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23 septiembre 2006

La arenga

Cuando se enciende la luz, se esconden las alimañas
La arenga
Escrito po: Arnulfo Poyer Márquez


Sobre los oyentes del discurso ofrecido por nuestro presidente en la sexagésimo primera asamblea de las Naciones Unidas, quería hacerle espacio a esta humilde percepción: Primero, lo que más se apoderó de nuestra atención fue el público ausente durante el mismo, algo previsto entre los que vimos el esperado discurso en el apartamento, sabíamos que la aparente inasistencia reflejaba una cobarde postura, pues no tenían cara qué ofrecer a las cámaras ante los previstos señalamientos. Teníamos la certeza de que los “inasistentes” en algún rincón de la controvertida sede, por TV no se pelaban ni los gestos del orador. Los vimos tras nuestros bastidores tragando rabiosos las gruesas palabras, desde algún supuesto puesto de mando donde pudiesen conjeturar acciones “conjuntas para frenar al loco”.

Sin embargo, para qué tanto. Son tan axiomáticos que antes de emitir un solo balido, SABEMOS de su talante tal cual se pueden adivinar las notas y acordes musicales de una mala pieza musical. Del mismo modo que VTV reunió a unos cuantos embajadores y personal diplomático para escuchar las esperadas palabras, la postura asimétricamente equivalente fue la adoptada por los “ofendidos” de Chávez en NU, pero, desde nuestros bastidores observamos muertos de la risa, lo que decantarían las acusaciones, al punto que los supuestos “ausentes” se conocían con lujo los detalles de la exposición, pues, cual “inteligentes” de Globovisión, se desataron sin esperar más resultados, (si por cada uno de ellos fuera, por separado, ya estaríamos invadidos y execrados). No contentos con eso, los muy cobardes, sabotearon las señales, utilizando para ello a sus negros perros azules blanqueados (policía de NY). Como siempre, el detalle le aumentó el carisma, bien lo saben las mulas “dueños” de la mediática nacional, porque la atracción del visitante creció dentro de los presentes de allí se extendió allende Nueva York. Eso lo sabía nuestro presidente. Los sabuesos están como locos invadiendo el golfo de México con toda clase de plataformas arañando el fondo para ver qué consiguen. Un solo pozo que logren de envergadura, y mosca si se cambian las fichas del ajedrez, donde por ahora las blancas las juega Venezuela.

Pero las palabras no eran solo llamaradas para quemar a quienes las merecían. Fueron un alerta, llamado de atención, por no decir regaño, al punto de origen de su cordada, es decir, a nosotros, los seguidores en Venezuela, sobre todo a los que aún deambulan en el puente colgante sin terminar de cruzar el mortal precipicio de la duda. Las palabras, el tono del emplazamiento, del arreo, estremecen las estructuras de servilismo ancestral que traemos con respecto a los grandes países, y con Estados Unidos el que más. La capacidad de insurgir era necesario estremecerla. Lo que viene no son cuentos chinos. La arenga se hacía impostergable, imprescindible, urgente. El presidente podía decir las palabras sin tanta perorata, como le escuché a alguno. Pero no era cualquier palabra lo que teníamos que mascullar. Ver la emergencia a través de ese estrado, ver el piso que hemos hecho, el edificio a construir. Vernos en el espejo del mundo. Con una NU fortalecida, ni la malacrianza altanera del Bolton sería expresada (separar a EUA de las NU): Se echa el mundo en su contra.

A nosotros lo que nos interesa son los ladrillos de esta construcción, día a día.

Sigo creyendo en un precedente contra la Citgo, la presión irá por la ruptura diplomática, porque les conviene amenazar con poder AHORA. Bien decía Gandhi que de existir pecado original se llamaría Miedo y las palabras de presidente fueron tremendo suero a nuestra percepción tan de sur, siempre sometida, IGNORANCIA que aterrorizaba a Bolívar porque en su través penetra cualquier espejito de estupidez.

¿Las pruebas? ¿De qué color las quieren? Con este proceso se estima fácilmente quien es el perspicaz, virtud de los buenos periodistas, un flanco de la otra trinchera diluido con sal, pues si nuestro presidente es capaz de saltar la valla para proclamar la bestia fuera de serie que gobierna a los norteños, es forzoso el despertar, pues son nuestras riquezas las que lo mantienen en jaque, con las mismas que está rondando.

Si es en Venezuela, están tan perplejos que no saben cómo reacomodar sus puestos de mando. Por ello esto no es sólo la obra del timonel, de nada sirve navegar con buen rumbo y viento a barlovento si la tripulación teme a los monstruos marinos… que no existen. Y mientras marquemos la ofensiva, se acentuará la observación, la decisión, la valentía de andar de la mano con nuestra vanguardia. El mundo espera.



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