Las Cataratas del Odio
Por: Ricardo Abud
(Precaución y Alerta)
La sed de venganza y odio de la oposición partidista y radical de nuestro país, se asemeja al incontrolable deseo insano de infidelidad absoluta a nuestra soberanía.
Estos hombres y mujeres recorren las calles de sus almas en el más espantoso recuerdo de sus sueños, donde ellos y solo ellos eran protagonistas del poder absoluto, indiscriminado, racista, excluyente.
El bienestar económico era solo reservado a estos miserables del siglo pasado.
La arrogancia y petulancia de sus acciones se enmarcaban en la más viseral reserva del putrefacto anacronismo democrático que solo hacia vida en sus mentes.
Solo existía una Venezuela, la de ellos.
Hoy, los marginales, los malandros, el lumpe, hacen gala de las libertades que solo eran propias para la oligarquía venezolana. Hoy, esos excluíos tienen las bolas de pensar, de planificar, de organizarse, de acceder a los beneficios de una Patria que antes les negaban.
Los pobres de esta tierra solo recibían las migajas de las riquezas de este país, ellos se repartían el fruto de nuestros recursos naturales, y nos daban menos que las sobras. PDVSA, era de ellos, hoy les duele que sea de todos los venezolanos.
El egoísmo de esta oposición partidista y radical va más allá del odio desenfrenado que puede sentirse por alguien que consideremos un enemigo, se alimentan sus bajos instintos con la información mediática “independiente y autónoma” que nos dan los “periodistas” noveles de este país.
El sarcasmo de sus motivaciones, no tiene argumento que les permita irrumpir con propuestas cónsonas en una Venezuela completamente diferente a la de ocho años atrás, la Venezuela del siglo pasado, la Venezuela pre-Chavista.
El discurso no ha cambiado, contrariamente a la dialéctica, se mantienen estáticos, viviendo en sus mundos paralelos y succionando la irreverente hoy capacidad del pensamiento (que no permite más engaños) y de conciencia del pueblo venezolano. Arremeten contra los débiles de palabra y pensamiento y pretenden comprar sus ilusiones con el sueño oscuro de las prebendas que recibirían en caso de que retomen el poder político de este país en un asalto crudo y despiadado de las instituciones, de la manera que solo pueden asirse de él, a través de la violencia.
Su discurso “democrático”, es el caldo de cultivo de planes perversos que a la sombra de los factores externos, que luchan por apoderarse de nuestras riquezas, financian una lucha en contra de la dignidad nacional, en contra de una nueva propuesta político-económica-social y cultural, una sociedad humanista, más equitativa, mas distributiva.
El carrusel de pasiones insanas de estos desadaptados circula paralelo a las traiciones internas, a la de los “Revolucionarios Light”, aquellos que un día fueron parte de nosotros y hoy son parte de ellos. Su rúbrica solo está signada por el caudal de ceros a la izquierda con que pueden comprarlos.
Pienso que el tiempo fue corto aquel fatídico abril para desenmascarar a todos los traidores, los vendidos en conciencia y alma.
Es necesario entender, que los principios conceptuales de estos “Revolucionarios Light” no son importantes, las consideraciones personales, las simpatías y las antipatías determinan su conducta política mucho más que los principios y las ideas, ellos están sujetos y motivados de acuerdo a sus intereses personales, para ellos no existe el colectivo, no hay esquema de solidaridad, sus debilidades están proporcionalmente unidas al precio de la transacción.
El odio es hoy parte integral y fundamental de su razón política, y lo asocian a esa oposición extremista y radical, que irrumpe nuevamente en la palestra pública, con órdenes precisas y contundentes: no habrá elecciones, calentar la calle y desestabilizar.
El momento más crítico de la naciente Quinta República es el que nos toca vivir hoy, todavía retumba el mundo ante el discurso anti-imperialista de nuestro Presidente en la ONU, no por sus calificativos e epítetos (no es materia de análisis), sino por la trascendencia política del mismo, lo grave es que se utilicen los calificativos para condicionar al pueblo norteamericano (como se está haciendo) y prepararlo para la aprobación de una eventual intervención, aunque hoy por hoy no es necesario, G.W. Busch no tiene posibilidad de reelegirse, el costo político de aventurarse a una intervención en nuestro país no es grande, NO TIENE SIMPLEMENTE NADA QUE PERDER, más mucho de que apoderase.
La Revolución clama entrega, participación, organización, tesón, claridad política y definición ideológica, no hay tiempo para la reflexión, las cartas están echadas. Los escenarios están claros y precisos, la contingencia debe estar igualmente estructurada para combatir el odio. Vivimos tiempos de precaución y de alerta, de la defensiva a la ofensiva.
No volverán
chamosaurio@gmail.com
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