Las múltiples discrepancias entre Berlín y Ankara han puesto en riesgo las operaciones de las fuerzas alemanas contra los grupos extremistas en Siria e Irak. El analista militar Kiril Otter, de la agencia FAN, se pregunta qué tan necesaria es realmente la presencia de las fuerzas alemanas en la región.
Después de varios meses de negociaciones infructuosas y la negativa del Gobierno turco de permitir a los parlamentarios alemanes que accedan a la base de Incirlik, Berlín ha tomado la decisión de retirar sus fuerzas allí desplegadas.
El aeródromo de Incirlik, el cual se encuentra en el sureste de Turquía, cerca de la ciudad de Adana y la frontera con Siria, sirve de base para numerosos contingentes de la OTAN que operan en la región. Entre ellos, 260 soldados alemanes, que, según la decisión del Bundestag, próximamente serán desplazados para el aeródromo jordano de Muwaffaq Salti.
Desde el punto de vista político e internacional, esto parece ser un tema cerrado. Incluso desde la nueva sede de la OTAN, en Bruselas, no pudieron aportar para la solución del conflicto entre Ankara y Berlín. El secretario general de la organización, Jens Stoltenberg, si bien lamentó tal desenlace, subrayó que todo lo sucedido es un asunto bilateral.
Desde que EEUU anunciase en septiembre de 2014 la creación de una alianza multinacional para combatir a Daesh, Alemania opera en la región, aunque con varias excepciones. En particular, el país europeo se ha negado a realizar bombardeos, limitándose solo a operaciones de reconocimiento aéreo y de procesamiento de información.
En vista de los éxitos del Ejército sirio y las Fuerzas Aeroespaciales rusas contra los radicales, el analista militar Kiril Otter se pregunta: ¿qué tan realmente necesaria es la presencia de las fuerzas alemanas en la zona? En su artículo, Otter cita las palabras de un oficial germano retirado, quién con ironía dijo: "Nosotros hacemos todo lo que no le causa daño al enemigo".
El ejemplo de Incirlik, concluye el analista, no es más que una prueba más de la incapacidad de las fuerzas alemanas, de la UE y la OTAN de ponerse de acuerdo y combatir con efectividad el extremismo en Siria. Una torpeza que se hace aún más evidente si se compara con la misión que lleva Rusia en estrecha colaboración con Siria e Irán.
Como ejemplo, el analista recuerda la presencia de las tropas alemanas en Malí, como parte de la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas (Minusma). Aprobada por el Consejo de Seguridad en 2013, la misión tiene como tarea apoyar los procesos políticos en ese país, al tiempo que salvaguarda la seguridad de los grupos extremistas que abundan en la zona del Sahara.
Alemania accedió a participar en la campaña para ayudar a las tropas francesas ahí desplegadas. En enero de 2016, Berlín aprobó la extensión de los tiempos de su misión en Malí, incremento la presencia militar en el país africano de 150 a 650 efectivos.
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