UNIDAD REVOLUCIONARIA
Escrito por: Mario Forti
Estamos inmersos en la batalla por la defensa de nuestros más fundamentales principios revolucionarios, frente a la ola de fuertes ataques de los contrarrevolucionarios apostados en la embajada gringa, y sus oficinas camufladas en partidos políticos de oposición, en canales de televisión privados, en las organizaciones no gubernamentales con dinero de los gringos que dicen defender la democracia y los derechos humanos, hasta en los medios de comunicación que trabajan para destruir, neutralizar y opacar las obras que durante 8 años se realizan en nombre de la Patria Grande, a favor de la mayoría excluida en nuestro país, y están también en el mismo gobierno disfrazados de bolivarianos. Ellos están trabajando para la minoría que sólo aparenta estar unida a la hora de cobrar, de seducir para el “cuanto hay pa’éso”, es la tendencia perversa del fariseo y del escriba moderno, diseñando una campaña electoral que manipula con la imagen de una tarjeta de débito, son las treinta monedas del Judas actual, sistema financiero neoliberal “Mi Negra” ocultando el odio racista que los caracteriza. A la aparente unidad contrarrevolucionaria , que en verdad es reunión de usureros, es necesario oponerles la férrea unidad socialista bolivariana, sin descanso, cotidiana, permanente, fortaleciendo los cuadros de la retaguardia, que son los más débiles ideológicamente a la hora de la batalla política- electoral. Unidad que viene signada por Santa Inés que fue degollada a los 13 años por mantenerse unida a Jesús en amor absoluto, porque no quiso entregarse al hijo del alcalde de su pueblo, no quiso venderse al capitalismo y es imagen de pureza por que la unidad es verdaderamente pureza. Unidad que representa en nuestra cultura popular Florentino contra las tentaciones del diablo en la sabana criolla. En Brasil la izquierda se mantuvo desunida y Lula tiene que ir a segunda vuelta, en Venezuela es nuestra obligación disolver las fuentes de dispersión y fragmentación política, no debe haber cuadros separados, como disueltos del Comando Miranda, ningún partido que se cuente con la revolución bolivariana deberá estar al margen del único bloque revolucionario socialista para ganar las elecciones de diciembre. Si se mantiene la política, por la causa que sea, de división, sectarismo, y disolución estarán trabajando para el enemigo. No es una utopía la necesidad táctica de mantener la unidad en toda forma del accionar revolucionario, es una necesidad irrevocable. Un solo Dios, un líder, un ejército, un pueblo combatiendo la división, el partidismo, la fragmentación esquizoide del neoliberalismo fundamentalista de Bush y sus halcones y lacayos latinoamericanos. Ellos viven en la miseria del individualismo que es división interior entre la mente y el cuerpo, nosotros buscamos la unidad entre nuestro pensamiento y nuestra acción cotidiana que es solidaridad y coherencia política y se manifiesta en la organización de la comunidad. Ellos hablan de unidad nacional cuando sólo están reunidos como aves rapaces para dañar y pervertir al pueblo entregando su riqueza al imperio. Nosotros combatimos la carroñería material y espiritual simbolizada en los corruptos y vendepatrias. Queremos poder para el pueblo como nunca antes. Escuálidos y oposición a Chávez significa movimiento político centrífugo (que se separa del centro) destinado a perder a Venezuela, a hundirla en las tinieblas del esclavismo capitalista. Revolución socialista y unidad revolucionaria significa movimiento centrípeto (que va hacia el centro) buscando la armonía, la paz, que vienen dadas por la justicia social y la redistribución equitativa de la riqueza y de los recursos energéticos que la nación posee. El diablo y sus secuaces criollos (Bush y los escuálidos reunidos en Rosales y su paramilitarismo político) son en términos físicos entropía política porque pretenden seguir el camino trazado desde Punto Fijo: partidocracia, fascismo político, dictadura burguesa en el modelo democrático alineado a los intereses del imperialismo yanki, entreguista y neoliberal, desintegrador de la unidad nacional. Nuestro proceso traducido en términos físicos modernos representa a la neguentropía; la fuerza del universo que resiste a la tendencia disolutiva y desintegradota, unificándose, unificadora, totalizadora de principios y orientada a la consolidación política y social de principios humanos directamente ligados a la armonía con la naturaleza y el ecosistema, lo cual garantiza la supervivencia tanto de las especies diversas como de las diversidad cultural. Pluripolar e integradora nuestra propuesta revolucionaria asume el reto mundial de responder a la tendencia del pensamiento único y hegemónico cuya verdadera intención es el dominio mundial de una secta de fanáticos fundamentalistas cristianos y judíos de derecha. Ellos lanzaron con la explosión de las torres en New Cork una revolución neoconservadora capaz de intensificar las tensiones internacionales favoreciendo a Israel y pretendiendo someter al resto del mundo con el beneplácito de potencias como Francia e Inglaterra. Nuestra revolución es libertadora porque nos independiza del FMI, institución imperialista que impone recetas neoliberales para favorecer a los intereses de la dictadura mundial. Luchamos por la unidad popular y la integración de las naciones libres, por la democracia directa. Proceso que tiene antecedentes en la Argentina de Perón, en el Chile de Allende pero que en ambos casos fueron frustrados por injerencia de los EEUU y sus maniobras genocidas antinacionalista y antipopular. Ellos miran una integración neoliberal y luchan por la unión de las oligarquías multinacionales que en cada país responden a los planes y directrices del Pentágono. Nuestra apuesta es por una cultura popular, raíz de nuestra idiosincrasia, memoria de nuestra sangre, ellos velan por una cultura burguesa (laica) fratricida y sin raíces, apoyada por falsos líderes religiosos (antipapa y pastores evangélicos) a espaldas de los verdaderos y auténticos valores culturales (indígenas, afroamericanos, e hispanos reunidos en la gran masa excluida del régimen fascista norteamericano) sometidos por siglos y bajo el yugo de una anticultura decadente recientemente destapada por el desastre natural de Katrina. Nuestra unidad se ve plasmada en la filosofía del ALBA cuya idea nuclear insiste en la unidad de los pueblos sudamericanos a fin de consolidar mecanismos de integración económica, social, política y cultural. Visión que ya nuestro Simón Bolívar preveía desde los inicios de la gesta patriótica que lideró en el siglo XIX. Ideas que manifestó Simón Rodríguez buscando no sólo la libertad de las naciones que estaban levantándose, sino la justicia que durante 300 años había sido violada por los imperialistas de entonces (España e Inglaterra y Francia). El fuego de Ezequiel Zamora todavía quema las sabanas venezolanas y se une con el grito del último hombre a caballo, Maisanta para llevarnos por los senderos de nuestra batalla actual, combatimos por el socialismo del siglo XXI. Ellos, los escuálidos reunidos en la falsa unidad nacional que tiene al espinoso Rosales a la cabeza, esperando diciembre para repartirse un botín de guerra (“cobrar”) como piratas y mercenarios, cual paramilitares vendidos al mejor postor tienen a José Antonio Páez como líder porque con Santander representan a la oligarquía que venida de abajo se cuadró con la burguesía capitalista del siglo XIX terrateniente y latifundista. Nosotros tenemos a Bolívar y a Chávez como líderes histórico y actual, jefes de la vanguardia socialista del siglo XXI. No se engañen con la dicotomía de comunismo versus democracia que quieren imponer en un discurso electoral tergiversador y fratricida. El que apoyemos la revolución cubana no nos va a alinear a ninguna forma de dictadura comunista o capitalista, nuestra revolución está en una posición más allá de las polaridades de la guerra fría, más allá del comunismo y del capitalismo salvaje, porque mira hacia la unidad revolucionaria. ¡Hacia los diez millones! ¡Viva Chávez! ¡Viva Venezuela socialista!
Mario Forti.
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