La NUEVA cultura
Arnulfo Poyer Márquez
La cultura sigue a mi modo de ver, el ángulo más enredado del actual proceso, no porque se lo desee, sino porque aún NO ES epicentro del mismo. No hablo de la cultura tarifada, sino de proceso central para la transformación de este hombre a otro.
La voracidad es un mal gen que todavía palpita en nuestra sangre que todavía palpita en nuestra sangre, contraria total al desprendimiento de un nuevo hombre. La estructura cultural debe estar impregnada en cada ministerio, como esencia del hacer del mismo; absurdo entender una revolución sin un motor cultural, cuyos intentos veo, se hacen con pinceladas aisladas, como “cierta parte de”, pero no institucionalizada como ALMA de, y menos aún con poder dentro de cada instancia ejecutiva. Una política cultural enraizaría a la Cultura hasta con los extremos de las acciones ejecutivas.
Los cultores por ejemplo deberían estar censados y listos para su acción en cualquier ámbito en que sean llamados, de esa manera, prestarían su acción garantizada, y esa pléyade amorfa de reales excluidos transformaría, perdón, revolucionaría la eterna conseja que traen de arrastre que es pelando como crean los artistas. Pero también, ese ente cultural, que estaría inserto en todos los ministerios y direcciones locales, tomaría de cada uno de ellos para la divulgación de sus fundamentos hacia el nuevo sentido que lleva la nave y facilitar el cambio humano de modo integral.
Siempre he creído, que uno de los nexos por el que puede penetrar la fundación de este nuevo ser humano, es a través de las nuevas urbanizaciones que actualmente desarrolla el estado a lo largo y ancho del país. Estas construcciones si las miramos por encima, la infraestructura cultural no entra ni en solapas. Es forzoso dotarlas de ateneos, donde se desplieguen las distintas disciplinas pertinentes, galerías, salas para la danza, la música, la holística, auditorios, tramoyas y talleres artesanales, que a la hora de la inauguración de estas urbanizaciones tengan tanto los espacios para sus unidades escolares, deportivas y de salud que tanto preocupan, pero también para sus centros culturales con la política adecuada al sector, con personal y todo. Los que van a disfrutar de esas nuevas unidades habitacionales se reunirían frecuentemente con los planificadores antes de estrenarlas, para que sus beneficiarios se conozcan y sepan de virtudes como carencias del sector a convivir, los retos a plantearse. Cada vivienda a repartir debe poseer una obra de arte, cuyo costo estará implícito en el total de la vivienda, previa elección del usuario, previa formación que se le impregne sobre el arte, de modo que los usuarios van a poseer de entrada una conexión directa con la acción cultural. Y los artistas plásticos en este caso, con los usuarios obviamente. Se abriría la relación usuario-cultura a través de estos centros que jamás ha brotado de ninguna instancia.
La labor cultural no se detendría allí solamente, estaría en el asesoramiento para una procura paisajística y de agricultura que determine la comunidad, para el embellecimiento de sus jardines y fortalecimiento de un mínimo vegetal alimenticio necesario, para lo cual el ateneo debe poseer su propio vivero para esa comunidad, atendido por veteranos jardineros y/o vecinos, cuyo acopio estará fermentado también antes de la inauguración, el enlace interministerial habrá proporcionado ese estudio específico con los nuevos beneficiarios. Vale decir para el tipo de siembras. Mientras, por el lado que ejemplifico, las otras disciplinas tendrán también su coparticipación; eso es apenas un bosquejo que el límite de un artículo, jamás podrá abarcar sus bondades, pero el mismo planteamiento adecuarlo por supuesto a las demás instancias ejecutivas.
Lo de ahora muy bien puede ser denominado Ministerio de Actividades Culturales, que de ahí a ser un ente cultural para lo que pretende una revolución, el trecho es abismal y su actuación según mi humilde observación, timorata por decir lo menos.
Urge un objetivo cultural de siembra, no de fogonazos de festivales golondrinos acechados por cigarrones de oficio, que dejan mal parada la gestión cultural popular como este servidor lo ha constatado, una política tan revolucionaria que sea alma, gestión de gestiones. Sinceramente, es tan, pero tan importante la veta cultural, que las pinceladas de las que hablé líneas atrás, TODAS deberían tener su procedencia de esta instancia, a la vez tan cercana como la Vicepresidencia, ramificadota de nuevas misiones, nuevos retos.
En esta propuesta, imposible que haya competencias culturales de premios mendrugos, que obligan, mas que presionan a los artistas continuar la mencionada y vergonzosa conseja. Muy al contrario, los cultores tendrían tanta ocupación que lo menos que habría en su cabeza es el oprobio de una carrera de 100 metros planos para tal o cual salón o premio, ó peor, rematar a cigarrones, el arte que brotó de gran costo interior, a precios miserables. Los premios en revolución son por mérito de veras a la acción humana proyectada, las obras culturales per se, ya están premiadas por sus propios autores, enjuiciadas en la aceptación del público, y la interrelación de los cultores con las comunidades los destacará o descartará , pero tildar a un artista de BUENO porque haya ganado tales o cuales premios, cuando a lo mejor es un verdadero patán individualista en su entorno humano, el mismo entorno que lo alimenta a diario para su quehacer artístico, es una bofetada al poder de integración que pretendemos levantar. A veces no soy comprendido en mis artículos lo sé, ese es mi premio, pero el mismo panorama cultural tras los bastidores es tal cual el planteamiento, confuso, muy confuso, para los que van estos peinillazos lanzados al camino enmontado.
- Blogger Comment
- Facebook Comment
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada
(
Atom
)
0 comentarios:
Publicar un comentario