El Manifiesto Episcopal
Por: Ricardo Abud
(Documento Político)
La ingerencia de la Conferencia Episcopal en la política es un hecho, negarlo es absurdo. Quien dudaba de la Iglesia Venezolana y de su clara identificación con la oposición más radical del país, les invito leer su Manifiesto.
Hereje no es el que
arde en la hoguera.
Hereje es el que la enciende.
William Shakespeare
En virtud de la lectura de este documento, la curiosidad me condujo a la página Web de la Conferencia Episcopal y revisar sus escritos de años anteriores, no encontré mucha información, quería saber la posición de la Iglesia desde los años noventa hasta la fecha y sus famosos documentos y su clara ¨preocupación¨ por la situación política del país, NO ENCONTRE NADA.
Encontré una frase que me llamó poderosamente la atención y les transcribo:
¨ SON MISTERIOSAS LAS FORMAS EN QUE DIOS NOS MUESTRA EL CAMINO…. GRACIAS POR CAMINARLO JUNTO A NOSOTROS ¨.
Que gran verdad hay en esas frases, Dios es un misterio! pero quienes interpretan a Dios son más misteriosos aún, por eso se equivocan.
En su documento ¨ Pensamientos de Paz y no de Aflicción ¨ la Iglesia, a través de su Conferencia Episcopal (La casta erudita de la Iglesia, los hombres que están mas allá del bien y del mal) fija posición nuevamente en materia política. Un documento que no tiene nada que envidiarle al más radical escrito por líder de la oposición.
No hay sentido de humildad, de solidaridad, no hay sentimiento de país, no hay amor hacia el prójimo, no hay sentimientos de reconciliación nacional. Es claro llamado subliminal a buscar el atajo mas corto para salir del Régimen. Refiriéndose al pueblo señalan:
¨ Exigen al Estado unas condiciones básicas y suficientes para una vida digna y pacífica. Por eso viven y luchan con la esperanza de que su situación pueda cambiar, aunque la mayor parte se pregunta de dónde y cómo vendrá ese cambio ¨.
Este cambio, señores Obispos, se está produciendo en Venezuela poco a poco, garantizándole a los venezolanos una vida digna a través de todos los programas sociales que ejecuta el Gobierno Nacional (ninguno mencionados por ustedes), todas las obras de infraestructura que se vienen realizando a lo largo y ancho de país, obviamente ustedes, desde su claustro, no pueden apreciarlas o prefieren ignorarlas.
En todo caso, si el descontento es tan grande, existe una vía pacífica y consagrada en la Constitución Venezolana, ELECCIONES, por ahí debería venir ese cambio que ustedes pregonan, pero es lamentable que no lo sepan y no quieran verlo así, quieren generar violencia y contribuir con el clima de desestabilización que actualmente adelantan los radicales de derecha. Apoyan el golpismo y se solidarizan con él, el pueblo venezolano no ha olvidado las imágenes de algunos de sus representantes en Miraflores en época de GOLPE.
La dimensión política de este documento explica el carácter racista y anithumanista de un sector de la Iglesia venezolana que busca contribuir, desde el púlpito con la conspiración político partidista, interna y externa. Se abogan en este documento un papel al cual han renunciado por años, la salvación de las almas, arremeten, de manera vil y burda, contra el pueblo venezolano y sistemáticamente atentan contra el pensamiento crítico y autocrítico del pueblo. Una vez más pretenden jugar con las necesidades de nuestro pueblo, sumergirlo en un estado de confusión que no le permita distinguir más allá de lo que ustedes pretender vendernos en ese discurso.
Utilizan el miedo a lo desconocido como arma de redención y salvación sin importarles, en lo más mínimo, ese pueblo al cual le dirigen ese documento. Un pueblo que ha dejado de creer no en un Dios, sino en aquellos que profesan su palabra, un pueblo que ha entendido las claras diferencias entre el Párroco de la parroquia ( ese que, día a día lucha al lado de nosotros por alcanzar ese nivel de vida digno que ustedes pregonan) y una clase erudita de Sacerdotes identificados claramente con los sectores económico más poderosos del país, aquellos que disparan desde las iglesias del Este el mensaje desestabilizador, sin pensar que esos feligreses solo buscan la palabra de Dios. Ustedes se aprovechan de las desesperación de la oposición, de esa clase media que no se identifica con nuestro proyecto político para desde ahí, condicionar su pensamiento, una oposición confundida por intereses de poderes tanto políticos, eclesiásticos, como económicos.
Sería muy largo analizar todo el contenido de este Manifiesto Episcopal en estas cortas líneas, lo que sí queda claro es que es un llamado abierto a la insurrección, a la sedición.
El abuso de poder omnímodo de la Iglesia y su ingerencia en la política venezolana, no es más que un nuevo intento desesperado por llamar a la sublevación, a la subversión. Generar un estado de violencia y caos en el país.
La Iglesia no debe inmiscuirse en política porque la política es una ciencia controversial y conflictiva. Al hacerlo el pensamiento satánico domina su demonios internos y nos refleja un posicionamiento de matrices contrarías a los postulados que la rigen como institución.
Nunca antes tuvo tanta ingerencia la Iglesia en la vida política del país, nunca procuró luchar por ese 85% de venezolanos que sucumbían ante la miseria que nos obligaba a vivir la Cuarta República, nunca antes le preocupó la inseguridad, la educación, la vida digna, el empleo. Su silencio cómplice fue su lucha, mientras los subsidios galopaban e incrementaban las arcas del Episcopado Venezolano, se vivía una sociedad complaciente, donde los placeres mundanos de algunos de sus miembros se escondían y se alimentaban a través de una Estado corrupto que les cercenaba, con dadivas, su silencio sepulcral.
Gracias a Dios hoy no es así, tenemos muchos problemas que superar y se trabaja en ellos, muy a pesar de lo misterios del camino que nos demarca nuestro Dios, pero caminamos juntos para develar esos misterios al lado de un Gobierno legítimo y revolucionario. Hoy queda develado uno de esos misterios y es el carácter fascista de la Conferencia Episcopal y su entrega a los intereses más oscuros de la traición.
No volverán
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