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18 mayo 2006

Un Hombre LLamado Bolivar

Un hombre llamado Simón Bolívar.

Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Ponte Palacios y Blanco nacido en Caracas el 24 de julio de 1.783, este General y estadista venezolano, caudillo de la emancipación americana, fruto del amor entre Juan Vicente de Bolívar y Ponte y María de la Concepción Palacios y Blanco vivió los primeros años de su vida con sus padres bajo el cuidado especial de una esclava de la familia llamada de cariño la Negra Matea.

Hacia el año de 1.790 muere el padre de Simón, para ese entonces, él era un jovenzuelo de 7 años vestido de raso verde y encajes, que miraba fríamente, cansadamente tal vez; a las señoras y a los caballeros que iban y venían por entre las grandes cortinas de seda, por los gabinetes de caoba o bajo los árboles del patio. Entre aquel rebullir de figuras de vez en cuando los ojos del niño se posaban en su madre, vestida de seda negra, pálida, bonita y siempre un poco enferma. En ese año es cuando Simón conquistó su primer caballo y los que le rodeaban se maravillaron viendo como se tenía en la silla. Durante cuarenta años, casi hasta su muerte los caballos acompañaron la vida de Bolívar.
De pronto el destino, por vez primera, deshizo una prenda de felicidad en las manos de un niño: tenía apenas nueve años cuando perdió a su madre, quien acaba de cumplir los 30, y a los quince se había casado con un hombre 30 años mayor que ella de este modo dejaba María a sus cuatro hijos huérfanos. Fue entonces cuando el tío Palacios se trajo al niño Simón a la ciudad y confió su educación a los clérigos. Caracas, aunque semejante a un jardín y situada en un hermoso valle, le pareció al muchacho solamente sucia y ruidosa; su hermano y sus dos hermanas vivían con otros parientes. Hacia 1.793 Simón Rodríguez admirador ferviente de Rosseau, decidió buscar un "Emilio" que fuese el hombre natural de Rosseau.
No se puede explicar, exactamente como sucediera en una novela, que le hayan puesto a el niño en sus manos por error o por indiferencia de su tío. Lo cierto, es que a partir de aquel día comenzó una nueva vida, muy solitaria para el muchacho gracias al estado natural en que lo colocó su nuevo maestro y amigo. Durante aquellos cuatro años de los que nos faltan datos precisos, el joven aprendió a dudar de todo lo que le habían enseñado y a aspirar a todas las ideas que se esparcían entonces por el mundo. Mucho tiempo después, Bolívar le escribió a Simón Rodríguez "No he podido jamás borrar siquiera una coma de las grandes sentencias que usted me ha regalado, siempre presentes a mis ojos intelectuales, las he seguido como guías infalibles".
Entre sus catorce y quince años el nuevo Emilio fue como el confidente ideal de cosas que hubieran horrorizado a su familia. De la noche a la mañana, el maestro no apareció más; se decía que estaba preso. Entonces el joven se sometió a prestar sus servicios a la milicia, en la que había entrado por consejo de su familia; llevó el uniforme del Rey el mismo que habían llevado sus abuelos y obtuvo el grado de subteniente.
El sucesor de Rodríguez como maestro de Bolívar, Andrés Bello (más tarde gran poeta), era apenas un poco mayor que su discípulo, pero nunca tuvo sobre el la influencia que alcanzó el primero y sus lecciones solo duraron un año. Bolívar tenía 15 años cuando, con mucho dinero y muchas cartas de recomendación, abandonó por primera vez su país, para transformarse en hombre de mundo mas allá de los mares.
Así al tiempo conoció a una joven llamada María Teresa del Toro de quién a los 17 años se enamoró perdidamente Bolívar a pesar que ella era algo mayor que él. Con pasión se acogió a Bolívar a esta felicidad la primera que pudo alcanzar y anhelaba partir en seguida a vivir con aquella niña, un idilio romántico en la tierra de sus mayores. María Teresa fue sin duda, delicada, pálida y bella, con la represión de esas almas precoces cuya mirada melancólica parece presagiar el breve tiempo que han de vivir. Pocas veces la historia presenta en sus héroes sucesos tan fantásticos, de tan fabulosas realizaciones, como los de Bolívar, un alma en que se sigan tan de continuo la felicidad y la depresión, un alma tan escéptica entre todas las conquistas, con tantas dudas respecto a sus propias inclinaciones y sin embargo, tan temeraria siempre en un incesante designio de vencer al destino.
Cuando hubo vuelto de su estadía en París, pide como oficial del Rey permiso para casarse. Durante algunos meses vivió los etéreos sentimientos, el amor juvenil que se basta a si mismo. En los valles de Aragua, en la residencia campestre de sus padres, dejaron correr los días.
Súbitamente Teresa murió en Caracas, víctima de una fiebre violenta y brevemente Bolívar vió hundirse el cielo y parece que en el paroxismo del dolor sólo su hermano pudo rescatarlo, fue entonces cuando Bolívar a los 20 años confió a su hermano la administración de sus bienes y se embarcó de nuevo hacía el viejo continente, esta vez sin compañía; lo agitaban los sentimientos de desilusión y esperanza. En Europa asistió a la coronación de Napoleón, observó el debilitamiento de España a raíz de la invasión francesa y juró en el Monte Sacro en Roma (1805) que iba a dedicar el resto de su vida a liberar su país del yugo español.
Participó activamente en el movimiento de 1810, formó la junta del 19 de abril contraria al Consejo de Regencia de Cádiz de 1810, en compañía de Andrés Bello partió a Londres con el fin de recabar la ayuda inglesa para impedir el desembarco de los franceses. Caída Venezuela de nuevo bajo la dominación española Bolívar se vio obligado a huir a Curazao. Allí organizó un desembarco en Nueva Granada, y después de varios encuentros con los españoles entró en Caracas en octubre de 1813, donde fue proclamado el Libertador. Posteriormente a causa de nuevos contratiempos tuvo que refugiarse con su gobierno en Jamaica, donde escribió una célebre carta en la que justificaba las razones de la emancipación americana, de vuelta al continente convocó el Congreso de Angostura ante cuya Asamblea presentó un proyecto de la Constitución y propugnó la unión de Nueva Granada y Venezuela.
De forma inmediata reunió su ejercito y se dirigió hacia territorio colombiano en cuya marcha tuvo que atravesar la Cordillera de Los Andes. Su resonante victoria sobre las tropas realistas de Boyacá (1819) le abrió las puertas de Bogotá donde recibido triunfalmente proclamó la República de Colombia, que comprendía Nueva Granada y Venezuela. Fue elegido com el primer presidente, aunque más nuevas empresas guerreras reclamaban su presencia. El Perú a su vez luchaba por independizarse de la corona española, incorporada la provincia de Quito a la Gran Colombia, después de la entrevista de Bolívar con San Martín en Guayaquil (1822). El caudillo argentino renunció a sus poderes en favor del Libertador quien entró en Lima en 1823. Su lugarteniente Sucre obtuvo la victoria de Ayacucho y el mismo puso término a la dominación española en la Batalla de Junín (1824).
El Alto Perú quedó constituido en República que tomó en honor del Libertador, el nombre de Bolivia. De regreso en Colombia (1827). Bolívar había de asistir a la guerra civil que cuyo resultado fue la separación de Venezuela y Colombia (1829). Por otra parte, el Perú abolió la Constitución Bolivariana y la provincia de Quito y se constituyó en República independiente. Lleno de amargura al ver como se deshacía su obra renunció al poder en 1830 y se retiró a Santa Marta donde la noticia del asesinato de Sucre aceleró su propia muerte, acaecida el 17 de diciembre de 1.830. Excelente orador y escritor, debemos a su pluma algunos ensayos, como "Mi delirio sobre el Chimborazo" y gran cantidad de obras epistolares como "La carta de Jamaica".



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