sus múltiples disfraces epocales, corrigiéndolos como dirección de conductas personales y colectivas que son. No reconocerlo así sería una miopía fatal respecto al cambio de condiciones que ya no hace posibles ni viables las viejas concepciones y conductas.
Pero más allá o a mayor profundidad de lo práctico e inmediato en el programa también se hizo referencia a recuperar las voces indígenas profundizando en nuestra historia, en nuestras raíces genéticas. A su impulso yo me dejé llevar en mi imaginación a aquellos tiempos y me pareció sentir que aquellos dioses primitivos por ejemplo no solo representaban elementos externos.
También simbolizaban en imágenes visuales y auditivas, en miradas y palabras, los estados anímicos, las sensaciones que ellos despertaban. Eran la externalización en formas de nuestra intimidad o intracorporalidad, de la actividad organizadora de nuestra conciencia sobre la información que los sentidos le entregaba del medio externo.
Eran respuestas equilibradoras entre el medio íntimo y externo, intentos de adherir a lo placentero haciéndolo perdurar, y de transformar lo doloroso, erradicándolo si fuese posible. La serpiente por ejemplo, muy habitual en la imaginería popular de aquellos tiempos primigenios, representa muy bien con su movimiento ondulatorio el modo ondicular en que los científicos nos describen hoy a la energía como una forma de manifestación estructural e indisoluble de la materia.
Siguiendo esa modalidad de expresión de nuestra intimidad en interacción con su entorno, podríamos decir que las bandadas de aves con sus vuelos dibujan en el cielo de la conciencia las fuerzas que las impulsan para quien está en capacidad de reconocerlo.
Pero también manifiestan la expansión emocional y el deseo que nos impulsó a la creación y construcción de naves aéreas y espaciales. Pese a los hombres de Dios y de ciencia que en su momento afirmaron la imposibilidad de tal hazaña calificándola de ingenuo e irrespetuoso sueño.
Del mismo modo se me ocurrió que Uroboros, la serpiente mitológica que se devora a sí misma podría ser un dibujo de la historia girando sobre sí. Una idea-fuerza similar a la del Karma hindú, significando que los actos nunca mueren porque su encadenamiento dobla el lomo del futuro sobre el sufriente pasado, llevándolos nuevamente a enfrentar las consecuencias de sus alteraciones a las leyes de vida, para reconocer, comprender y reparar los errores.
Claro está que su eje de giro es la humana conciencia, capaz de concebir la estructura invisible del micromundo atómico al igual que la del macromundo de planetas girando en torno al sol. Pero más aún capaz de desarrollar luego apéndices o extensiones de sus sentidos para encontrar y comprobar en los mundos invisibles su propia mirada. Capaz de concebir la estructura interna de su experiencia como historia, como un fluir temporal cíclico a imagen de las estaciones climáticas.
Porque el mundo percibido no tiene principios ni fines, no tiene giros ni linealidades. Eso lo concibe y proyecta sobre el paisaje la intencionalidad y sus propósitos. Pero más sorprendente aún es la capacidad de la conciencia para operar luego sobre aquello invisible que concibió y encontró. Midiendo distancias, desarrollando ingenios, llevando milimétricamente allá una nave. Liberando la energía del átomo en una explosión capaz de destruir completo el mundo que percibe y experimenta, manipulando concepciones y energías invisibles e inexistentes a su percepción.
Uroboros simbolizaría a la vez una visión empírica de cómo opera la memoria humana y se desarrolla conciencia mediante actos del caer en cuenta por acumulación de acciones colectivas, generación tras generación. Este símbolo podría sernos útil para interpretar por ejemplo un reflujo histórico de la colonización europea de América que se devuelve hoy sobre su continente.
Estos hechos están a la base de la transición del Medioevo al Renacimiento y por tanto en las raíces de nuestra presente civilización global que no avanzaría en línea recta hacia un futuro que la precede, sino que evoluciona reconociendo sus actos erróneos o injustos, restableciendo así el equilibrio alterado por los mismos.
Desde este enfoque sería inevitable la presente interacción entre Africa, Asia, América y Europa, por las condiciones que ellos mismos generaron y aún sostienen de muchos modos. No solo alterando aquellas formas de vida, apropiándose violentamente de mano de obra y materias primas para la construcción de sus propias economías.
Sino también impidiendo ahora las migraciones masivas hacia sus centros más desarrollados, de mayores posibilidades económicas, que la evolución de aquella condición impuesta va generado al agravarse. Cuando es obvio que si allá fueron recibidos y aún lo son hospitalariamente. Si sustrajeron y aún sustraen recursos gracias a los cuales pueden sostener sus niveles de vida.
Lo menos que pueden hacer es actuar con reciprocidad sin la cual el equilibrio de la vida natural y humana es insostenible. No hablo de la justicia del tanto me das tanto te doy, sino de la simple solidaridad para con los más necesitados aquí y ahora. Unico modo de abrir y liberar el futuro para que de oscuro y cerrado callejón se convierta en amplia y luminosa avenida.
Nos cuentan que es posible que nuestros antepasados vivieran en la inocencia de una relación madre-niño en su mundo natural. Pero en la medida que la actividad de nuestra conciencia nos permite autoconcebirnos, nos diferenciamos inevitablemente de la pasiva percepción del entorno, experimentando como el patito feo exclusión y expulsión de la familia natural.
Entonces con el pensarnos y conocernos separados, inseparables del temor comienzan la magia y el deseo por la aventura de lo desconocido. El lejano horizonte, las profundidades del mar, los ilimitados espacios de los cielos magnetizan y atraen irresistiblemente nuestra atención. Y todo aquello en que ponemos nuestra atención crece, en ello devenimos. Si alguien lo duda pregúntele simplemente a la oposición que es lo que ha conseguido con su obsesión antichavista.
Tal vez hoy buscando profundizar en nuestras raíces descubramos que a medida que acumulamos conocimiento, más y más crece y se amplía estructuralmente el caer en cuenta de cuanto desconocemos. Tal vez debajo de todo nuestro conocimiento nos encontremos con la sorpresa que la verdadera aventura y deseo es impulsado por el desconocimiento de nosotros mismos.
Claro que no podemos separarnos de nosotros mismos y mirarnos desde fuera, conocernos objetivamente como si fuésemos una cosa. Pero si podemos sentirnos y descubrir que trascendemos ese conocimiento de las cosas. Que de hecho pensamientos y sentimientos son una manifestación de ese espacio ilimitado por inaprehensible en formas limitadas, de lo que somos.
Entonces tal vez nos reencontraríamos con esa magia, con esa mística que por siglos nos hemos esforzado por excluir como si fuese algo vergonzoso, y podríamos emprender alegremente, sin tanto temor y melodrama la concepción y construcción de ese nuevo mundo anhelado.
Magia y mística que no son sino fuerza íntima, vitalidad, fe, intensa actividad de la conciencia que se diferencia y trasciende una vez más. Pero esta vez no solo de su percepción pasiva, sino también de las creencias e ideologías a las que estaba identificada, adherida como si fuesen una rígida, impermeable y asfixiante piel.
Con esa misma magia y fe, con esa misma confianza en nuestras propias intuiciones e indomable persistencia en la dirección de nuestras acciones, fue como los anhelos de volar pese a todas las resistencias se abrieron caminos que hoy trascienden la inercia de la gravedad terrestre. Proyectándose al ilimitado e inagotable potencial espacial que sin embargo estuvo siempre disponible ante nuestras pasivas miradas. Tal vez ese ilimitado espacio que percibimos no sea tan diferente del que sentimos.
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