En
nombre de la paz, cero tolerancia con la violencia
Por: Ricardo Abud
Por: Ricardo Abud
La lucha antagónica hoy en nuestro país toma visos de fascismo, una
clase dominante muy reducida, pero con un poderío económico incalculable,
arremete de manera irracional contra la Revolución bolivariana.
Hacerse del
poder político es su tarea y por consiguiente de nuestras riquezas para
entregarla a quien los dirige, al Imperialismo Norteamericano y la podredumbre
política estancada en sus entrañas.
La violencia toma las calles de municipios recalcitrantes, impregnados
del ODIO auténticamente legitimado por la radicalización de acciones violentas
y fascistas, donde el terrorismo mediático y disfuncional pretende promover una
salida inconstitucional, en un país dividido en partes desiguales donde la
única motivación es aplastar el legado de nuestro comandante Chávez y acabar
con el proceso de inclusión social, de justicia y bienestar social.
La derecha radical de nuestro país, representada por una rancia
burguesía, convoca a la destrucción del país en nombre de la libertad. Libertad
que sólo entienden a través de la violencia, quieren llevar al país al caos,
motorizando acciones insensatas, en extremos con locura validada por la
reducida capacidad de neuronas, no hay comprensión del pensamiento racional, lo
cual se traduce en serias limitaciones de entendimiento cognoscitivo, han
perdido la integración motora y sensitiva. EL ODIO no les permite racionalizar,
han asesinado la capacidad inductiva y deductiva del pensamiento, la han
trasformado en mutante inmisericorde de la autodestrucción de la vida, de la
inteligencia, como eje central de sus acciones vandálicas.
Su orate y demencial proceder en procura de sacar al presidente de todos
los venezolanos legítimamente elegido por la MAYORÍA, los ha llevado a la
autoflagelación, al asesinato colectivo de las ideas de la disidencia, a auto
imponerse un clima de zozobra, que está acabando con su racionalidad.
En pocas calles de esos municipios sus moradores ven con asombro que sus
mismos vecinos y con la ayuda de algunos tarifados, provocan un régimen de
violencia, donde la anarquía se ha adueñado de la tranquilidad de sus vidas. Los
inteligentes de pensamiento, los eruditos de la verdad, los racionales de la
política, han creado un estado de violencia de incalculable valoración
psicológica y sus consecuencias a futuro. La perturbación emocional es total.
Demencia, silogismo, un juicio en el cual se exponen dos premisas
que inevitablemente concluyen en la ilógica de su proceder, contraviniendo la
formula esencial del pensamiento y la lógica. Estructuran su lógica
convencional en su verdad, en sus propias presunciones de un mundo falso, no
hay límites en su utopía de la autodestrucción y con ello provocar la salida o
la intervención de un país extranjero, son nacionalistas disfuncionales sin una
regla conceptual.
Irónicamente somos testigos de cómo, por ejemplo, una tal María Corina Machado,
o un tal Leopoldo López, presentan un discurso cargado de venezolanidad o
nacionalismo. Pretenden hacernos creer que les importa Venezuela, o esas masas
de venezolanos excluidos por gente de su misma clase y calaña. Qué quieren y
cuáles son sus motivaciones? es la pregunta que debemos hacernos todos, sus
declaraciones en lo más granado del lenguaje propio del teatro del
absurdo, y su histrionismo perturbador pretenden hacernos creer que les
importamos, que luchan por nosotros, los que hoy estamos y nos sentimos
reivindicados gracias a nuestro siempre eterno comandante Chávez y hoy, gracias
a su legado, seguimos por el rumbo indicado, el norte que nos trazó su lucha,
su inmensa capacidad humanista y su motivadora influencia hacia la convivencia
social. Ellos nos acusan de promover la división del país, cosa que no es
cierta, hemos permanecido divididos por las políticas de exclusión a la cual
nos sometieron por decenas de años, nos obligaron y nos condujeron a vivir en
la oscuridad, confinados en una sociedad clasista y adormecidos por la
represión mediática y física de sus conductores.
Desintegrar la conciencia que hoy posee la mayoría de los venezolanos de
a pie, los burros, los desdentados, los títeres, las focas y pare usted de
contar cuanto calificativo esgrimen en contra de nosotros lo que fuimos por
años excluidos y hoy nos sentimos reivindicados, es tarea de estos fascistas.
Nosotros, los brutos, la piltrafa social que hoy apoya la Revolución
Bolivariana y a nuestro presidente Nicolás Maduro, al cual se
refieren con los más bajos improperios, vivimos sin violencia, no nos auto
flagelamos, no nos autodestruimos, hoy los brutos tienen pensamiento lógico tanto
deductivo como inductivo, con lógica conceptual y racional, hoy las focas
pensamos, vivimos para recuperar los valores propios de nuestra idiosincrasia,
así como luchar por un mundo pleno de solidaridad, de
auténtica esencia espiritual y bañada de amor inmenso. Sin obviar los errores
que hemos cometido, procuramos mejorar día a día, a través del trabajo
colectivo e individual, nos empeñamos en formarnos política e ideológicamente
de manera autodidacta, sin prejuicios excluyentes, aceptamos y promovemos la
dualidad del pensamiento, sin la agresión, sin la violencia desmedida, con el
respeto hacia quienes piensan diferente a nosotros, en el entendido que tenemos
focos de radicalismo y fanatismo, sin ser la constante.
Hoy los marginados hemos aprendido a pensar, a ser
tolerantes, a entender que todos cabemos en este país, pero también
tenemos derecho a buscar igualdad de oportunidades y condiciones para salir
hacia adelante con nuestra tan maltratada Venezuela, una Venezuela que esa
derecha radical pretende destruir por capricho, por compromiso con los
intereses foráneos que hoy financian su locura. Hoy alguien que apoye la
revolución no puede ponerse una gorra que los identifique, y caminar
libremente por esos municipios de guarimbas, sin ser agredidos física o
mentalmente, pero ustedes, los agresores, los inteligentes y eruditos
pueden recorrer toda Venezuela, sin exclusión alguna y portar sus símbolos que
los identifique con la oposición, nadie los agredirá ni recibirán los
improperios que nosotros recibimos de ustedes, hemos crecido políticamente
mientras que a ustedes el odio los degrada y los consume en su
propia miseria, en su autodestrucción, guiados por el poder económico de este
país, quienes los están llevando a morir en un charco de putrefacción visceral,
la destrucción en el cual la Historia sólo los recordará por sus
barbaries y la destrucción de sus propios espacios y por sufrir una de las
derrotas más vergonzante que haya sufrido la derecha radical y parasitaria de
este país.
Debemos, como venezolanos, recuperar nuestra bondad, nuestro sentido de
solidaridad, entender que podemos ser del Magallanes o de los Leones, donde la
jodedera es nuestro norte, podemos tener diferencias de carácter político, es
lógico y debe ser así, no podemos dogmatizarnos ante una realidad que palpamos
en el día a día. El antagonismo de ideas está en nuestras casas, con nuestros
hijos o nuestros padres, hermanos, en fin, en todos los niveles de nuestras
familias, no por ello debemos enfrascarnos en una lucha estúpida y absurda,
donde dejamos atrás nuestra identidad que nos ha caracterizado, debemos recuperarla,
sin importar cuándo o cómo se perdió, esa es una tarea a realizar.
Neutralizar el irrespeto y la intolerancia, demandar a las autoridades
que cumplan con sus obligaciones y que no cercenen nuestros derechos
consagrados en la Constitución, alimentar el pensamiento, no con verdades
relativas o absolutas, sólo con verdades racionales, no las verdades de
aquellos que desprecian a este país y a quienes incluso los apoyan, desmontar
la violencia como símbolo de lucha, inculcar valores en nuestros hijos, contribuir
con las políticas del estado a disminuir los niveles de inseguridad que
vivimos, un país no lo construye un gobierno, lo construimos con el concurso de
todos. Dirimir en el plano de las ideas nuestras diferencias con el respeto que
todos debemos guardarnos, no permitir que nos manipulen y dejar de utilizar el
lenguaje soez para calificarnos.
El gobierno puede acabar la violencia con más violencia, pero no lo
hace, reprime a quien trasgrede las leyes en el marco de la Constitución para
restablecer el orden, como lo hace cualquier gobierno legítimo, desmontar todo
camino corto y apegarnos a las leyes que nos rigen, sólo así podremos construir
el país que queremos. Somos aun mayoría, tenemos deberes y derechos, pero no
estamos dispuestos a que la minoría nos imponga sus caprichos.
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