TVES.
Un espejo para nuestra identidad.
Marco Aurelio Rodríguez García
Los empresarios que durante años han sido favorecidos por el Estado Nacional con concesiones para la explotación comercial del espectro radioeléctrico, atentaron contra la identidad nacional, que es tanto como decir contra el espíritu que nos hace ser nosotros mismos, desde nuestros orígenes, aunados por una historia única y una manera de ser autentica.
Los medios de comunicación privados se dieron a la tarea de abrirle camino al modo de vida americano y desterrar de nuestra vida todo vestigio de venezolanidad; esto puede parecer exagerado, pero si no lo lograron es porque la resistencia, el cimarronaje, es uno de los signos que nos destaca.
Los concesionarios abrieron sus puertas al capital extranjero y se convirtieron en acólitos de las transnacionales; dieron entrada a la cultura foránea, propiciando todo tipo de distorsiones en los hábitos de consumo, sustituyendo nuestros gustos y costumbres por las propias de los norteamericanos; Venezuela se hunde bajo las intensas nevadas del fervor consumista en las vitrinas navideñas. Ya hijos y nietos venezolanos se entregan a la estupidez del Hallowen.
De las cosas más graves en las que incurrieron e incurren los medios privados, es la eliminación de la presencia del pueblo en las pantallas. Comenzamos a desconocer nuestras costumbres y manifestaciones folclóricas, tan disímiles en cada región. Tan es así, que para muchos de nosotros la cultura de los pueblos originarios de nuestro país es tan exótica como la de las islas Fiji.
Andábamos (y andamos) en sombras, muchas veces, intuyéndonos, como si fuésemos habitantes de la caverna de Platón, sin mirar nuestra propia imagen, sin conocer nuestras músicas, hundidos en el endoracismo, ofendiéndo la memoria ancestral de nuestros dioses, escupiendo, como lo han pretendido los medios privados, la dignidad de nuestras mujeres, al reducirlas a objetos decorativos salidos de los quirófanos, para la exportación de consumo sexual.
Habitábamos y en gran medida seguimos habitando una casa sin espejos, lisiados de nuestra propia imagen, sin tener bien claras nuestras propias facciones y desconociendo la manera en la que somos percibidos por los pueblos, con los que compartimos nuestra existencia en este planeta.
Finalmente, el reclamo de millones de compatriotas ha sido escuchado, la Revolución Bolivariana, está reconstruyendo nuestro rostro desfigurado por el neocolonialismo, que como destaca Marguerite Yourcenar, en las "Memorías de Adriano", -parafraseándola- junto a las mercaderías llegaban a los pueblos ideas, palabras, costumbres que se apoderarían del globo con mayor seguridad que las legiones en marcha...
Hemos luchado porque gente con una comprensión ideológicamente integral y afinada con la naturaleza socialista de nuestro proceso dirigiriera las instituciones culturales del paìs, de allí nuestra satisfacción de que sea precisamente Lil Rodríguez quien ostente la Presidencia del nuevo canal TVES.
Un espejo para nuestra identidad.
Marco Aurelio Rodríguez García
Los empresarios que durante años han sido favorecidos por el Estado Nacional con concesiones para la explotación comercial del espectro radioeléctrico, atentaron contra la identidad nacional, que es tanto como decir contra el espíritu que nos hace ser nosotros mismos, desde nuestros orígenes, aunados por una historia única y una manera de ser autentica.
Los medios de comunicación privados se dieron a la tarea de abrirle camino al modo de vida americano y desterrar de nuestra vida todo vestigio de venezolanidad; esto puede parecer exagerado, pero si no lo lograron es porque la resistencia, el cimarronaje, es uno de los signos que nos destaca.
Los concesionarios abrieron sus puertas al capital extranjero y se convirtieron en acólitos de las transnacionales; dieron entrada a la cultura foránea, propiciando todo tipo de distorsiones en los hábitos de consumo, sustituyendo nuestros gustos y costumbres por las propias de los norteamericanos; Venezuela se hunde bajo las intensas nevadas del fervor consumista en las vitrinas navideñas. Ya hijos y nietos venezolanos se entregan a la estupidez del Hallowen.
De las cosas más graves en las que incurrieron e incurren los medios privados, es la eliminación de la presencia del pueblo en las pantallas. Comenzamos a desconocer nuestras costumbres y manifestaciones folclóricas, tan disímiles en cada región. Tan es así, que para muchos de nosotros la cultura de los pueblos originarios de nuestro país es tan exótica como la de las islas Fiji.
Andábamos (y andamos) en sombras, muchas veces, intuyéndonos, como si fuésemos habitantes de la caverna de Platón, sin mirar nuestra propia imagen, sin conocer nuestras músicas, hundidos en el endoracismo, ofendiéndo la memoria ancestral de nuestros dioses, escupiendo, como lo han pretendido los medios privados, la dignidad de nuestras mujeres, al reducirlas a objetos decorativos salidos de los quirófanos, para la exportación de consumo sexual.
Habitábamos y en gran medida seguimos habitando una casa sin espejos, lisiados de nuestra propia imagen, sin tener bien claras nuestras propias facciones y desconociendo la manera en la que somos percibidos por los pueblos, con los que compartimos nuestra existencia en este planeta.
Finalmente, el reclamo de millones de compatriotas ha sido escuchado, la Revolución Bolivariana, está reconstruyendo nuestro rostro desfigurado por el neocolonialismo, que como destaca Marguerite Yourcenar, en las "Memorías de Adriano", -parafraseándola- junto a las mercaderías llegaban a los pueblos ideas, palabras, costumbres que se apoderarían del globo con mayor seguridad que las legiones en marcha...
Hemos luchado porque gente con una comprensión ideológicamente integral y afinada con la naturaleza socialista de nuestro proceso dirigiriera las instituciones culturales del paìs, de allí nuestra satisfacción de que sea precisamente Lil Rodríguez quien ostente la Presidencia del nuevo canal TVES.
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