Obama contra la mediocridad
Por: Maria Luisa Mendonça
El discurso de Barack Obama en la Convención del Partido Demócrata, el 28 de agosto, trae nuevos elementos simbólicos para el escenario político. Está claro que no se puede prever que el contenido del mismo se traducirá en cambios concretos, aunque llegue a la Casa Blanca.
Tampoco podemos olvidar el poder económico que controla los procesos electorales capitalistas. Sin embargo, el análisis de este discurso puede contribuir con nuestras reflexiones sobre el papel de los liderazgos políticos en la concienciación de la sociedad.
Por primera vez desde el período de la Guerra Fría, un candidato a la presidencia de Estados Unidos (sea demócrata o republicano) no utiliza como arma central de campaña la ideología del enemigo externo. Esa simbología es extremadamente significativa, pues fue utilizada para justificar la política exterior de guerra que este país ha ejercido durante muchas décadas.
Podemos citar la ocupación de Corea, que marca la política del período de la posguerra en 1945, pasando por el apoyo a la sucesión de golpes militares en América Latina, iniciada en 1954 en Guatemala, la invasión de la Bahía de Cochinos en Cuba (1961), la Guerra en el Vietnam (1964 a 1973), el golpe militar en Indonesia (1965), la invasión de Granada (1983), el bombardeo en Siria (1986), la invasión de Panamá (1989), la ocupación de Haití (1994), la guerra en Somalia (1994), la Guerra del Golfo (1991), hasta las invasiones más recientes de Afganistán (2001) e Irak (2003), sólo para citar algunos ejemplos. Esta lista es en verdad mucho más amplia y se traduce en millones de muertos y heridos.
Por lo tanto, es significativo que Barack Obama repita la frase de Martin Luther King, “No podemos caminar solos”, y afirme que la seguridad interna del país depende de una transformación en las relaciones exteriores. Sólo el tiempo dirá si esa frase va a traducirse en algo concreto, pues hay obstáculos objetivos, como la propia dependencia económica de la industria de la guerra, además de la ideología conservadora que permanece en el discurso del propio Obama, sobre todo cuando el tema de su agenda es la “seguridad” de Israel.
Pero hay otro punto central en el programa de gobierno presentado durante su primer discurso oficial como candidato. Obama propone que Estados Unidos dejen de depender del petróleo de Oriente Medio por un período de diez años. Sería posible interpretar ese mensaje como un cambio en la estrategia militar del país, ya que las intervenciones de Estados Unidos en la región tienen como principal objetivo el control del petróleo.
Obama propone que Estados Unidos se vuelvan autosuficientes en producción de energía y promete inversiones en fuentes alternativas, como la energía solar, eólica y los agrocombustibles de segunda generación. En la mass media comercial brasileña, los comentarios expresan opiniones a partir de la lógica de un modelo económico basado en la exportación de commodities y productos primarios. De acuerdo con los intereses del agronegocio brasileño, la elección de un republicano en Estados Unidos favorecería la política orientada al mercado externo.
Otras propuestas presentadas por Obama son garantizar la seguridad social (salud y prevención) y educación (desde la enseñanza infantil hasta la universidad) para toda la población, aumentar los impuestos a las grandes empresas y disminuir los impuestos de los trabajadores. Simbólicamente, él rescata la idea del “sueño americano”, pero de una forma diferente. En la concepción liberal, esa ideología sirve para estimular el individualismo y la mentalidad del “self-made man”, donde lo que vale es la fuerza de la voluntad personal, pues el sistema económico es perfecto y no hay desigualdad. Por lo tanto, si usted está desempleado, enfermo o sin techo, el problema es suyo.
En su discurso, Obama reconoce y, más que eso, enfatiza las desigualdades económicas existentes en el país y propone otro tipo de “sueño americano”, donde el Estado es responsable de proveer condiciones de vida con dignidad. Recordando su infancia en Chicago, Obama cita como “héroes” a los obreros desempleados. Él defiende también el pago igualitario de sueldos y oportunidades equitativas de trabajo para hombres y mujeres. Al terminar su discurso, Obama dice que esa elección no es sobre él, sino sobre la sociedad estadounidense.
Independientemente de las condiciones objetivas, o como se acostumbra decir en Brasil, de la “correlación de fuerzas”, hay un cambio en la pauta de esa campaña electoral. Y esa quizás sea la principal contribución de un liderazgo político: transformar el discurso oficial en un proceso de politización de la opinión pública. Ese es un elemento esencial para aquellos que pretenden cambiar la correlación de fuerzas y no sólo sucumbir frente a las estructuras de poder existentes.
Los análisis históricos y actuales de la actuación del Partido Demócrata en Estados Unidos no traen grandes perspectivas de cambios. Sin embargo, en esos tiempos de elecciones municipales y alianzas para la próxima contienda presidencial en Brasil, el discurso de Barack Obama suena como una brisa, pues huye de la mediocridad y nos recuerda que necesitamos de más inteligencia y utopía en la política. (Traducción: ALAI)
- Maria Luisa Mendonça es periodista y coordinadora de la Red Social de Justicia y Derechos Humanos.
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