CUANDO SE PIERDE LA FE.....
ROBIN PEREZ
No se si lo que voy a contar raye en lo cursi o en la mera coincidencia con la ficción de una vida que pierde la fe, luego de haber estado llena de convicción, en un proceso de cambios que a sus largos años, sus arrugas y sus canas se impregnaron de ilusión.
No trato de escribir versos, ni rimas en cada oración, solo quisiera gritar y ser oído para llenar nuevamente de vida y esperanzas la sonrisa que ya tengo tiempo que no veo en su corazón.
Sí es el corazón de mi madre que ya no sonríe, triste por haber perdido su esperanza y su ilusión.
¿Explíqueme usted compañero/camarada como se puede sentir un alma que la revolución humanista le arrebata la ilusión?
Es que acaso también en este siglo ser pobre y trabajador continua siendo el guión de la obra ya escrita de Víctor Hugo, que continua vigente en cada esquina y en cada rincón.
¿Quién Escucha?, ¿Será que acaso tampoco tenemos razón?
Déjeme decirle que si a sus setenta y dos años, usted pierde su única posesión, hay una razón de peso para haber perdido la fe y la ilusión, ya que no creo que eso se pueda llamar revolución.
Tal vez deberíamos cambiar a involución, ya que de pobres vamos en camino a ser indigentes de la revolución.
No es un problema de filosofía o de irreverencia, es solo una doctrina más feroz que la capitalista que se hace llamar revolución o simplemente es que no hemos comprendido que esto en vez de ser una revolución socialista, es una revolución capitalista, si leyó bien camarada, capitalista que nos
arruina la vida y la dignidad sin la más mínima compasión.
No me vengan a decir que estoy envenenado o que para la derecha me estoy cambiando, sigo pensando en la utopía del proceso humanista que poco a poco se esta desdibujando y debemos armar una cruzada para rescatarla, vencer o morir tiene que ser nuestra misión, no podemos perder el espacio conquistado y cada uno desde su trinchera debe luchar para deslastrar a ese temible enemigo que nos arruina la vida y la ilusión.
¿Sabe porque recuento esto?, porque me quiero desahogar porque llevamos meses tratando de ser oídos y cada momento que pasa la situación se va empeorando, nos quitaron el quioscos donde trabajábamos porque unos burócratas de la alcaldía un día decidieron que nosotros por ser pobres no teníamos derechos, y el quiosco que era nuestra fuente de empleo y de sustento nos fue arrebatado ya que el gran pecado es estar donde se construye el nuevo Sambil de Caracas, ósea un símbolo del capitalismo y del consumismo desenfrenado que se ha convertido para los señores de la alcaldía en una pieza más importante que los seres humanos que llevamos años aquí trabajando, entonces dígame usted como es posible que como Sambil no quiere quioscos a su alrededor, la alcaldía cual lacaya se haya prestado para destruir nuestros quioscos y ahora solo diga que nos tienen que reubicar y mientras tanto nosotros trabajemos cuando podemos bajo una sombrillita cual buhoneros y nuestras vidas arriesguemos bajo la construcción, el sol y la lluvia, ósea la alcaldía también le cedió los permisos sobre los espacios públicos a esa empresa privada en detrimento de nuestra condición humana, es que acaso trabajar es nuestro delito y cada vez que debemos pagar el alquiler de la casa o la comida debamos de tratar de entender que eso no es revolución y más mal me siento cuando veo la indolencia de aquellos que se hacen llamar humanistas y revolucionarios y nuestro problema no sea más que nuestro problema y debamos tener paciencia y la vida se te vaya escapando cada día sin saber que futuro habrás de
encontrar y tu dignidad te estén pisoteando gente como esa que el socialismo y la revolución están destrozando mientras sus bolsillos y cuentas bancarias se siguen engordando y sigo sin comprender que palabras de aliento pueda yo dar a mi madre si no hay luz al final del túnel o apenas comenzamos a entrar y no se cuanto falta de camino para ver nuevamente esa luz. que llene de sonrisa nuevamente su corazón.
Un abrazo compañero.
Robin Pérez
CI 6.913.699
Nota: Email enviado a Jose Valera El Charrua Latinoamericano.
ROBIN PEREZ
No se si lo que voy a contar raye en lo cursi o en la mera coincidencia con la ficción de una vida que pierde la fe, luego de haber estado llena de convicción, en un proceso de cambios que a sus largos años, sus arrugas y sus canas se impregnaron de ilusión.
No trato de escribir versos, ni rimas en cada oración, solo quisiera gritar y ser oído para llenar nuevamente de vida y esperanzas la sonrisa que ya tengo tiempo que no veo en su corazón.
Sí es el corazón de mi madre que ya no sonríe, triste por haber perdido su esperanza y su ilusión.
¿Explíqueme usted compañero/camarada como se puede sentir un alma que la revolución humanista le arrebata la ilusión?
Es que acaso también en este siglo ser pobre y trabajador continua siendo el guión de la obra ya escrita de Víctor Hugo, que continua vigente en cada esquina y en cada rincón.
¿Quién Escucha?, ¿Será que acaso tampoco tenemos razón?
Déjeme decirle que si a sus setenta y dos años, usted pierde su única posesión, hay una razón de peso para haber perdido la fe y la ilusión, ya que no creo que eso se pueda llamar revolución.
Tal vez deberíamos cambiar a involución, ya que de pobres vamos en camino a ser indigentes de la revolución.
No es un problema de filosofía o de irreverencia, es solo una doctrina más feroz que la capitalista que se hace llamar revolución o simplemente es que no hemos comprendido que esto en vez de ser una revolución socialista, es una revolución capitalista, si leyó bien camarada, capitalista que nos
arruina la vida y la dignidad sin la más mínima compasión.
No me vengan a decir que estoy envenenado o que para la derecha me estoy cambiando, sigo pensando en la utopía del proceso humanista que poco a poco se esta desdibujando y debemos armar una cruzada para rescatarla, vencer o morir tiene que ser nuestra misión, no podemos perder el espacio conquistado y cada uno desde su trinchera debe luchar para deslastrar a ese temible enemigo que nos arruina la vida y la ilusión.
¿Sabe porque recuento esto?, porque me quiero desahogar porque llevamos meses tratando de ser oídos y cada momento que pasa la situación se va empeorando, nos quitaron el quioscos donde trabajábamos porque unos burócratas de la alcaldía un día decidieron que nosotros por ser pobres no teníamos derechos, y el quiosco que era nuestra fuente de empleo y de sustento nos fue arrebatado ya que el gran pecado es estar donde se construye el nuevo Sambil de Caracas, ósea un símbolo del capitalismo y del consumismo desenfrenado que se ha convertido para los señores de la alcaldía en una pieza más importante que los seres humanos que llevamos años aquí trabajando, entonces dígame usted como es posible que como Sambil no quiere quioscos a su alrededor, la alcaldía cual lacaya se haya prestado para destruir nuestros quioscos y ahora solo diga que nos tienen que reubicar y mientras tanto nosotros trabajemos cuando podemos bajo una sombrillita cual buhoneros y nuestras vidas arriesguemos bajo la construcción, el sol y la lluvia, ósea la alcaldía también le cedió los permisos sobre los espacios públicos a esa empresa privada en detrimento de nuestra condición humana, es que acaso trabajar es nuestro delito y cada vez que debemos pagar el alquiler de la casa o la comida debamos de tratar de entender que eso no es revolución y más mal me siento cuando veo la indolencia de aquellos que se hacen llamar humanistas y revolucionarios y nuestro problema no sea más que nuestro problema y debamos tener paciencia y la vida se te vaya escapando cada día sin saber que futuro habrás de
encontrar y tu dignidad te estén pisoteando gente como esa que el socialismo y la revolución están destrozando mientras sus bolsillos y cuentas bancarias se siguen engordando y sigo sin comprender que palabras de aliento pueda yo dar a mi madre si no hay luz al final del túnel o apenas comenzamos a entrar y no se cuanto falta de camino para ver nuevamente esa luz. que llene de sonrisa nuevamente su corazón.
Un abrazo compañero.
Robin Pérez
CI 6.913.699
Nota: Email enviado a Jose Valera El Charrua Latinoamericano.
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