Rusia carece de una política migratoria completa y comprensible


Rusia carece de una política migratoria completa y comprensible
Ria Novosti


Entrevista preparada por el periódico Moskovskie Novosti en el marco del proyecto conjunto con la agencia RIA Novosti y revista Rusia en la Política Global, titulado 20 años sin la URSS.

Yuri Roschin trabaja en el ámbito de migración laboral desde los 1950. Fue jefe de la Dirección Central de la Migración y Reclutamiento Organizacional adjunta al Consejo de Ministros de la República Socialista Federativa Soviética Rusa (RSFSR) y viceministro de Trabajo de Rusia. Creado el Servicio Migratorio en la Federación de Rusia, ocupó el puesto de su primer director adjunto. Actualmente, es jefe de la cátedra de administración de procesos migratorios en la Universidad Estatal de Gestión Administrativa.

- ¿Qué objetivo perseguía la política migratoria de la URSS?

- Redistribuir la mano de obra de acuerdo con las necesidades de producción. Hubo un plan muy claro, la migración estaba administrada. Más de 50 millones de personas, obreros junto con sus familias, fueron traídas a lugares nuevos y acomodadas en regiones donde se construían nuevas plantas o donde las necesitaba el koljoz. Si no hubiera sido por aquella gestión, no habríamos creado nuestra economía, sobre todo en Siberia y Lejano Oriente.

- ¿Cómo se realizada la gestión en la práctica?

- Publicábamos anuncios: “Una planta tal necesita mano de obra”. Firmábamos contratos para una temporada o para unos tres años (para los constructores). En el contrato estaba previsto que la mudanza y el alojamiento (en residencias, para los solteros, y en un cuarto, para las familias) corrían por cuenta del Estado. Y lo principal es que justo allí, en las empresas y fábricas, formábamos el 50% de los cuadros, además de las escuelas técnicas. Al cabo de tres años el empleado podía prolongar su contrato o volver a su casa.

El reclutamiento comprendía una mudanza de no menos de 40-50 mil personas al año para grandes construcciones. Por ejemplo, cuando empezamos a construir oleoductos en los 1960, decidimos instalar una tubería en la fábrica metalúrgica en la ciudad de Taganrog en un año. Tuve que reclutar tres mil obreros y lo hice en un solo año.

La gente le atraída los privilegios. Por ejemplo, cuanto más lejos de Moscú se iba a trabajar el empleado, tanto más alto era su salario. Un conductor de bulldozer en la región de Magadán (Lejano Oriente) cobraba 700 rublos, lo mismo que un ministro.

La plantilla del complejo de gas y petróleo de Siberia Occidental fue llenada en tan sólo 15 años. La población del distrito autónomo de Janti-Mansi (distrito federal de los Urales) en 1970 fue de 400 mil personas ya en 1987 superó un millón. Ni siquiera necesitábamos organizar el reclutamiento: la gente acudía atraída por el salario alto al que se sumaban los pagos extra previstos para el trabajo en Siberia.

También planificábamos la migración para las necesidades de la agricultura. Los koljozes y sovjozes tenían una alta demandas de mano de obra, y sus peticiones eran remitidas al Comité Estatal, donde elaborábamos un plan de propaganda para anunciar que, por ejemplo, se contrataba gente para los trabajos en Lejano Oriente. Esta propaganda se realizaba en las regiones con alta densidad de población. Luego decidíamos sobre cuántas casas había que construir en aquellas granjas: el koljoz no pagaba por las viviendas, el Estado cubría el 50% y los migrantes, los otros 50% tomando préstamo al Estado y pagando a plazos durante 10 años.

- ¿Cuánto costaba?

- Mucho, por supuesto. Al trabajar durante 5 años en un koljoz o sovjoz en Lejano Oriente, el Estado condonaba a trabajador el resto del préstamo, considerando que ya había justificado el dinero gastado por su aporte a la producción. Cualquier programa requiere inversiones. Así, el presupuesto de la Administración de Migraciones en 1913 fue de 27 millones de rublos de oro, lo que era una cantidad enorme.

- ¿Pero se justificaban estos gastos?

- Las inversiones en el capital humano son las más rentables. Es verdad que requieren tiempo, y tardan en proporcionar rendimiento. Pero si no hubiéramos poblado de aquella manera Siberia y Lejano Oriente, las habríamos perdido. En algunos casos, los resultados se veían más rápido. Así, en 1970 sufrimos un déficit de arroz. Entonces decidimos construir diez granjas en la Región de Primorie (Lejano Oriente). El Estado construyó las granjas, yo las poblé con 200 familias cada una (es decir, unos dos mil personas) y empezamos a cultivar arroz.

- ¿Las migraciones se realizaban sólo dentro de Rusia, o venía la gente de otras repúblicas también?

- En la última etapa, sólo dentro de Rusia. Antes habían participado en el proceso Ucrania y Bielorrusia sólo.

- ¿Las brigadas de trabajadores temporales no provocaban irritación de la población local?

- Las brigadas de trabajadores temporales fueron formadas por tres grupos de población. Primero, ingenieros que trabajaban en las obras en las zonas rurales sin descansar durante sus vacaciones. Necesitaban mantener a sus familias. Además, el volumen de construcciones rurales era enorme y el Ministerio de Agricultura y el de Construcción necesitaba manos de obra extra. El segundo grupo eran los estudiantes que trabajaban bajo las mismas condiciones. Mi hijo, estudiante, cobró en dos meses 900 rublos al trabajar en la construcción de establos, mientras que yo, siendo entonces director adjunto del Comité Estatal para la Mano de Obra, cobraba 400 rublos al mes. El tercer grupo fueron los caucasianos: armenios, chechenos, inguches. En el Cáucaso el paro era muy alto: el 27% de la población chechena no tenía trabajo, frente al 7% en Rusia en general. 25 mil hombres salían cada verano para trabajos temporales.

- Pero, ¿no hubo tensión internacional a raíz de la migración laboral?

- Jamás. Al revés, los koljozes locales, su gente, estaban agradecidos por la ayuda.

- ¿Qué cambió en la esfera de migraciones después de la caída de la URSS?

- Los flujos migratorios aumentaron drásticamente. Yo fue entonces viceministro de Trabajo, los primeros a quienes acogía en 1989 fueron 13 mil meskhs de Fergana (Uzbekistán). Encomendamos a los koljozes y sovjozes de siete provincias de Rusia contratarles y alojarles en las Casas de Cultura. En 1990 asimismo trabajé con 90 mil migrantes de Bakú (Azerbayán). Venían aviones completos de Bakú. Los tuve que alojar justo en las salas del aeropuerto, darles allí mismo comida: todos estaban hambrientos, medio vestidos, al borde de ataque de histeria. Era gente que en Bakú tenía viviendas confortables. Pero en Rusia nueve millones de habitantes ya estaban esperando viviendas. Yo tenía que calmarles, hablar con ellos, explicar que lo que sucedía era una tragedia para el país. Al mismo tiempo, en un par de días tenía que alojarles: les mandaba a los sanatorios cerrados en las afueras de Moscú donde vivían y comían gratis.

En 1992 fue creado Servicio Migratorio Federal, empezamos a adoptar leyes, incluida la ley Sobre Refugiados y Sobre Migrantes Forzosos. Éste último término lo introduje yo para referirse a los que, a diferencia de refugiados que no tenían ciudadanía rusa, la tenían o la habían solicitado (hasta el año 2000 cualquier ciudadano de la antigua Unión Soviética tuvo derecho a solicitarla). La política migratoria se enfrentó entonces a dos retos: defender los derechos de los rusos en las repúblicas y evitar que la gente volviera a Rusia en flujos ilimitados. En total, vinieron unos 7 millones. 1 millón 400 mil estaban registrados por el Servicio Migratorio. Les logramos alojar. Los demás se alojaron en casas de sus parientes y amigos. Mientras tanto, 29 millones de rusos vivían en el extranjero, y si al menos la mitad de ellos hubiera vuelto, habría estallado una catástrofe.

- ¿Cómo lograron evitarlo?

- Defendiendo sus derechos en las repúblicas. Por ejemplo, firmé un acuerdo conjunto con Letonia sobre el apoyo a los refugiados y migrantes forzosos que suponía que ellos seguían propietarios de sus bienes y podían trasladar su propiedad en el caso de mudarse. Gracias a ello, la gente pudo llevar consigo una cantidad de bienes permitida: un frigorífico, una lavadora…

- ¿Se observaba aquel acuerdo?

- Pues, sí. Sin embargo, no logramos que los países Bálticos concedieran ciudadanía para los rusos étnicos. Formé parte de la comisión gubernamental para las negociaciones con Letonia y Estonia, insistí en que fuera concedida la ciudadanía letona a los rusos que quedaron vivir en Letonia y la rusa para los letones en Rusia. Letonia se puso de acuerdo, pero exigió que primero retiráramos tropas. Hecho aquello, Letonia se negó a cumplir con sus compromisos. En Lituania, donde en tiempos soviéticos construimos una refinería de petróleo, quedaron rusos. El gobierno lituano me dijo que los llevara a Rusia. Pero, ¿adónde? Hubo un largo periodo de negociaciones en el curso del cual les recordé que la refinería y las viviendas para los trabajadores rusos no habían sido pagados del presupuesto lituano, sino del común. Como resultado, Lituania nos asignó cierta suma que utilizamos para construir dos casas en las afueras de San Petersburgo para los migrantes de Lituania.
- ¿Cómo podría comentar la diferencia entre la política migratoria rusa y la soviética?

- La política migratoria soviética se refería sólo a los procesos internos, apenas se trataba de migración externa. La política fue muy rigurosamente controlada y manejada. Ahora la migración interna ha disminuido considerablemente: desde más de 4 millones hasta dos millones de personas (y la migración interna es uno de los signos de cómo va el desarrollo económico del país). Lo principal es que ha cambiado su dirección: antes la gente se trasladaba del occidente al oriente y del sur al norte. Después de la desintegración de la URSS, al revés, la gente se va de Lejano Oriente y del norte. Si hablamos de la migración externa, caída la URSS, fue en primer lugar la migración forzosa. 29.5 millones de oriundos de Rusia resultaron en el extranjero, entre ellos 25 millones de rusos étnicos. Esta gente empezó a invadir Rusia. Terminado aquel proceso, empezó la migración laboral a Rusia, incluida la ilegal. Ahora nuestra política, cada vez es determinada por casos concretos: cuando vemos un problema, adoptamos medidas, leyes para resolverlo. Pero carecemos de un concepto de política migratoria estatal claro, aunque lo estamos discutiendo desde hace 10 años. Primero, tenemos que reconocer que necesitamos la inmigración al menos para recompensar por la reducción de la población y por la emigración. Y segundo, hay que determinar tareas primordiales y diseñar mecanismos para su solución. El proyecto que está en gestión actualmente tampoco me parece exhaustivo: no toma en consideración la migración interna, la cuestión de asimilación de los extranjeros, la emigración que va adquiriendo volúmenes preocupantes, ni muchos otros aspectos.
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About Ricardo Abud (Chamosaurio)

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