Págame en euros, por ahora
“Los organismos internacionales que controlan la moneda, el comercio y el crédito practican el terrorismo contra los países pobres”
Eduardo Galeano
Luis Alberto Matos
En menos de una década, el euro ha duplicado su valor en relación al dólar. Cabe recordar que la moneda oficial de la Unión Europea nació, el último año del pasado siglo, con el mismo valor de la divisa estadounidense. Y que en menos de dos años, valía apenas 82 centavos norteamericanos. Un elevadísimo 18% de pérdidas, casi 1% mensual, que presagiaba un pésimo futuro. Sus pocos inversionistas parecían haberse equivocado.
Pero la unidad monetaria es sólo uno de los indicadores de la economía y, muy probablamente, el más lento en señalar los verdaderos cambios. Son esas ocasiones donde su componente político obstaculiza su verdadera misión, como sucedió en Venezuela el 18 de febrero de 1983: mejor conocido como “viernes negro”.
Podemos ir incluso antes de la creación del euro. A principios de la década de los 80, hace algo más de un cuarto de siglo, la moneda más fuerte tampoco era el dólar. Los verdaderos conocedores, no sólo los grandes inversionistas en bolsa, banca, mercados e industrias, sino incluso los detallistas en centros comerciales, puertos libres, zonas turísticas y hasta los vendedores ambulantes y comercio informal, preferían entonces, en todo el mundo, a quien pagara en marcos alemanes.
Hoy muchos prefieren, algunos exigen y todos aspiran recibir euros a cambio de los bienes y servicios que ofrecen a su clientela. Y aunque fuese sólo una comparación especulativa, por ser la de una nación contra varias, la economía europea -como reflejo de estas variaciones- superó recientemente los volúmenes estadounidenses.
Tras muchas décadas de sueño americano, incluyendo la vida perfecta, el mejor futuro para criar tus hijos y todo lo que la civilización pueda ofrecerte, Estados Unidos yá nó posee la economía más fuerte del mundo.
El cálculo se hizo hace menos de un mes, en base a sus respectivos productos internos brutos, al sumar el valor monetario de los bienes y servicios producidos tanto en Norteamérica como en la llamada “zona euro”. Son nueve billones de euros cuyo real valor supera a los 14 billones de dólares.
Y los mejores estimados no parecen revertir la tendencia. Más aún, a mediano plazo, pudieran ambos estar en la disputa del subcampeonato detrás de China.
¿Es cuestión sólo monetaria? ¡Por supuesto que nó! Es la economía global reflejada en todos sus detalles. Dos ejemplos de actualidad: en Estados Unidos, según sus propios maxiportales de Internet, los hijos adultos están regresando a vivir con sus padres.
Se han quedado sin empleo. Pero papá y mamá viven ahora de sus pensiones y no tienen como mantenerlos. Varios grupos industriales poderosos y conocidísimas corporaciones comerciales, han anunciado drásticas reducciones en sus respectivas nóminas: centenares de miles de trabajadores cesantes, sólo en el primer anuncio. Sumando indirectos, son algunos millones de nuevos desempleados.
El otro agravante es la llamada burbuja inmobiliaria. Un importante porcentaje de sus ciudadanos no podrán pagar sus préstamos hipotecarios. Viviendas que cada vez valen menos y que nadie los compra ni los bancos desean apropiarse, porque ¿no es su negocio? ¿o ya no es un negocio?
Entretanto, la industria de la guerra incrementa la deuda de ese país en la esperanza (o la excusa) de asegurar fuentes energéticas para ese casi cinco por ciento de habitantes del planeta que devora seis veces el promedio mundial de energía.
Nosotros somos un pais exportador neto de recursos energéticos. Se impone, a muy breve plazo, un cambio en las cotizaciones del petróleo OPEP. La cesta de precios deberá incluir los valores referenciales de ventas de hidrocarburos en euros, yuans y yens, como mínimo. Y es necesario incrementar esfuerzos para lograr una moneda común para Latinoamérica. ¡Chávez propuso el Sucre!
jaquematos@cantv.net
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